XVII

3.3K 457 179
                                    

Lalisa observó cómo Jennie se deshacía de sus ropas. Lo hacía tan lentamente, que comenzaba a desesperarse...

Se dió vuelta, y le mostró su espalda desnuda, y marcadas por las cicatrices. El vestido llegaba hasta su espalda baja, hasta que cayó al piso.

Lalisa se acercó y pasó sus manos por los hombros de esta, deslizándolas por sus brazos, mientras besaba su cuello. Jennie soltó un suspiro al sentir el contacto inesperado de parte de Lisa. Se dió la vuelta para poder besarla, y así lo hizo. Era un beso cálido, y apasionado. No podían detenerse.

La más alta se deshizo de sus ropas, y comenzó a llevar a Jennie cada vez más cerca de la cama, hasta recostarla ahí. Las cubrió con las sábanas, y debajo de estas acariciaba su cuerpo. Podía sentir el jadeo de Jennie cada que apretaba sus pechos, y los besaba. Todo era nuevo para ambas, pero se sentía tan bien...

Lalisa estaba sobre Jennie, entre sus piernas, pasando su mano por el vientre, hacia abajo. Al llegar a su centro, notó lo mojado que estaba. Sentir cómo Jennie gemía bajo ella, solo para ella, le estaba robando la cordura. Quería más, y más...

Comenzó a introducir uno de sus dedos, poco a poco, viendo y analizando cada una de las expresiones de Jennie.

— ¡Auch!.— Se quejó.

— Lo siento, ¿Te lastimé?.— Se preocupó.

— Solo...duele un poco.— Le sonrió.— Por favor, sigue.

Lalisa la besó, y comenzó a moverse dentro de Jennie. El dolor iba disipándose, hasta que ya no dolía más. Sus gemidos comenzaron a acelerarse, y a sonar aún más fuertes. Lalisa aumentaba la fuerza, y rapidez de su mano, introduciendo y sacando su dedo. No sabía qué hacer exactamente, pero eso parecía gustarle a Jennie.

Se aventuró a ir más allá, y pensó "¿Sentirá igual de bien si lo hago con mi lengua?". Besó el cuello de Jennie, mientras estimulaba su centro. Estaba tan húmeda que empapaba su mano. Bajó sus besos por su abdomen, y su vientre, hasta que por fin llegó a su centro.

— ¿Qué haces?.— Susurró Jennie, con vergüenza.

— Quiero intentar algo. Si no te gusta, dímelo.— Le sonrió entre sus piernas, para luego pasar su lengua por el la cavidad húmeda de Jennie. Su sabor era algo extraño, pero le gustaba. Aquel gemido de Jennie al sentir su lengua, hacía que se sintiera tan excitada. Podía sentir su propia humedad entre sus piernas.

Jennie no lograba entender por qué le gustaba tanto, pero no quería que parase. Posó sus manos en la cabeza de Lalisa, haciendo que su lengua se introduzca en ella. Eso la hizo estar en el paraíso del placer. Lalisa endureció su lengua, al sentir lo apretada que estaba Jennie, mientras esta movía sus caderas contra su lengua. De pronto, Jennie sintió como si fuera a llegar al punto más alto del placer, y su vientre cosquilleaba. Sacó a Lalisa de entre sus piernas, y gimió tan fuerte, que seguro los agas pudieron escucharla.

Lalisa tenía sus ojos fijos en el centro de Jennie, y el cómo este estaba empapado. Jennie se recuperó, y cerró sus piernas.

Pasaron unos segundos de incomodidad, mientras sus miradas no se despegaban de la otra. Miraron las sábanas, las cuales tenían una pequeña marca de sangre.

— ¡Dios mío!.— Dijo Jennie.

— No te alarmes, leí que era normal que las mujeres sangren un poco cuando son vírgenes...— Dijo Lalisa.— Así que ese era el sabor extraño...

De pronto, una almohada llegó a la cara del sultán.

— ¡No digas ese tipo de cosas!. Es vergonzoso...— Dijo Jennie enrojecida, cubriéndose con las sábanas.

— ¿Te atreves a atacar al sultán?.— Dijo Lalisa, seria.— ¿No sabes la falta de respeto que has cometido?. ¡Tu castigo será la ejecución a besos!.— Se abalanzó sobre ella, llenandola de besos, y de cosquillas.

Pasó piernas sobre Jennie, sentándose en su vientre, y con sus manos logró agarrar las de Jennie, teniendola a su merced.

— No puedes contra el sultán. Nadie puede.— Se burló Lalisa. Notó la cara enrojecida de Jennie, y quedó confundida.— ¿Sigues avergonzada?.

— Es que...— Miró su vientre.— Puedo sentirlo...

Lalisa miró allí, y notó lo humedecido que estaba por culpa de ella. Su cara también enrojeció. Aquello hizo que Jennie lograra soltarse, y se sentó, teniendo a Lalisa en su regazo. La abrazó, y luego la besó.

— Quiero hacerte sentir bien...— Dijo Jennie. Lalisa estaba algo avergonzada, pero aquello le causó ternura.

Jennie pasó su mano por el centro de Lalisa, quien aún seguía sobre ella. Ver las expresiones de Lalisa, mientras la tocaba era expectacular. Se sentía tan bien...

Quiso introducir sus dedos, y así lo hizo. Al principio notó el dolor de Lalisa, por sus expresiones, pero luego fue cambiando a unas de placer. Lalisa se movía sobre ella, y gemía mientras montaba sus dedos. Jennie no podía creer que aquella chica podía ser tan sexy...

Hasta sus besos la enloquecían...

Pasó la noche, mientras se disfrutaban la una a la otra, hasta que ambas cayeron rendidas ante el cansancio.

Al día siguiente, Lalisa estaba lista para salir a la batalla.

El Sultán [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora