VIII. LA PARKA CANTANTE.

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    —¿ESTÁS seguro de que aquí encontraremos a un p.demos? —preguntó Zaem, inseguro.
    —Claro, según E.L.I.T.E. por ésta zona existe un p.demos con súper velocidad, eso será útil contra Venin —explicó Jeux, tomando su jugo.
    ¡Cómo comía ese niño!
    »Su nombre es Camilo Ruiz, tiene 34 años y trabaja de cantante. Se le puede encontrar en la zona de Garibaldi por las noches.
    —¿No existe la posibilidad de que confundieras tanta información en tu cabeza? ¿Un cantante en Garibaldi vencerá a Venin?
    »Y quién nos ayudará después a bajar al drenaje ¿Pedro infante o Juan Gabriel? —se mofó Zaem, incrédulo de que un cantante pudiera ser de ayuda.
    —Estoy convencido de que es cierto, y como dato adicional sé que también presenta deformaciones; mide 2,35 metros, y sus extremidades son más largas de lo normal.
    »Creo que su velocidad y tamaño puede ser de ayuda —contestó Jeux, terminando el jugo y sacando una paleta de su bolsillo.
    Durante la mañana ambos jóvenes salieron a desayunar temprano, Zaem no tenía nada que ofrecer al niño en su departamento, más que una playera y unas bermudas limpias.
    No fue nada ostentoso, sólo cuatro panes de dulce y una malteada; luego una bolsa de frituras, el jugo y más golosinas.
    Jeux se ofreció a hacer algo para agradecer las atenciones del joven, fuera comida, dinero, automóviles o propiedades, no obstante era deshonesto e ilegal; una forma diferente de robar.
    Zaem no dedicó seis años de su vida combatiendo el crimen, para convertirse en un delincuente; si no usó sus poderes para hacerse con riquezas ilícitas antes, aun en sus momentos de necesidad, no iba a empezar ahora.
    Llegaron a la glorieta frente a Garibaldi en colectivo y desde entonces caminaban por las despejadas calles buscando al tal Camilo.
    Zaem no entendía porqué aquel lugar tenía tan buena fama. Durante años había escuchado que Garibaldi era un lugar de fiesta, donde la música, el alcohol, la comida y la diversión compartían entre las luces de las farolas, encendiendo la noche con un estilo mexicano; pero en realidad era un conjunto de callejones con negocios cerrados, cuyas calles y avenidas estaban infestadas con indigentes, mendigos y drogadictos.
    Quizás se debía a que era de día, no estaba seguro.
    —¿No tenías información sobre p.demos ubicados en zonas menos conflictivas? —preguntó Zaem, vigilando que nadie sospechoso se le acercara; listo para electrocutar a cualquiera que se atreviera a violar su espacio personal.
    —¿Sabes en que ciudad vives? Hallar una zona tranquila es más difícil que encontrar a Camilo —comentó Jeux, que mantenía los ojos cerrados mientras caminaba.
    »Y pensé que él, porqué los pocos agentes de E.L.I.T.E. que tenían conocimiento al respecto, lo encasillaron en la lista de "peligrosos"; yo estaba ahí, y también tú.
    —La súper velocidad no me parece peligrosa —refutó el de cabello negro, deteniendo su paso.
    El pequeño parecía estar en estado de trance o algo así, concentrado en el poder profundo que yacía en su interior, escuchando las mentes débiles de los demás.
    —No sólo es la velocidad. Recuerdas que te dije que tenía un aspecto extraño, pues es efecto de una habilidad inusual.
    »Puede asustar a las personas hasta enloquecerlas. No entiendo muy bien su funcionamiento, y sé que tú tampoco.
     »No, no sé cómo luce; ningún agente lo sabía. Ahora, por favor deja de pensar; hay muchas personas aquí y necesito poder oírlas a todas —agregó Jeux, leyendo el pensamiento de Zaem.
    Éste se quedó en silencio, sin saber a ciencia cierta si dejó o no de hacerlo. Es que pensar en no pensar, al final es pensar ¿cierto?
    Durante unos treinta minutos le dió vuelta al argumento hasta que Jeux volvió a abrir sus ojos turquesas.
    —Nadie cercano conoce a Camilo Ruiz, ni ha escuchado de él; sólo piensan en pedir dinero y otras perversiones que no me atrevo a repetir —dijo el niño castaño, sonrojado.
    —Podemos preguntar para que no tengas que oír malos pensamientos —sugirió Zaem—. Eres muy pequeño para ciertas cosas.
    —Te sorprendería saber lo que la gente lleva dentro. Yo no eligió que ver; todo se presenta ante mi igual que una película.
    »En fin, debemos aguardar hasta la noche y esperar tener mejor suerte; eso decían los informes.
    —No puedo, mañana tengo que ir a trabajar y reportarme con Sloan; e intentar huir si no llego con resultados.
    »Será un día muy ocupado para mí.
    —Mañana hablaré con tú jefe y te conseguiré un aumento y vacaciones pagadas —declaró el niño, sonriente.
    —No es mala idea, no obstante es mejor esperar a ver qué pasa.
    »A unas cuantas calles hay una plaza con cine, creo poder pagar dos funciones para ambos; son las 12:00 pm, podríamos matar de cuatro a seis horas.
    —Si aceptaras mi ayuda, podríamos quedarnos todo el día y comer lo que quisiéramos; ¿de qué sirve tener poderes si no puedo usarlos? —protestó Jeux.
    —Una vez existió un hombre sabio, adelantado a su época, quien dejó una frase inmortal; quizás no lo conociste.
    Esa frase decía: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad»
    —¡Eso es de un cómic para niños! —objetó Jeux.
    —¡Eso no lo hace menos cierto!  Ahora, ¿quieres ir a la plaza sólo con lo que puedo pagar, o prefieres quedarte sentado aquí viendo pasar a los borrachínes?
    Luego de una corta discusión, Zaem lo llevó a la plaza, insistiendo en su postura; tal vez si dejaba de ser tan mezquino con el dinero, el pequeño dejaría de insistir en manipular a los demás.
    En el día, vieron dos películas, comieron hamburguesas y subieron al carrusel; se gastó la mitad de los ahorros que había guardado. Pero valió la pena, hacia años que no se divertía así.
    Por su parte, Jeux también disfrutó la experiencia. No podía decir que en la vida le había faltado algo, nunca pasó hambre ni frío; con su poder podía conseguir lo que quisiera, todo excepto una amistad sincera.
    Cuando lo separaron de su verdadera familia, el pequeño intentó encontrarla, sin embargo sus esfuerzos fueron inútiles. Pero ahora tenía a Zaem y, aunque aburrido y "correcto", no lo dejaría ir; siempre quiso un hermano mayor.
     Era curioso como el espíritu humano, presente en cada individuo existente, era más fuerte que cualquier súper poder.

RIÑA CALLEJERA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora