Heridas

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Tristeza era una palabra que se quedaba tan corta ante los sentimientos del Kyan. Acostado boca abajo, mordiendo la almohada para suprimir sus gritos de dolor, Reki se encontraba llorando en su oscura habitación, siendo consolado por su amigo Kazu, quien había vuelto después de años.

El pecho le calaba tanto, se sentía como si algo o alguien lo estrujara hasta dejarlo sin aire. Sus ojos también calaban de tanto haber llorado. Sus dedos también calaban de tanto que había apretado con fuerza aquella almohada blanca que tenía encima de su cama.

Todo su ser calaba. Nunca pensó que sentiría un dolor como aquel que estaba sintiendo en aquellos momentos.

Kazu, por su parte, lo único que podía hacer era acariciar la espalda de su amigo, esperando que sacara todo el dolor que tenía dentro. Trataba de calmar sus ganas de ir a buscar y golpear a aquel canadiense que era el culpable de las lágrimas que derramaba su querido amigo y amor platónico de la infancia.

—Langa... —Susurraba Reki entre sollozos. Nunca pasó por su cabeza el terminar con Langa, pues pensaba que él hacía un buen trabajo como novio, y tal vez ese fue el problema, que el realmente no hacía bien su trabajo. Tal vez, solo tal vez, Langa no lo hubiera abandonado si no fuera un don nadie como le había dicho Adam.

Kazu lo entendía. El corazón de Reki le pertenecía solo a Langa, pero tal vez él podía cambiar tan siquiera un poco de esto.

—Reki. —Le susurró Kazu, esperando que el Kyan lo mirara, sin embargo, eso no paso. Reki siguió con su cara sobre la almohada, llorando en silencio.

"Mírame, Reki" pensó el pelimorado, siguiendo con su tarea de consolar a su ex mejor amigo. "Langa Hasegawa" pensó Kazu, grabándose el nombre del chico que había conocido hace una hora atrás.

—¿Estás bien? —Preguntó Kazu, aunque aquella pregunta sonó demasiado tonta, puesto que ya sabía que Reki no estaba bien, después de todo, aquel chico peliazul había hecho llorar a su amigo de la infancia. —Perdón, fue una pregunta estúpida. —Kazu comenzó a limpiar las lágrimas del Kyan, esperando alguna respuesta por parte del pelirrojo.

—¿Realmente eres tú, Kazu? —Reki no podía creerlo. Kazu estaba frente a él. Realmente había crecido, y eso se notaba en su estatura, pues Kazu era más alto que Reki, casi de la misma estatura que Langa.

Kazu asintió, dedicándole una sonrisa a Reki que lo hizo sonrojar. No solo había crecido físicamente, sino que además se puso muy guapo.

Langa, desde atrás, miraba a aquel japonés de cabellos morados. ¿Quién demonios era Kazu y por qué Reki estaba entre sus brazos como si nada? Era la pregunta que se hacía el canadiense.

No es que tuviera celos, o esa fue la excusa que se dijo a sí mismo Langa, pero nunca había escuchado a Reki hablar de un tal Kazu. Y tenía razón, Reki nunca le había dicho que su amigo de la infancia que le había enseñado skate se llamaba Kazu y que se había mudado del país por aquel fatídico accidente que sucedió hace años.

Pero Langa no podía soportar más, así que, sin darse cuenta de sus celos, jalo a Reki del brazo, en un intento de alejarlo de aquel japonés pelimorado, sin embargo, nunca pensó que aquel chico tomara a Reki de la cintura para evitar que Langa lo alejara de él.

Más que molesto, Langa estaba ardiendo en celos. Aplicando más fuerza a su agarre, volvió a jalar a Reki del brazo, sacándole un chillido de dolor y dejándole una marca de su mano en aquella zona.

—¿¡No estás viendo que lo lastimas!? —Le gritó Kazu, a punto de lanzarse contra Langa, pero los golpes nunca llegaron porque Langa soltó el brazo del Kyan al darse cuenta de lo que estaba haciendo.

Mi ex novio (SK8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora