V. EL RAZA IMPURA.

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    —NECESITAMOS refuerzos, estamos en el kilómetro 56 de la autopista México-Texcoco.
    »¡Un demente de capa verde hizo volar una pipa de gasolina!
    —Resista oficial, el equipo E.L.I.T.E. va en camino —respondió la operadora a través de la radio.
    Eso tranquilizó a Danilo Fuentealba, un joven oficial. Era su segunda semana como agente de la policía y nunca se había enfrentado a algo como esto. Durante su capacitación en la academia le enseñaron a lidiar con los civiles, con las armas y amenazas, con los golpes gajos del oficio, pero nunca se habló de los súper humanos.
    Hacía cuatro años, la moda de los mutantes se extinguió de forma considerable. Aquellos que alguna vez presumieron sus dones, en la actualidad los escondían del mundo; se avergonzaban de ser lo que eran. Además de que con los nuevos cambios del Pacto de Buenos Aires, la fuerza policial y militar podían abrir fuego, y tirar a matar si se sentían amenazados; sin ser juzgados por ninguna corte de justicia.
    La mayoría de esos mutantes no querían problemas con la sociedad, ni confrontaciones con las fuerzas del orden público; sin embargo uno que otro inadaptado buscaba imponer su autoridad, aprovechándose de sus poderes.
    De ese tipo insoportable de personas que declaran: Se hace a mi manera o no se hace.
    Así mismo era el ridículo sujeto verde que los atacaba desde el aire, un supuesto ecologista que ya había destruido rastros, oleoductos, refinerías y plataformas petroleras en todo el Golfo; se le decía El Vengador Verde y su cabeza tenía un precio muy alto a los ojos de las autoridades.
    Lástima que un simple humano no pudiera hacer nada.
    —¡Aléjate de esa radio! —gritó el mutante, proyectando de su mano un obús naranja.
    Danilo logró ponerse asalvo pocos segundos antes de que el auto patrulla explotara sobre la autopista a causa del impacto.
    —¡Cúbrete, Fuentealba! —exclamó Montiel, otro oficial que sirvió de apoyo cuando Danilo reportó el incidente la primera vez; a cubierto tras su vehículo.
    Tomó su pistola y disparó al tipo de capa mientras, el joven e inexperto muchacho se resguardaba del atacante.

    Tomó su pistola y disparó al tipo de capa mientras, el joven e inexperto muchacho se resguardaba del atacante

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    —¡Idiotas! ¡¿Creen que con balas van a detenerme?! —amenazó el mutante, esquivando los disparos.
    »¡Hago lo que sus gobiernos no pueden; estoy salvando el mundo!
    Antes de pudiera atacar de nuevo a los uniformados, un poste de electricidad explotó y de chispazo, parecido a un trueno, un joven apareció; interponiéndose entre el atacante y los policías.
    Iba vestido con un traje azul ceñido, con toques en amarillo. Un relámpago decoraba su pecho en tanto, unas gafas oscuras mantenían su identidad oculta.
    —¿Has escuchado lo que dices? ¿No te das cuenta de cuánto contaminan las explicaciones que ocasionas? —preguntó.
    —¡¿Quién diablos eres tú?! —cuestionó el Vengador Verde.
    —Soy Amper y he venido a apagarte.
    —¡Ha! Te ves tan ridículo con ese traje; pareces un bailarín afeminado —se mofó.
    —¿El de la mota en la cabeza me va a enseñar de moda?
    »¿Por qué mejor no te vas antes de que los Stars lleguen? Esos no andan con juegos, ni siquiera saludan.
    »¿Sabias qué fueron declarados los más violentos de los 5 escuadrones E.L.I.T.E. a nivel mundial?
    El Vengador Verde miró con desdén a Amper y proyectó otro obús de energía de la palma de su mano.
    Era veloz, no obstante Amper lo era más. Segundos antes de que el proyectil diera en su objetivo, el joven del traje azúl se teletransportó unos metros más a la izquierda, eludiendo el ataque.
    No es que esparciera sus moléculas y se reorganizaran en otro punto, sólo que podía moverse a la velocidad de la electricidad y causar ese efecto.
    Fue su turno de responder, estirando su mano lanzó un poder ya dominado al cien porciento.
    —¡Orbe eléctrico! —rugió, mientras la esfera luminosa se acometía contra el Vengador Verde.
    Éste contraatacó con otro obús, neutralizando la ofensiva de Amper.
    —¿Eso es todo lo que tienes? —cuestionó el Vengador.
    —¡No, baja y te lo mostraré! —contestó Amper, sabiéndose en desventaja al no poder volar.
    —¿Crees que soy idiota? ¡Desde aquí soy intocable!
    —¡Vamos, eso no es justo! ¡Pelea limpio!
    El Vengador Verde extendió sus brazos como las alas de un águila y de ellos emergieron decenas de obuses naranjas que cayeron en picada sobre Amper; que otra vez se movió, ahora alejándose.
    Una cortina de humo cubrió la zona de impacto, fragmentos de asfalto volaron en todas direcciones. Un gran cráter quedó en medio de la autopista. Amper estaba en desventaja, necesitaba de una superficie lisa para moverse rápido. Necesitaba observar con atención a su rival, tanto lo que hacía como lo que no; y planear una estrategia para combatir.
    No era el primer acto heróico de Amper, generalmente detenía ladrones cerca de su hogar; pero nunca se había enfrentado a otro súper humano, un P.demos. Hecho que cambiaba la situación por completo.
    Tenía que bajar al Vengador Verde al suelo, de lo contrario cualquier ataque que intentara sería inútil; cualquiera excepto...
    —¡A qué no me das, yerba basiladora! —se burló Amper, que con sus dieciséis años era una actitud creíble.
    —¡Te mataré, raza impura! —gritó el Vengador Verde, saliendo en persecución del joven.
    Amper corrió por el asfalto alejándose de los oficiales, la patrulla y el chasis de aquellos vehículos calcinados. Lo hizo a una velocidad considerable, la suficiente para mantenerse distante aunque no para perderse del Vengador.
    Para lo que tenía planeado hacer, requería un espacio abierto; sin nadie, o nada, que pudiera matar, o explotar. Unos 200 metros bastaría; con ambos lados de la autopista cerrados a la circulación, no existía riesgo de daños colaterales.
    »¡Detente, maldito mocoso! —bramó el Vengador Verde, lanzando más obuses sobre la autopista, buscando atinar al joven de azul; dejando un rastro de destrucción a su paso.
    Amper estaba listo para siguiente parte del plan. Aceleró su paso y se dejó caer, rodando por el asfalto y fingiendo una lesión.
    —¡Ouch, mi tobillo! —chilló, lo suficientemente fuerte para que el Vengador Verde lo oyera.
    —¡Ahora sí, te vas a morir! —amenazó éste, inflando un enorme orbe ejemplar con ambas manos.
    Llegó el momento de actuar. Apenas el obús salió proyectado, Amper se movió hacia uno de los postes y fue absorbido por el cable de la luz.
    El Vengador Verde se sintió realizado. Con lo potente de su ataque, no se percató de la táctica de su rival. El enorme cráter humeante le era evidencia suficiente para creer que el irritante "héroe" azul fue eliminado.
    De pronto un relámpago salió de los cables, materializando a un joven familiar de traje azulado.
    Con el impulso de la corriente, y sumado a la altura del cable, Amper logró alcanzar altitud necesaria para estar de cara a cara con el Vengador Verde.
    El tipo de capa verde se percató de lo ocurrido, pero ya era demasiado tarde.
   —¡Campo de voltios! —rugió al tiempo que un aura de electricidad lo rodeaba y se expandía hasta alcanzar al Vengador Verde.
    —¡Arghhh! —gritó, al sentir la corriente recorrer su cuerpo.
    Intentó resistir, sin embargo nadie contaba con la resistencia para aguantar ese ataque; sólo Amper.
    Un minuto bastó para derribarlo del aire. Ambos cayeron, aunque uno lo hizo de pie; el otro se desplomó de espaldas sobre el cráter.
    —Te dije que te entregaras... Bueno, no en realidad, pero creo que estaba tácito en el mensaje —declaró Amper, sintiéndose gracioso.
    —Eres un raza impura —escupió el Vengador Verde, ya sin fuerzas.
    —Sí, ya me lo han dicho... En realidad no, aunque sé que se significa; y siendo técnicos ninguno de nosotros es puro —respondió.
    El terminó raza impura era utilizado por los P.demos para referirse a aquellos que atentaban contra sus semejantes, protegiendo a una sociedad "normal" que los odiaba.
    No era un insulto tan ofensivo como una mentada, mas ¿qué se le iba hacer? Cada quien decide el alcance de las ofensas que recibe.
    —¿Por qué haces esto? Defiendes humanos a los que no le importas.
    »Cuando descubran tu verdadera identidad, no tendrán piedad de tí.
    —Quizás si muestro que es posible seguir un nuevo camino eso no ocurra.
    »La diferencia y el cambio tienen que empezar en algún lado —dijo Amper, convencido de que era posible.
    ¡Pobre iluso!
    Una nebulosa verde se generó de la nada, antes de abrirse un portal a su espalda. De él emergieron nada más y nada menos que los Stars.
    Amper recordaba haberlos visto en propaganda por televisión, pero nunca antes en persona. Tenía que admitir que eran más heróicos de lo que dejaba ver la televisión.
    »Llegan tarde, pero ya me encargué de él; pueden llevárselo.
    —¿Quién eres tú? —preguntó Stellar, la segunda al mando; alisando su cabello.
    —Soy Amper, y pueden contar conmigo para cuando lo necesiten —se presentó, haciendo una pose de héroe.
    —¿Enserio crees que hablamos y posamos tan estúpidamente? —inquirió Shine miss, el amor platónico de Amper.
    Poco le importó la mala forma de réplica, era su amada y cualquier cosa que le dijera era perfecto. Desde que el equipo Stars fue anunciado, la guapa rubia capturó su atención; nunca antes había tenido oportunidad de acercarse a ellos.
    Los héroes independientes no eran tan valorados como aquellos inscritos en E.L.I.T.E.
    —¿No te había visto antes? ¿Perteneces a E.L.I.T.E? —preguntó Capitán Steve, el líder de Stars. Hombre blanco, rubio y atractivo, prepotente, que se sentía un Dios encarnado.
    —No formalmente; no es como que exista una oficina dónde dejar mi solicitud.
    »Trabajo solo, pero siempre del lado del bien; la paga es pésima, pero el horario es accesible —declaró Amper, sonriente.
    —Pues seguirás haciendo el bien desde el Tártaro. Nebulon, ya sabes que hacer —ordenó el Capitán Steve.
    El Tártaro era el nombre coloquial que se le daba al penal de máxima seguridad, Whitehead, diseñado para mantener mutantes de todo tipo; ubicado a 12 kilómetros de la capital de Alaska.
    Las habilidades de Nebulon incluían abrir portales y transportarse a otros lugares. No le era un obstáculo llevar nuevos prisioneros a territorio americano cada que quería.
    Una niebla intentó cubrir a Amper, mas éste se movió de lugar de forma rápida. Nebulon lo intentó de nuevo, sin embargo el héroe del traje azul no se dejó alcanzar. Los polvitos espaciales de Nebulon paralizaban a aquellos que envolvían; inmovilizándolos hasta llegar al Tártaro.
    No obstante, los Stars jamás se habían enfrentado a un eléctrico; el tipo más raro de p.demos.
    —Vamos chicos, yo solo atrapé al malo. Soy bueno —declaró Amper huyendo de los ataques de Nebulon.
    —¡Quedáte quieto! —gritó éste, molesto.
    —Basta Nebulon, llévate a esa basura que nosotros nos encargaremos de ésta chispita —anunció el líder de los Stars, señalando al Vengador Verde.
    Nebulon asintió, cogió al Vengador Verde de la capa y lo arrastró hasta el portal que abrió con la mano izquierda. Cuando ambos desaparecieron, el "mágico" acceso lo hizo también.
    Los tres miembros restantes del grupo susurraron, asombrados de ver a un mutante eléctrico.
    —¿Cómo sabes que mi habilidad es la electricidad? Nunca te lo dije —cuestionó Amper.
    —Por los colores de tu atuendo, el relámpago en tu pecho y por que siento una energía poderosa que emana de tí —contestó Capitán Steve.
    »Empezaremos de uno en uno, no valdría la pena destruir la región por un aficionado.
    »Vas, Meteoro.
    El pequeño del grupo, un niño de catorce, sonrió y encendió su cuerpo en una llamarada. Era incómodo de ver, su piel se tornaba negra, igual a la roca caliza, mientras el fuego le envolvía las manos y la cabeza; dejando intacto su traje azul marino.
    —¡Meteoro! —gritó el chiquillo, antes de lanzarse contra Amper.
    Literalmente parecía un cometa o hasta un meteorito; una roca llameante que se desplazaba a gran velocidad.
    Era un buen ataque, pero Amper sabía como evitar que se le acercaran.
    —¡Campo de voltios!
    Un campo de electricidad lo cubrió antes de que el niño pudiera aproximarse. Éste se estrelló y fue regresado con la misma fuerza a los pies de sus compañeros.

RIÑA CALLEJERA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora