XV

2.9K 436 151
                                    

— Jennie, ve a tus aposentos. Dile al aga que te guíe.— Le ordenó.

— Pero, Lalisa-

— Jennie, ve.— La nombrada decidió hacer caso, y se retiró. Al salir, vió a la chica. Era una joven hermosa, quien la miró con sorpresa, y desagrado. Simplemente la ignoró.

Lalisa dió la orden para que la dejaran entrar.

— ¿No he ordenado que te quedaras en cama hasta que mejoraras?. ¡¿Por qué insistes en desobedecerme, Halime?!.

— Mi señor, yo he esperado tanto para poder estar con usted. Apenas me sentí mejor, vine hasta donde usted.— Mintió.

— He dicho que me informaran antes. Si las doctoras no me han dicho nada, es por que aún no estás bien. Ahora regresa con ellas, para que cuiden de ti.— Se dió la vuelta para no mirarla más.

— Mi sultán...— Se escuchó su voz debilitada, seguido por un golpe. Se había desmayado.

Lalisa corrió hasta ella, procurando tomarla con cuidado, y recostarla sobre su cama.

— ¡Agas, traigan a las enfermeras!.— Gritó.— Halime, despierta...— Le dió pequeños golpecitos en las mejillas, pero ésta no reaccionaba.— Por Allah...

De pronto, sus labios fueron atrapados por la concubina. Aquella le estaba robando un beso...

— Sultán, usted cuida de mí porque me quiere, ¿Verdad?.— Se notaba que estaba alucinando. Enseguida, volvió a cerrar los ojos. Lalisa no sabía qué hacer.

Las enfermeras llegaron, y le informaron que ella se había escapado. La llevaron de vuelta a sus aposentos, para cuidarla. Ésta vez no la dejarían sola, y tendría guardias en las puertas.

Jennie se encontraba dando vueltas por el palacio, cuando se encontró con Cennet.

— Buenas tardes.— La saludó Jennie.

— Escuché que el sultán te ha dado regalos, y hasta tus propios aposentos. Has hecho que el harem se vuelva un caos.— Sonrió.— Todas te odian, y te envidian. Será mejor que camines con cuidado.— Dijo antes de irse.

Jennie quedó confundida, pero decidió ignorarla, y siguió caminando. Subió unas escaleras, y recorrió un pasillo. Aquel la dejaba de vuelta en sus nuevos aposentos, y cuando miraba hacia abajo, podía ver a las chicas del harem.

— Mírala ahí, se cree una sultana solo porque al sultán le interesa un poco.

— Ya verás que cuando llegue otra, se aburrirá de ella.— Murmuraban las chicas.

Jennie logró ver a Farya, y le hizo una seña para que subiera.

— ¿Sabes por qué todas me odian?.— Le preguntó.

— ¿No es obvio?. Es porque todas quieren acostarse con el sultán.— Susurró.— Hasta yo quiero. Te envidio, Jennie.

— ¿También me odias?.— Le preguntó.

— No, no lo hago.

Una de las chicas comenzó a hablar fuerte desde abajo.

— ¡Halime está con el sultán!.— Rió.

— Así que la nueva no ha podido deshacerse de Halime.— Decía otra.

— ¿De qué hablan, Farya?.— Preguntó Jennie.

— Al parecer, Halime está de nuevo en la cama del sultán...— Le dijo. Al ver la cara de sorpresa de Jennie, le hizo una pregunta.— ¿Sí sabías que es su favorita?.

— ¿Eso significa que se han...

— Sí.— Le respondió.— La primera noche el sultán la hizo su favorita.— Le comentó.— Ella es la primera vez del sultán. Ya ha visitado sus aposentos dos veces, y ahora es la tercera vez. A éste paso, se convertirá en sultana muy pronto.

— No puede ser posible...— Jennie se imaginó a Lalisa haciéndole las mismas cosas a Halime, y quiso vomitar. ¿La habrá tocado de la misma forma en que la tocó a ella?. ¿Lo estará haciendo ahora mismo?.

Jennie se dirigió rápidamente a los aposentos del sultán, pero los agas no la dejaron entrar.

— ¡Sultán!.— Gritó.— ¡Venga aquí!.

— ¡Niña!.— La sultana madre se acercó a ella.— ¿Cómo te atreves a darle órdenes al sultán?. ¡Eres una insolente!. Agas, llévenla al calabozo, y azótenla hasta que aprenda a comportarse.

Jennie no podía creerlo, ¿Esa era la misma mujer que la había traído tan amablemente?.

— ¡Sultana, no lo haga!.— Le pidió.— Puedo explicarlo.— Hafse la dejó hablar.— Vine porque el sultán me quiere, y ahora Halime está con él, y todo debe ser un malen-

— ¿Solo por eso viniste hasta aquí a molestar a nuestro sultán?.— Le dijo fríamente.— Halime es alguien enviada por mí, y la favorita del sultán. Yo misma la he preparado, y si ella está en la cama del sultán, es gracias a mí. Será mejor que te mantengas alejada de ella. Ahora llévensela, y castíguenla.— Sonrió cruelmente.

Jennie no podía creerlo. Esa mujer era un lobo disfrazado de oveja.

La encerraron en un lugar frío, y la amarraron.

— Porfavor, no lo hagan...— Les pidió a los agas. Aquellos solo callaron, con pena en su corazón. Comenzaron a azotarla con cuerdas, por orden de la sultana.

Su espalda comenzaba a sangrar, y sus lágrimas salían sin control. De pronto, la figura de la sultana apareció frente a ella.

— Esto es lo que pasa cuando desobedeces, Jennie.— Le dijo, disfrutando verla sufrir.— Tírenle agua, y azótenla veinte veces más, y luego déjenla aquí. No quiero que nuestro sultán se entere de esto. No hay que molestarlo con insignificancias como tú.— Dijo, despreciándola.

Se retiró, dejando a Jennie sufriendo aquel horrible castigo.

Lalisa, mientras tanto, estaba con Halime.

— Desde hoy, vendré a ver yo mismo si estás aquí. Pero, si me obedeces una vez más, ordenaré tu ejecución.

Halime temía por su vida, pero estaba feliz de tener al sultán en su habitación. Eso haría que todas hablasen de ello, y seguro que la nueva se iba a enterar. Encontraría una manera de deshacerse de ella...

El Sultán [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora