[Un mes antes de la boda]
—Y con ese es el último. — la hermosa peli plata suspiró agobiada después de sellar la caja de cartón donde contenía la extravagante ropa interior que cierta pelirroja insistió en comprar. ¡No iba a usarlos!, era un hecho más que seguro. —Solo espero que Liz no me mate, pero después de aquella vez.... — pensativa admiro la caja, ¿sería bueno re venderla o solo regalarla a la primera persona que vea?
Fuera como fuera, no se permitiría volver a usar una de esas cosas y menos de tener el descaro de insinuarse de esa manera tan atrevida al rubio pervertido. ¡¿En qué estaba pensando?! Una mirada serena que no demostraba interés como mujer por ella fue suficiente para impulsarla a querer sacar ese lado demoníaco que este escondía, su curiosidad por verlo sisear obscenidades era más fuerte que cualquier pudor moral de ese momento; sin embargo, ahora...
Su rostro enrojeció en un terrible carmín flameante; por lo menos agradecía que ese pequeño incidente no haya pasado a mayores o estaba segura que de esa no se hubiese salvado de las manos masculinas; lo notó, él moría por tocarla y aun así se contuvo, ¿por qué?
—Elizabeth, ¿qué haces? — la jovencita se exaltó un poco por la vocecilla melosa de su madre a sus espaldas.
—Eh, deshaciéndome de cosas que ya no necesito; ya sabes. Si me voy a mudar con los Demon no es necesario que lleve tanta basura innecesaria. — la mujer contraria no le encontró credibilidad a su nerviosismo encubierto, pero lo dejó pasar. —¿Se te ofrece algo madre?
La mujer relamió sus finos labios cerezas.
—¿Ya intentaste hablar con tu padre? — y creyó que estaba tranquila; estaba, ya que ahora una inquietud insolente le deformó su sonrisa en una mueca contundente. Afirmó un par de veces con un suave cabeceo.
—Traté durante todo este tiempo, pero no responde ni a mis llamadas ni a mis mensajes. — frunció el ceño, ¿qué tanto hacía ese hombre como para olvidarse que tenía una hija? Aceptaba que era alguien libre de compromisos y gozaba de su vida, pero ¿tanto como para no ir a un solo evento que consideraba casi importante? Soltó una bocanada tomando su teléfono, resignada a intentarlo una última vez. —Ahora mismo lo intento de nuevo, espero solo escuchar un "No"; me haría sentir mejor.
Inés veía con el corazón desgarrado el semblante de su única hija. Lo pensó un momento, perdiéndose en los vagos y coloridos momentos de su pasado, ¿fue malo que la dejara fantasear mucho? La pequeña albina era creativa y una artista inmensurable, y su madre simplemente la amaba tanto que no la detuvo; sin embargo, ¿Cómo la protegía del dolor? Su padre fue aquel primero que lanzó sus golpes de realidad llenos de decepción y melancolía y, aun así Elizabeth no se detenía por más herida que estuviese.
Soltó un largo suspiro manteniendo la calma.
—De acuerdo. Cualquier cosa avísame. — besó su frente y se alejó. Su instinto por querer sobreprotegerla de su progenitor era fuerte, pero ella nunca le había hecho frente antes. Debía dejarla que sola se enfrentara y sola lograra superarlo.
—Por favor contesta. —, pero la línea fue rechazada. —¡Carajo! — volvió a intentarlo y otra declinación sin respuesta. —¡Tsk! "Por solo una vez en tu vida, contesta."
La albina se llegó a preguntar, ¿para qué inventaron los absurdos teléfonos si no los responden? Ahora entendía a su madre cada vez que ella la ignoraba.
"¿Hola? ", la jovencita se irguió realzada de emoción, su llamada, después de tantos días e incontables veces intentando llamar fue recibida por aquel hombre.
—P- ¡Padre!
[...]
—Detesto esto. — murmuró el antipático rubio con un afligido entrecejo arrugado y labios apretados, solo mirando su reflejo en uno de los tantos enormes espejos que la boutique tenía; solo observando el conjunto trajeado que vestía.
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La Señora de Demon || Melizabeth
FanfictionFirmaste un contrato; no hay marcha atrás. Meliodas Demon, un hombre cotizado cultipicaño, monótono y desinteresado por el romance, se ve obligado a casarse para heredar parte de la fortuna Demon. Elizabeth, una chica indiferente y hostil, pero amab...