CAPÍTULO 13

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Narra Sail

-Sail,tranquilízate y cuéntanos que ha pasado.
Me encontraba en mi mansión de California, abrazada a mi madre y a mi padre.
Mi hermano me dio la mano y me dio una vaso de agua.
Bebí todo para calmarme y me sequé las lágrimas.
-Padre, madre. Hay que ir a casa de los List.
Creo que eso no se lo esperaban.
-Por qué hija? Siempre pensé que eran buenas personas pero te juro que si te han hecho algo...
-No me han hecho nada, padre.
-Entonces?
Cogí aire.
-La menor de los tres, Nia.
-Qué le ha ocurrido? Algo malo?
Asentí.
-Madre, debes comprar un ramo de flores.
-Cielo, para quien?
-Para la mediana, Sil.
-A ella también le ha pasado algo?
-No, pero se desmayó.
-Pobre chiquilla. Pero que ha ocurrido con Nia, Sail?
Respiré profundamente, pero no pude evitar que las lágrimas brotaran de mis ojos de nuevo.
-La han asesinado. Su hermana la encontró en el suelo, ya muerta, con un puñal clavado en el vientre. A nosotras nos alertó el grito de Sil, y cuando llegamos las encontramos a las dos en medio de un charco de sangre.
Mi madre se tapó la boca y mi padre abrió mucho los ojos. Mi hermano me abrazó.
-Santo cielo! Y no sabéis nada de quien ha podido ser?
Negué con la cabeza.
-No. Solo había una nota con un símbolo raro.
Mi padre me apretó el hombro con suavidad.
-Mañana iré a hablar con el director, pero ahora, vestíos y arreglaos, iremos a cenar a su casa.

(...)

Mi padre tocó al timbre y el señor List nos abrió la puerta.
Mi padre le estrechó la mano.
-Siento lo que ha pasado, Tom. Si necesitáis ayuda de cualquier tipo, avisadnos.
-Gracias, Leo. Pasar y cenar con nosotros, porque sí que necesito una cosa.
-Lo que sea.
-Compañía.
-Tom, vendremos todos los días.
El señor List, nos miró a mi hermano y a mí.
-Ronald y Sil están arriba, no han dejado de llorar desde que los recogimos y Sil se ha desmayado un par de veces más, ya lo hemos intentado todo, y nada funciona, así que si conseguís al menos que bajen a cenar, nos haríais un gran favor.
-Lo intentaremos, señor. Estas flores son para Sil.
Me sonrió tristemente.

(...)

Llamé un par de veces a la puerta de Sil, y pasé.
-Sail.
-Hola, chicos, mi hermano subirá enseguida.
Me senté al lado de Sil, y la abracé.
Ella me apretó con fuerza y lloró y lloró.
No dije nada, sabía que tenía que desahogarse.
Mi hermano llegó al cabo de unos minutos, y ambos chicos se fueron a la habitación de Ronald.
-Cuando terminó de llorar, solo dijo:
-Gracias.









Que sé kárate de la tele (Cobra kai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora