029

3.6K 256 6
                                    

c

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

c. 29

"¡SILENCIO!", GRITÓ RUFUS SCRIMGEOUR CUANDO SE RECUPERÓ DE LA SORPRESA.

Todos en la sala seguían comentando la inesperada noticia lanzada por Hermione. ¡Esperaban un segundo hijo! Esa era una prueba de bastante peso para confirmar que eran un matrimonio, porque por más manipulador que fueran los Malfoy, Draco no podía haber planeado un embarazo para usarlo a su favor durante su juicio.

El ministro estaba aturdido y no lo podía ocultar. Las cosas no se habían producido como él esperaba en este juicio. Los testigos del joven Malfoy eran personas de peso: el respetado director de Hogwarts, Albus Dumbledore, y el admirado héroe del mundo mágico, Harry Potter. ¿Quién pondría en duda sus declaraciones? Y para terminar de aderezar las cosas, la chica aparece usando la túnica tradicional de las mujeres Malfoy y anuncia un segundo embarazo.

Scrimgeour observó impotente como nadie en la sala le hacía el menor caso. Dio un suspiro derrotado. Y se resignó a esperar que los presentes calmaran su excitación un poco antes de imponer silencio nuevamente. Hasta los mismos miembros del Wizengamot habían perdido su habitual estiramiento y comentaban lo sucedido en ese juicio... discutiendo no solo los hechos sino las repercusiones que tendrían para el Ministerio de Magia.

Scrimgeour miraba a sus colegas del tribunal pensando que tal vez lo mejor hubiera sido escuchar a sus asesores, cuando le sugirieron que hiciera un juicio privado para los Malfoy, sobre todo porque el chico no estaba completamente embarrado como lo estaba el padre. De esta manera, le habían dicho sus asesores, si se produce algo inesperado, podemos filtrar la información al público de forma que no afecte al ministerio.

Pero el ministro se había negado rotundamente, porque él tenía cierta deuda de honor que saldar con todos los mortífagos que estaba enjuiciando: Durante sus años al frente del departamento de aurores, Scrimgeour había intentado por todos los medios a su alcance poner en evidencia la relación de estas personas con las artes oscuras, pero sobre todo su vinculación con Voldemort. Todos eran patriarcas de familias prominentes y al ser acaudalados benefactores del ministerio, el ex ministro Fudge le había prácticamente prohibido continuar con sus indagaciones, muchos menos levantar ninguna acusación, atándolos de manos.

Por eso ahora que estaba al frente del Ministerio, había insistido en realizar juicios abiertos para todo aquel mago o bruja que quisiera asistir. Porque no solo se trataba de mandar a esta gente arrogante a Azkaban, si no de hacerles pasar la vergüenza pública de estar en el Wizengamot para ser juzgados como los peores criminales de la historia mágica reciente; pero también para restregarles en la cara su error a todos aquellos que, deslumbrados por sus millones de galeones, les habían rendido pleitesía.

Se había impuesto el auror sobre el político. Y le había funcionado en los juicios anteriores, pero en este en particular, el tiro le había salido por la culata.

"¡Todos hagan silencio!", repitió el ministro, golpeando su mazo, ya cansado de esperar que las cosas se tranquilizaran. "O haré desocupar la sala", amenazó. Al escuchar esta advertencia, a algunos comenzaron a callarse, pero para otros la situación era tan excitante que les costó arduo trabajo recuperar la debida compostura.

TRAZANDO EL DESTINO, dramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora