Capítulo 42

3.3K 570 112
                                    

—Juez FitzGibbons —dijo una reportera afuera de la Corte—. ¿Está al tanto que de que el general Appleby fue arrestado apenas unos minutos atrás mientras iba camino a su casa luego de salir del juicio de su hijo, donde la fiscal Randall ha ganado el juicio a favor del pueblo?

—Me acabo de enterar —mintió y suspiró sin agregar nada.

—¿Sabía que el presidente estaba confabulando con el general y el fiscal de distrito? —cuestionó otra voz a lo lejos y se acercó lentamente a él—. Era el periodista cómplice. El mismo al que él le había dado la historia que quería que contara. La televisora ha intentado comunicarse con usted, pero parece imposible.

—No tengo una declaración que dar, puesto que no he sido llamado por el tribunal y conozco el procedimiento —dijo antes de seguir su camino.

—Juez, ¿qué tiene que decir de la muerte del fiscal de distrito? —inquirió otra mujer y Jack se detuvo de golpe antes de girarse—. Fue hallado apenas a unas calles de aquí, bebió alguna clase de veneno. Los paramédicos intentaron ayudarlo pero nos confirman que llegó sin signos vitales al hospital.

Jack se quedó callado unos segundos y finalmente habló.

—No lo sabía —replicó con una mirada atenta—. Debo irme.

Siguió su camino mientras pensaba en qué pudo pasar. Por un momento creyó que habían sacrificado al ciervo más fácil, pero la algo no estaba bien, así que tomó su celular e hizo un par de llamadas para saber qué demonios estaba pasando.

Antes de ir a su departamento casi terminó la batería de sus teléfonos, puesto que no dejaban de sonar y en cuanto llegó los puso a cargar y se dio una ducha cuando escuchó el sonido del timbre.

Se puso una bata y salió a prisa hacia la entrada. Al abrir se encontró con su única hermana.

—Tengo que venir porque si no lo hago, no vas a visitarme, creo que ni siquiera te acuerdas de que tienes una hermana en Boston —dijo la mujer y se adentró en el departamento sin más—. He llamado a Alice y me dijo que está de viaje con Jamie, ¿por qué no los acompañaste?

—Porque fue con su esposo —respondió fastidiado—. ¿Qué haces aquí?

—Vine a acompañar a mi hijo, tu sobrino, el cual también es abogado —dijo su hermana y sonrió—. Me enteré de que tienes una hija. Maldito infeliz, te lo tenías muy callado. Cuéntame, ¿quién puso el óvulo?

El timbre sonó de nuevo y ella se apresuró a abrir.

Chelsea apareció de pronto y se detuvo de golpe al verlos, sobre todo a él, quien estaba medio vestido.

—¿Chelsea? ¿Qué sucede? —cuestionó con la mirada sobre ella—. ¿Chloe está bien?

—Así que eres tú. Mmm, eres bonita —dijo la mujer y la tomó del brazo arrastrándola dentro—. Soy la señora St. Vincent, es mi apellido de casada, soy hermana de este hombre. Seguro que no te habló de mí, Chelsea. ¿Puedo tutearte, verdad?Chelsea parecía confundida y miró a Jack en busca de ayuda.

—Ella ya se va. Sal de aquí, necesito trabajar —dijo el juez sacando a su hermana de su departamento—. Escucha, te veré después, justo ahora tengo... tengo mucho que hacer y tú no deberías acercarte a mí en este momento.

—Vi las noticias, ¿quieres que te ayudemos? —cuestionó con la mirada sobre su hermano—. Sabes que los St. Vincent cortaremos las cabezas que tengamos que cortar. Yo soy una persona muy amable pero haría lo que fuera por mi bebé.

—No soy un bebé y puedo resolver mis asuntos, ve a casa —pidió Jack y cuando su hermana mayor le observó atenta, terminó por suspirar.

Se acercó a ella, le dio un beso en frente y le prometió que la visitaría para las fiestas navideñas. No solo eso, le prometió que le presentaría a su hija.

CORRUPTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora