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ESTABA RODEADO DE OSCURIDAD Y LOS SONIDOS LE LLEGABAN LEJANOS. SE SENTÍA DESORIENTADO, PERO POR MÁS QUE LO INTENTÓ, sus párpados parecían haberse pegado a su rostro y no pudo abrirlos. Sin embargo, se sintió sobre una cama blanda. Su cerebro también recobró cierto grado de conciencia, que le hizo registrar un intenso dolor que le atravesaba el cuerpo. Respiraba con dificultad. Intentó mover la cabeza, pero solo logró ladearla ligeramente.

Unos pasos apresurados se acercaron a él.

"¿Draco?", la voz de Hermione le llegó cercana y sus delicados dedos se entrelazaron en su mano derecha. ¡Gracias a Merlín! Hermione estaba con vida. Trató de apretar la mano de ella con todas sus fuerzas, pero al final solo pudo darle un apretón pequeñito.

"Mhmm", balbuceó. ¡Y él quería hacer muchas preguntas! Y la traidora de su boca todavía no respondía. Su lengua se sentía pastosa y pegada a su paladar. Sintió que lo consumía la desesperación. Pero Hermione estaba a su lado y no se escuchaba temerosa. Entonces, habían logrado salir...

Ella pareció comprender su estado de excitación por saber qué había pasado. "Tranquilízate", le pidió suavemente. "Logramos escapar de la mansión con la niña. Irene está protegida en la Madriguera".

Dio un suspiro. Y con lentitud, su pulgar acarició el dorso de la mano de Hermione.

"Estamos en San Mungo, Draco", continuó ella. "Y muy pronto estarás completamente restablecido"

Y aunque quería permanecer más tiempo despierto y continuar intentando abrir los ojos, se sumió de nuevo en la inconsciencia.

No supo si pasaron horas, días o semanas.

Poco a poco abrió sus ojos. No sabía si era de día o de noche. Y su mirada gris recorrió con avidez la habitación que ocupaba en el hospital, hasta que alcanzó a ver a Hermione dormida en un sillón que estaba a su lado. Estaba hecha un ovillo y su cabeza estaba apoyada en un cojín sobre el reposa brazo. Había subido las piernas al sillón para estar más cómoda. Estuvo un buen rato observándola, parecía muy tranquila, pero en el rostro se observaba perfectamente el cansancio acumulado de varios días. A pesar de estar dormida, tenía unas profundas ojeras bajo sus ojos.

"Hermione, cielo", susurró bajito. Su voz emergió ronca de su garganta, carraspeó para aclarar la voz, lo que le provocó un pequeño acceso de tos.

Ella se despertó al escucharlo toser y en cuanto le vio inclinado sobre su costado, con sus ojos abiertos hacia ella, se levantó de un salto del sillón y se acercó apresurada. Su rostro revelando cuanto había ansiado que despertara de nuevo.

"Draco, gracias a Dios que estás despierto... ¿cómo te sientes?"

"Adolorido", le respondió con honestidad. La voz le salía cansada y bastante forzada. Hermione enlazó su mano con la de su esposo.

TRAZANDO EL DESTINO, dramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora