Capítulo 34

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Chelsea bajó del auto cuando fue capaz de reaccionar y corrió abriéndose paso entre el caos para ir al auto. Encontró al abogado de Jack en el piso, sangrante y herido cuando fue alcanzado por la explosión.

El auto estaba en llamas y no dejaban que se acercara nadie. Así que se vio gritando entre el caos cuando vio a Gerald Hughes levantarse aturdido y tocarse la cabeza ante el golpe, a su vez tocó su pecho.

Tenía una enorme esquirla enterrada y ella luchó por pasar la valla de seguridad que los oficiales del tribunal improvisaron para acercarse a él. Gerald parecía que se desmayaría en cualquier momento y solo tocaba el pedazo de metal en su pecho.

Finalmente llegó hasta él y lo ayudó a sentarse en el piso.

—Gerald —dijo pero este parecía que entraría en shock en cualquier momento—. Por favor no te muevas.

Chelsea colocó una mano sobre el pecho del abogado y trató de acomodarlo para que no se moviera en absoluto. Con la otra, temblorosa sacó su celular y llamó a los servicios de emergencia. No sabía cuán grave era su herida, pero se veía muy mal y evitó que el abogado se sacara el metal del pecho o podría morir desangrado. No tenía idea de qué tan grave era ni cómo ayudarlo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y le impidieron ver, tampoco sabía nada. Todo mundo gritaba, los policías impedían que alguien se acercara y ella no podía ver nada dentro del auto todavía en llamas.

Una segunda explosión se escuchó y los agentes agrandaron el radio de protección mientras ella veía a todos lados, esperando los servicios de emergencia.

Comenzaron a usar los extintores para intentar aplacar las llamas y pudo ver el cuerpo dentro del auto. Su barbilla tembló al saber que ese podría ser Jack.

El abogado intentaba decir algo, pero no podía hablar y en su lugar solo salió una bocanada de sangre que golpeó el pecho de Chelsea, quien intentó calmarlo.

—¡Gerald! —Escuchó que alguien dijo y ella levantó la vista para ver a un herido Jack aparecer frente a ella.

Se dejó caer en el piso, temblorosa y comenzó a llorar tan fuerte que él solo la vio unos segundos y colocó su mano sobre la de ella, pero de inmediato volvió a su abogado.

Este intentaba desesperadamente decir algo, pero solo brotaba sangre de su boca.

»Tranquilo, ya viene la ambulancia —dijo Jack para calmarlo, pero parecía que en cualquier momento se desmayaría también.

Lucía somnoliento y en ese momento, la ambulancia se escuchó y ella suspiró aliviada. Se paró para gritar y hacerles una seña. Por fortuna, la vieron y se detuvieron; al mismo tiempo, otra camioneta oscura y cerrada se detuvo detrás.

De ella bajaron media docena de hombres que se acercaron a Jack para protegerlo y sacarlo de ahí.

—Necesita un médico —dijo Chelsea yendo detrás de ellos y mientras veía a Gerald ser estabilizado para subirlo a la ambulancia.

Las piernas de Jack se doblaron y ella corrió para ayudarlo, pero vio dentro de la camioneta que había una camilla y un doctor.

Lo colocaron en ella y miró a uno de los hombres.

»¿A dónde lo llevan? —preguntó, pero no obtuvo respuesta—. ¡Por favor!

El hombre cerró la puerta trasera del carro y fue al copiloto. Segundos después no había nada.

Se sintió perdida.

—Señorita. ¡Señorita! —gritó un oficial y la sacó de sus pensamientos—. ¿Ese es su auto? —señaló hacia el carro que estampó luego de la explosión y ella asintió—. Debe moverlo, necesito que rinda su declaración, los peritos están llegando.

CORRUPTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora