a different sparkle ━━ adrien agreste/chatnoir.

twelve

Durante el camino a casa, Becca se quedó completamente callada y con su mirada perdida en la ventana, esperando poder llegar a su hogar y tirarse en la cama.

Su hermano mayor Dean la veía desde el retrovisor, preguntándose qué fue lo qué pasó entre ella y ese chico rubio. El joven y su padre habían observado la pequeña "conversación" y supieron que si le preguntaban algo a Becca se enojaría, así que prefirieron no decirle nada hasta que se viera más calmada.

(...)

Adrien miraba las calles de París mientras su chófer lo llevaba a casa. No paraba de repetirse lo que Becca le había dicho hace un rato y no sabía si se sentía culpable o enojado por cómo reaccionó la castaña. Prefirió no salir con sus amigos y solamente llegar a la mansión para hacer sus tareas e irse a su clase de esgrima.

Ya en su habitación, Plagg salió de su escondite y al ver a su amigo tirado en la cama con la cara escondida entre las almohadas se asombró e inmediatamente voló hasta estar cerca de él.

Claramente, Plagg había escuchado todo lo de la salida y también estaba al tanto de la situación con Becca.

—Al menos lo intentaste. —dijo simple, recibiendo un fuerte gruñido por parte de Adrien.

—¡Tu no entiendes, Plagg!

—Claro que entiendo, lo qué pasa es que solo te sientes culpable por lo que te dijo anoche siendo Chat Noir y ahora quieres arreglar todo así de pronto como Adrien  —el ojiverde giró a verlo.— ¡y así no son las cosas! No puedes cambiar de opinión sobre ella todos los días, la estás mareando.

—¡Ya sé! —exclamó frustrado, ahora girando su cuerpo y mirando al techo.— Es que antes no sabía nada de ella. No sabía que la molestaban o que le afectaba como yo la tratara...

Adrien se sintió aún peor diciéndolo en voz alta, cerró los ojos y él y Plagg se quedaron en silencio.

—No tienes por qué apresurarte, que hoy te haya rechazado no significa que será así siempre —claramente Plagg intentaba animar al rubio.— solo dale tiempo y no intentes todo tan rápido, háganse amigos poco a poco.

El joven dejó de mirar al techo para observar a su amigo y le sonrió levemente. Quiso pensar que a lo mejor, su kwami tenía razón.

—Debería enviarle un mensaje. —con decisión, sacó su celular y empezó a buscar el contacto de Becca.

(...)

—Excelente, vayan a las barras y estírense, las llamaré en un rato.

Todas asintieron y obedecieron a la orden de la maestra Jayde. Ni la profesora Jules, ni Odette habían asistido ese día a la clase de ballet y era entendible, tal vez seguían asustadas o avergonzadas de todos los sucesos del día anterior. Becca tampoco tenía ganas de ir pero estaba tan enojada que solo practicando iba a lograr olvidarse de sus problemas.

Junto a sus otras compañeras fue hasta las barras y el siguiente grupo pasó con la señorita Jayde. Becca comenzó a hacer sus ejercicios de estiramiento y notó cómo las jóvenes a su lado la miraban con interés.

—Todas están desesperadas por saber qué pasa entre Chat Noir y tú. —habló de repente una voz conocida a su lado.— Por eso es que te ven así.

Becca se enderezó y volteó a mirarla, era Berenice Diamantis.

—¿Algo entre Chat Noir y yo? —preguntó incrédula.

—No actúes inocente, todas vimos cómo te rescató ayer. —rió para enderezarse y ponerse frente a Becca. Si había algo que distinguía a Berenice era su facilidad y poca vergüenza al momento de decir las cosas.

Becca frunció el ceño y también rió. —¿Solo por eso creen que salgo con el? Es un superhéroe, Berenice, su deber es rescatar gente en peligro.

—Lo sé pero los superhéroes no ven a los demás como Chat te miraba a ti ayer. —insistió con una gran sonrisa, ganándose un bufido por parte de Becca.

—Deberían dejar de ver tantas películas de amor. —ahora la castaña posicionó una pierna encima de la barra y se tocó la punta de sus pies con ambas manos.— No somos nada, créeme.

—Sí, claro.

Becca rió y negó. Berenice era una de las pocas chicas que le hablaban en la academia, la verdad se llevaban bien, incluso Berenice había defendido en varias ocasiones a Becca cuando las demás la molestaban o la maestra Jules la atacaba con sus comentarios despectivos. Pero no eran del todo amigas, solo congeniaban bien.

A Becca no le sorprendía que sus compañeras se estuvieran inventando historias entre ella y Chat, lo hacían siempre con cualquier cosa con tal de tener un tema para hablar así que no le pareció de gran relevancia su repentino "romance" con el rubio.

Un sonido proveniente de su bolso la sacó de sus pensamientos e inmediatamente fue a revisarlo. Le había  llegado un mensaje y al verlo su semblante se tornó confundido.

Adrien Agreste.
Lo siento mucho.

—¿Adrien Agreste? —preguntó Berenice con total sorpresa mirando la pantalla del teléfono detrás de Becca.— Entonces el es la razón por la que tu romance con Chat Noir no es real, ¡con razón!—Becca la miró con reproche y la chica solo alzó ambas manos.— ¡Perdón! Pero es el chico más guapo de París.

Becca rió y negó —Tampoco somos nada. El... -

—Te gusta. —finalizó la otra, comprendiendo todo con tal solo ver la expresión de Becca.

Esta suspiró y bajó la mirada. —Eso creía pero... desde que lo conozco se ha portado indiferente conmigo, como si le hubiera hecho algo malo.

—Qué extraño, en la televisión se lo ve muy agradable.

—Y lo es, tiene muchos amigos y los maestros lo adoran. Yo soy la del problema, le caigo mal y ya.

—No te culpes, tal vez ya se dio cuenta de su mala actitud. —dijo Berenice refiriéndose al mensaje del rubio, Becca solo sonrió levemente, volteando a ver el texto otra vez.

(...)

—Ni siquiera lo leyó. —Adrien observaba la pantalla de su celular con tristeza mientras que Plagg lo veía preocupado.— En serio está enojada.

El kwami se quedó pensando por unos segundos, odiaba ver a Adrien inquieto por cualquier tema de humanos que él no entendía, así que con mucho ánimo le dijo:

—¿Por qué no te conviertes en Chat Noir y la vas a visitar? El sí le cae bien. —Plagg se dio cuenta de la tontería que dijo y rió nervioso.— No digo que tú le caigas mal... pero -

—Si te entendí, Plagg, tranquilo. —rió el ojiverde, calmando a su kwami.— Y la verdad no es tan mala idea, creo que lo haré. —sonrió y se levantó de su cama.