Capítulo 6

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«Jack se acercó demasiado a la mujer y tomó la copa de vino para llevarla a sus labios. Lo hizo sin dejar de mirarla, como si supiera que solo necesitaba eso para someterla y nada más.

—¿Te incomodo? —preguntó acercando sus labios al oído de Chelsea. Ella quiso responderle que sí, que se apartara, pero su traidor cuerpo decidió negar con la cabeza de forma apenas perceptible pero suficiente para que Jack soltara un pequeño resoplido en su oreja y que provocó que sus vellos se erizaran—. Me alegra saber que no lo hago.

—Solo estoy un poco sorprendida —confesó la fiscal intentando de forma infructuosa que no notara el nerviosismo que le recorría en esos momento y mucho menos quería que notara el estado excitado en el que empezaba a sentirse—. No es nada más.

—Te espero afuera —musitó Jack y después de dejar dinero sobre la barra para pagar la cuenta, se dio la vuelta y la dejó ahí sin más.

Chelsea comenzó a hiperventilar y se puso de pie de inmediato para tratar de calmarse. Se dijo que no haría nada estúpido. Miró alrededor para buscar a su amiga, pero no había rastro de ella, así que pensó en llamarla pero entonces vio un mensaje de ella de hacía más de media hora en el que le informaba que se había ido puesto que había conocido a un tipo.

Lanzó una maldición y le escribió una serie de insultos que mandó sin dejar que el coraje le pasara, así que fue al sanitario para relajarse un poco y apenas entró se acercó al espejo para verse en él y no pensar en nada más pero la realidad es que al verse ahí, se sintió deseada y caliente.

Miró sus henchidos pezones sobresalir bajo la tela y después de mojarse el rostro para enfriarse, no hizo más que avanzar de forma involuntaria hasta la salida donde apenas salió se encontró con un lujoso auto aparcado afuera del club.

Jack estaba esperándola recargado en coche y apenas la vio sonrió de esa manera que ella odiaba y a la vez admitía que le provocaba mucho.

Se quedó parada en la acera durante unos segundos, le miró y no necesitó más que una sonrisa provocativa del hombre para decidir de una vez por todas. Caminó decidida hasta Jack, quien volvió a sonreír y la ayudó a abordar el auto.

El hombre hizo una seña a sus custodios para dejar claro que se iría solo y después de que ella abordara el copiloto, él se subió para conducir. Chelsea pudo ver cómo los hombres se quedaron parados en la acera mientras el coche avanzaba por la avenida.

Intentó mantenerse en calma en todo el camino y sin darse cuenta, pronto estuvo frente a un enorme edificio que le hizo mirar hacia arriba para intentar calcular la cantidad de pisos que el lugar tenía.

Jack la ayudó a salir del auto y la guio dentro hasta un pequeño y discreto bar en lo que era uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad, el The King Palace.

Una vez les asignaron una mesa, ambos permanecieron en silencio hasta que fue él quien decidió romper el silencio.

—¿Te apetece algo en especial? —preguntó y la joven negó.

—Cualquier cosa está bien —respondió sentándose y cruzando las piernas, más por nerviosismos que por comodidad—. ¿Qué hacemos aquí? Estoy segura de que habríamos estado igual de cómodos en el otro lugar.

—Me gusta la privacidad —respondió Jack de forma tajante después de pedir las copas y girarse a verla—. Es simple como eso. No hay nada extraño.

Bebieron en silencio los tragos que les fueron llevados, un vino caro, demasiado diría Chelsea, a juzgar por el sabor.

Frente a ellos un hombre bebía solo y Chelsea se vio mirando al desconocido para no tener que darle la cara al hombre a su lado o sentía que sucumbiría con solo un guiño. Aquello atrajo la atención del juez, quien le miró detenidamente unos segundos antes de ver lo que ella estaba viendo. Sonrió.

CORRUPTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora