La albina contoneaba sus piernas, cruzándolas con gracia sobre el asiento mientras esperaba impacientemente a que aquel molesto rubio terminara con su junta. Había pasado poco de tres días y él le llama de imprevisto con la excusa de "hay algo de lo que quiero hablar".
Bufó cruzada de brazos.
—¡Maldito Demon!, ya llevo más de una hora aquí sentada esperando. — a su alrededor, más de un trabajador se alejó de aquella aura aterradora que esta desprendía, incluso llegaron a temer un poco ya que, si Meliodas Demon daba miedo con esa mirada frívola, aquella de facciones de ángel era capaz de demostrar que incluso el cielo tiene su propio infierno.
—Y creo que todavía tendrás que esperar. — los bicolores se desviaron al dueño del albino de ojos carmín. —Es un gusto verte de nuevo princesa, ha pasado ¿mucho no crees? — tomó su mano y besó sus nudillos en un acto cortés, pero Elizabeth no pudo evitar sentirse agobiada.
—Señor Ban, ¿le puedo pedir un poco de espacio?
Torció una mueca, ¿Cómo puede existir alguien tan excéntrico y galante? Solo ignoraba aquellas miradas vagantes que malinterpretaban la cercanía de esos dos.
—El capitán no saldrá hasta un rato más y tiene más juntas que atender. Me mandó para disculparme en su lugar y me pidió llevarte a la propiedad de los Demon. — simplemente se levantó de su asiento y le dio la espalda.
—Yo puedo ir sin ningún problema, gracias. —, pero Ban fue astuto al tomarla por el hombro causando una sensación arisca.
—El capitán me sepulta vivo si algo te pasa, me lo advirtió: "Ni un rasguño Ban", y pienso seguir sus órdenes al pie de la letra. — algo se le debía ocurrir para deshacerse de él. Continuó divagando en su cabeza buscando una excusa.
—Pero también debes estar ocupado, realmente no es...
—Insisto. — no tuvo opción, este solo la tomó deliberadamente de la mano, escena que llevo más de una mirada curiosa y algo sorpresiva. Podía escuchar cuchicheos de bocas ajenas y miradas fugaces.
"Mierda, se harán malas impresiones de mí y luego Meliodas se enfadará, ¡agh!" frunció el ceño. " De cualquier forma, es su culpa si algo se sale de contexto." Lo único que logró fue no más que una ligera distancia; golpear al albino sería mal visto.
Fue un largo recorrido desde las oficinas hasta el estacionamiento subterráneo del edificio, más con ese sentimiento de desilusión. Tenía curiosidad, ¿por qué su llamada tan repentina? Sea lo que hubiese sido, lo que realmente deseaba era intentar otras de sus travesuras como aquella última en su escritorio, realmente era tentador encenderlo para luego dejarlo a medias.
Ya tendría la oportunidad para sus maldades.
El sonido sordo de la puerta del auto llamó su atención. A diferencia de su mejor amigo, Ban usaba un estilo de auto más extravagante de color naranja rojizo, el espacio era aún más pequeño y, por ende, los asientos de frente eran más juntos; omitió un quejido y montó el vehículo esperando que el propietario comenzara a dar marcha.
—¿Y cómo vas con Meliodas?, supongo que todo mejoró entre ustedes. — por un momento arqueo la ceja, ¿ese rubio le contaría todo lo que pasaba entre ellos?
—Si; el sigue siendo el mismo egocéntrico empresario.
—Tiene muchas cualidades. — hizo un breve silencio algo pensativo y curioso. —Podríamos hacer una parada antes, te invito a mi casa a tomar un trago, ¿te parece? — sus ojos delataron terror sorpresivo. Trago saliva.
—No gracias, Gelda debe estarme esperando. Además, no me parece apropiado formar tanta cercanía con el mejor amigo de tu pareja. — el contrario apretó los labios evitando soltar alguna burla.
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La Señora de Demon || Melizabeth
FanfictionFirmaste un contrato; no hay marcha atrás. Meliodas Demon, un hombre cotizado cultipicaño, monótono y desinteresado por el romance, se ve obligado a casarse para heredar parte de la fortuna Demon. Elizabeth, una chica indiferente y hostil, pero amab...