XII

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Jennie no podía creer lo grande que era el palacio.

— Cennet, llévala a las duchas, y dale ropa nueva. Enséñale cómo tiene que comportarse, y...— Le susurró algo al oído que Jennie no pudo escuchar.— ¿Entendido?.

— Sí, sultana.— Le respondió la chica.— Tú, sígueme.— Le habló a Jennie. Mientras caminaban hacia las duchas, Cennet le iba informando de todo.— Ésto es simple, ellos son poderosos, tú una esclava. La única manera de sobrevivir aquí, es ir a la cama del sultán. Si logras ser favorita, ya habrás logrado tener tu propia habitación. Si das a luz a un príncipe, serás sultana.— Le dijo.— Llegamos.

— No me interesa eso, la verdad.— Le respondió Jennie.

— Mira, niñita, tú no decides eso. Si el sultán te pide, tienes que ir.— La amenazó.— Ahora báñate, y cámbiate de ropa. Con eso que traes puesto, pareces vagabunda. Suerte que nuestra sultana es generosa, y te ha regalado un hermoso vestido.— Le dijo.— ¡María!.— Llamó a una de las sirvientas.— Dale la ropa a la chica.— Le ordenó.

— ¿A ésto llamas "hermoso vestido"?.— Dijo Jennie.

— No es ese. El vestido del que te hablé, lo usarás ésta noche, por orden de la sultana.

— ¿Por qué?.— Preguntó.

— Deja de hablar y apresúrate.— Se fue, dejándola sola.

Jennie entró, sorprendida por lo lujoso que era todo. Se bañó, y se cambió de ropa. Era todo tan raro...

Al salir, se encontró con la chica que le pasó la ropa.

— Eres María, ¿No?.— Le preguntó.

— Sí.— Respondió a secas.

— Quiero preguntarte algo.— Se acercó.— ¿Sabes donde está Lalisa?. Me dijo que trabajaba aquí...

— No hay ninguna Lalisa en este palacio.— Le respondió.— Por cierto, debes ir con las demás concubinas. Ven, sígueme.— Comenzó a caminar.

— ¿Estás segura de que no está?. Ella me lo dijo...— Jennie no sabía si confiar en ella, o no. Lalisa le había dicho que estaba ahí.

— Claro que lo estoy. He estado en éste palacio por diez años, ¿Crees que no sé quién trabaja aquí?.— Le dijo.— Éste es el harem del sultán Mustafá.— Le mostró una habitación enorme, donde estaban muchas chicas hermosas. Todas la miraban, y comentaban sobre ella.

— ¿Qué les pasa?.— Frunció el ceño.— Están todos locos aquí.

— Cuida tus palabras. Si te oyen hablando de esa manera, te castigarán. Y a mí también, así que será mejor que te mantengas alejada de los problemas.— Dijo, antes de irse.

— ¿Y ahora qué demonios voy a hacer?.— Murmuró.

— ¿Cómo te llamas?.— Le preguntó una de las concubinas que se encontraban ahí.— Eres muy hermosa.

— Me llamo Jennie, y gracias...— Le respondió.— ¿Y tú?.

— Soy Farya.— Le sonrió.

— Oye, Farya. ¿Sabes dónde está Lalisa?. Es una sirvienta de este palacio.

— Aquí no hay ninguna Lalisa.— Le respondió confundida.

Todo era más raro cada vez. ¿Y si Lalisa le había mentido?. Tal vez ni siquiera era de Estambul.

— Creo que...tal vez solo estoy confundida.— ¿Ahora cómo escaparía?. ¡Se había metido en un gran lío por culpa de Lalisa!.

— ¡Atención, su majestad, el sultán Mustafá!.

El Sultán [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora