El Sultán [Jenlisa]

XVIII

Una sirvienta llegó hasta los aposentos de la sultana madre Hafse.

— Mi señora, me alegro informarle de que el sultán Mustafá ha recibido a una concubina.— Le mostró las sábanas con la mancha de sangre. Puede sonar asqueroso, pero así era.

— Esa arpía ha logrado su cometido...

— ¿Quién, sultana? — Preguntó Cennet, curiosa.

— ¿Quién es la única que ha estado en los aposentos del sultán todos estos días?. Obviamente Jennie.— Dijo furiosa.— Pero hoy mi querido hijo irá a la guerra, y no volverá hasta dentro de unos meses. Tendré todo ese tiempo para deshacerme de esa desgraciada...

Cennet sonreía, sabiendo que esa chiquilla malcriada iba a pagar muy caro el desorden que provocó.

— Merece morir, mi sultana. Por culpa de ella todos los involucrados en su castigo han sido ejecutados...

— No te preocupes, Cennet. Para una mujer así, el peor castigo no es la muerte...— Sonrió con malicia.

Lalisa se despidió de Jennie y de Halime, sus favoritas. Y luego de su madre, la sultana Hafse.

Al marcharse, sintió un gran vacío en su pecho. No quería alejarse de Jennie, pero era su deber cómo sultán del mundo.

— Señorita, ¿Desea algo para beber, o comer? Estamos a sus órdenes...— Le dijo una de las sirvientas.

— ¿Tienen queso? Tengo muchas ganas de comer queso. Y si pueden, llamen a Farya, para que comparta conmigo.

— Enseguida, señorita.— Le dijo la sirvienta.

Así pasaron dos meses, extrañando a Lalisa, y disfrutando de aquellas riquezas.

— Señorita, la madre sultana la espera en el jardín privado.— Dice una de las sirvientas. Jennie, totalmente desconcertada, se dirige hacia el jardín privado.

— Buenos días, mi sultana.— Hizo una reverencia.— Me dijeron que deseaba verme.

— Así es...— Sonrió Hafse.— Verás, Jennie, recuerdo haberte preguntado si tenías familia. ¿Qué respondiste tú? — Aquello hizo que Jennie comenzara a tener miedo.

— Respondí que no, sultana...— Le dijo, mientras intentaba adivinar qué era lo que planeaba.

— Durante estos dos meses, mis más fieles servidores se han encargado de investigar toda tu vida. ¿Sabes de lo que me he enterado?...— Sonrió. Antes de que Jennie abriera la boca, la sultana prosiguió.— ¡Tienes una familia! Y como soy generosa, la traje a nuestra presencia. ¡Agas! — De pronto, los agas trajeron a su padre y a Ji Soo amarrados de las muñecas, con cuerdas. Su padre se veía golpeado, y su hermana estaba totalmente sucia.

— ¡¿Qué les hizo?! — Se acercó a su familia, pero fue detenida.— ¡¿Qué pretende con esto?!

— No pretendo nada, Kim Jennie.— Sonrió.— Lo único que te pedí, es que te alejaras de mi hijo. Estas son las consecuencias de tus actos. Si vas a culpar a alguien, es a ti misma.— Miró a la familia de Jennie.— Mátenlos.

Aquellas dagas se posaron en el cuello de ambos, quienes miraban a Jennie con miedo, y algo que no se podía descifrar.

— ¡No, porfavor! — Suplicó llorando.— ¡¿Qué es lo que quiere?! Haré lo que sea, pero porfavor, no les haga daño...

Con su mano, les indicó a los agas que se detuvieran.

— Veo que nos vamos entendiendo...— Sonrió Hafse.— Quiero que te cases con el hijo de Ibrahim pasha, y quiero que sea mañana mismo. Solo así liberaré a tu familia. Te irás muy lejos, y como Ibrahim pasha es muy rico, vivirás bien.