Capítulo 27

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—¿Esperas una explicación? —cuestionó desde su sitio y ella sonrió con amargura—. Si es así, me temo que tenemos un serio problema.

—No, ya no espero absolutamente nada de ti, incluso sé que si lo esperara, de todos modos no harás nada al respecto, eso lo tengo muy claro y a decir verdad, ya me da igual —respondió Chelsea y se limpió los ojos, tratando de mostrar que nada le dolía aunque sabía que se veía patética y estúpida—. Por favor sal de aquí o dime si no te irás de la habitación para que sea yo quien vaya a otra recámara. No tolero más esta mierda.

—En realidad, no sé a qué viene tu reclamo —dijo Jack mientras la enfrentaba, clavando la vista sobre ella—. Te molesta que haya otras mujeres en mi vida, pero antes no te molestó tener a dos hombres para ti, al final me estabas engañando con ese infeliz. ¿Cuál es la diferencia? ¡Explícamela porque no logro entenderlo!

Chelsea sintió que se le revolvía el estómago al escucharlo, pero ya no quería seguir escondiéndose y sintiéndose miserable por su culpa. No estaba dispuesta a darle ese placer y a soportar más sus desplantes.

—Yo no lo hacía por venganza —respondió la fiscal y se encogió de hombros—. Da igual las razones, en cualquier caso a quien engañaba era a Curtis, porque mi relación con él tenía muchos años.

El juez sintió las palabras de Chelsea como un golpe en el abdomen, tan severo que le cortó el paso del aire; no obstante, fingió indiferencia y se obligó a recomponerse.

—Sí, eso es cierto, lo que resulta aún más miserable —declaró irónico y se acercó a ella pero Chelsea retrocedió—. Solo quiero decirte que no te preocupes, ya no me ofende, tal vez un poco. Me da un poco de rabia haber compartido una mujer con alguien que vale menos que la basura que piso.

Chelsea aguantó el llanto todo lo que pudo, pero de nuevo se vio limpiándose las lágrimas y suplicando en su mente que se largara.

—Estoy harta de esta mierda —continuó diciendo la mujer—. No quiero que me digas nada más al respecto. Ya ni siquiera sé si me duele lo que haces o solo me hiere el dolor de saber que lo haces de forma deliberada. Lo único que tengo claro, es lo mucho que me aborreces y lo comprometido que estás en hacerme sentir lo peor del mundo. No tienes un poco de humanidad para conmigo y me lastimas una y otra y otra vez. Lo sabes y no te importa. Tampoco me importa que lo hagas, no a estas alturas, pero tampoco esperes que me quede sin hacer nada en absoluto. Ya no.

Volvió a limpiarse las lágrimas y respiró agitada.

Jack la observó e intentó acercarse al verla ahogarse con su propio llanto; sin embargo, ella no se lo permitió; contrario a todo, rehuyó, alejándose cada vez más hasta quedar frente a la ventana y ambos tuvieron que callar cuando Chloe se adentró sin tocar y corrió hacia su madre.

Chelsea se recompuso de inmediato, a él le sorprendió ver la manera en que ella pasaba del llanto a mostrarse muy feliz con Chloe.

La niña se giró a verle y le sonrió. Jack se acuclilló para estar cerca de Chloe, quien, lento, se acercó a su padre y llevó su manita hasta el rostro del juez. Soltó una risilla al sentir la barba y él devolvió la sonrisa.

—Ven aquí —dijo tomándola de la cintura y sentándose sobre el piso para poder cargarla en sus piernas—. ¿Por qué te has levantado tan temprano?

Escuchó la respuesta y soltó una risa al darse cuenta de que la pequeña esperaba que el entrenador sacara a los perros esa mañana.

—¿Qué te parece si el fin de semana vamos a ver caballos? —inquirió el hombre. Se alegró de ver los ojos de Chloe mostrarse emocionados ante la propuesta y de inmediato se vio pidiendo que su madre también fuera.

CORRUPTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora