Cuando deje de extrañarte

Capítulo 9

Residencia Baker, Wilson, Carolina del Norte.
2 de Mayo de 2017...

— Hola Will, — murmure confundida mientras él abría la puerta. Su casa era increíble y no me refiero a que era hermosa sino que se encontraba en la punta más lejana de Wilson, era una increíble mierda en medio del campo.
Will lucía somnoliento, las prácticas en la Universidad de Medicina lo tenían jodido, tenía el cabello castaño como Líam con la única diferencia que un poco más largo y con rulos, estaba sin camiseta con sólo un pantalón de pijama, sus ojos celestes estaban entrecerrados y... —Will, tienes algo escrito en la frente.

— Lo sé, fue el imbécil de tu novio. — Farfullo mientras subía las escaleras a regañadientes, negué sonriendo, primero porque no entendía como Lawrence pudo rechazar a este personaje y segundo como una tonta enamorada. Porque Líam es todo lo que quiero en esta vida—. Mi estúpido hermano está en el jardín.

Alze una ceja y antes de que desapareciera por las escaleras murmure un "gracias". Caminé hasta la cocina y salí al jardín, la brisa Otoñal movió mi vestido y cerré los ojos disfrutando del día soleado.

— Hasta parece que haces la publicidad de una marca de toallas femeninas. — Murmuró Líam sentado en el césped mientras tocaba la guitarra. Sí, los hermanos Baker y su peculiar forma de joderme la vida. Bufe con fastidio mientras me acercaba a él, me tomó por la cintura y dejé un beso en sus labios.

Líam comenzó a cantar al mismo tiempo que yo recordé nuestra épica historia de amor, antes éramos como el agua y el aceite, donde yo abundaba de color, él solo vestía de negro, nunca tuvimos nada en común, excepto el amor por la buena música y que ambos nos habíamos mudado a Wilson el mismo año, cuando yo llegué de Portland, él llegó de Argentina.
Era gracioso pero no era mi tipo. Él no era el tipo de nadie hasta que lo conoces y encuentras que dentro de esa aura deprimente hay una persona diferente, una que muestra su verdadero color si cree que eres de su confianza.
Y yo amaba sus colores.

Acaricie su rostro lentamente y me senté a su lado.

"Eres lo que más quiero en este mundo eso eres,
Mi pensamiento más profundo también eres,
Tan solo dime lo que hago, aquí me tienes. "

Con mi cabeza sigo el ritmo de la guitarra y cierro los ojos recostandome sobre el césped. La primera vez que escuché esta canción, Líam la había traducido del español para mí pero después y en una ardua tarea de amor empalagoso, la aprendí en español y se la canté.
Algo que sin dudas, él agradeció.

"Eres, cuando despierto lo primero eso eres,
Lo qué a mi vida le hace falta sino vienes,
Lo único preciso que en mi mente habita hoy."

Abro los ojos lentamente cuando siento movimiento a mi alrededor.
El sol me da de lleno en la cara y entorno los ojos para darme cuenta que Líam esta arrodillado frente a mí, abro la boca en una perfecta "O" cuando de su bolsillo saca una caja de terciopelo color vino, con un lazo dorado y un dije en forma de Rosa, mi flor favorita.

— Alice Georgina Rose, —hace una pausa y no sé quién de los dos, esta más asustado, estoy congelada frente a un Líam seguro y adulto—. Sabes que esté corazón te pertenece desde la primera vez que te ví pero hoy, delante de todos aquellos que nos quieren, — Dice nervioso y giró mi rostro hacía la casa donde su madre y mis padres miran emocionados tan significativa declaración de amor, Thomas, Kenneth, Will y Poe sostienen globos en forma de corazón, mis ojos se llenan de lágrimas y con mis manos acomodo mi cabello, ¿esto de verdad esta pasando?

No me malentiendan, no es que no quiera casarme, es que asusta, asusta pensar en el futuro, en el mañana, en mí caminando hacia un altar, con niños a mi alrededor. Duele. Duele saber que la niñez terminó, que la adolescencia pasó y que ciertos momentos no duran para siempre. Pero entonces veo esos ojos celestes cristalizados bajo esa mata de cabello castaño, veo la expectativa en su rostro, veo el amor en su mirada. Veo a ese pequeño que algún día conquistó mi corazón, hace mucho tiempo mientras me recuperaba de algo terrible y me amo, me amo con las consecuencias, con las cicatrices, con mis dolores, con mis reproches y mis ganas de no vivir más. Me comprendió y me protegió. Me amo tal y como yo lo merecía y yo lo amé tal y como él lo necesitaba—. Quiero pedirte que seas mi esposa. ¿Quieres casarte conmigo?

Sonrió dulcemente mientras las lágrimas caen de felicidad.
— ¡Claro que aceptó! — Exclamé emocionada—. No me imaginó una vida sin ti.