XIX. EL PLAN.

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    —BIENVENIDOS, gracias por acudir a mi llamado; no les pediría participar si no fuera necesario, pero tenemos motivos para pensar que E.L.I.T.E. planea algo —declaró David, frente a la concurrencia.
    La cocina del palacio chino se había convertido en el cuartel de reuniones después de las 5:00 pm, cuando todo el equipo al fin estuvo reunido.
    Eva y Michael llegaron en la camioneta de Charo, quién se encontraba recuperado; gracias al poder de sanación de David. Por su parte, Venin volvió en taxi, junto con Zorn, que cumplió su palabra, ambos lograron pasar desapercibidos con la ayuda de Jeux; sin problemas, fruto de su arduo entrenamiento, el niño pudo mantener la "ilusión" durante todo el trayecto. Y en cuanto a Zaem y David, acompañados de Iztacoyotl, arribaron por medio de la teletransportación.
    —No podía negarme, eres el único que me mostró algo de humanidad en ésta ciudad corrompida —respondió Iztacoyotl—. Además le salvaste la vida a mi hermanito.
    —No fue nada. Pienso que los poderes son verdaderamente útiles cuando se ocupan para ayudar al prójimo —contestó el de cabello azabache.
    —Cierto, pero intenta explicárselo a las autoridades; creen que esos malditos golpeadores de mujeres deben tener derechos —intervino Eva, expresándose con un genuino desprecio por el género masculino.
    —Bueno, Eva, tienes que aceptar que una acusación por redes sociales no es evidencia de nada. Imagina si golpearas y encarcelaras a cada persona que recibe una denuncia en internet —discrepó Michael, sentado sobre la barra de la cocina.
    »Definitivamente nadie se salvaría.
    —Eso dices tú porqué eres hombre —alegó ella, con una mirada de desaprobación.
    —Eso fue tan sexista. ¿Porqué no puedes debatir sin recurrir al “patriarcado”? Ese enemigo invisible que sólo tú ves —respondió el rubio.
    Ambos compañeros empezaron a discutir sobre ideología de género, así que David decidió separarlos; podían llevarse horas debatiendo respecto a un tema tan complicado y con tantos matices como ese.
    —No hay que desviarnos del tema —dijo.
    »Decía que tenemos razones suficientes para pensar que E.L.I.T.E, y su director, William Sloan, pretenden crear y/o destruir p.demos...
    —Eso no es novedad; por lo que sé de él, es una persona muy mala —comentó Iztacoyotl.
    —Cierto, pero hace dos meses consiguió una muestra de la sangre de Venin —continuó David, presentando a la mencionada—. A diferencia de nosotros, su sangre azul es la clave de la mutación; con ella pueden crear p.demos más fuertes, mortales e invencibles, o usarla para acabar con nosotros.
    »Cómo ven, es un problema que nos compete a todos.
    —A mí no, al contrario me gustaría ser igual a ustedes —interrumpió Michael.
    —«¿Crees qué en verdad puedan destruirnos, así de fácil?» —prrguntó Zorn, usando sus manos.
    —Me temo que sí; la mayoría de nosotros a comprobado, de mala manera, la falta de escrúpulos E.L.I.T.E.
    »He escuchado comentarios horribles respecto a Whitehead; aunque no se que tan ciertos sean.
    —Son tan ciertos como tú y yo, David; durante años trabajé con ellos, y vi todas las atrocidades que Sloan es capaz de hacer —dijo Michael.
    »Ese hombre es el diablo con traje.
    —¿Tú eras parte de E.L.I.T.E? ¡Maldita rata! —exclamó Venin, gruñendo y abalanzándose sobre el rubio.
    Todos se asustaron cuando ambos cayeron al suelo. David y Eva intentaron separarlos, sin embargo Venin se rehusaba a soltar al joven.
    Entonces éste le propinó un golpe en la quijada, rodó por el suelo y tomó las armas que escondía bajo su chaleco.
    —Mejor será que te tranquilices, “Amiga”; no quiero dispatarte —declaró.
    —Anda, dispara; un infeliz como tú solo puede matar p.demos —. Venin se agazapó igual que un felino, lista para intentar ganarle la carrera a la bala.
    —¡Alto, la pelea no es entre nosotros! —intervino Charo.
    —El flaco tiene razón, el enemigo está allá afuera; tenemos que estar unidos para vencerlo —agregó Eva, interponiéndose.
    —¿Cómo confiar en él? Si tan fácil traicionó a E.L.I.T.E, ¿qué podemos esperar nosotros? —reclamó Venin.
    —No sabes lo difícil que fue para mí, el costo que tuve que pagar para resolver alejarme de ellos —respondió Michael, torciendo la boca, reprimiendo su cólera.
    —Por favor, paren ya. Éste mismo prejuicio es lo que hace a E.L.I.T.E. tan fuerte; p.demos y humanos somos iguales y podemos trabajar juntos.
    —David tiene razón. Venin, Michael nos ayudó, sin él no sé qué hubiera sido de Charo —agregó Elizabeth, tratando de frenar el conflicto.
    Venin se relajó, sin embargo no dejó de pensar mal del rubio. Ella sabía que un demonio nunca podría deshacerse de los cuernos y la cola. Tarde o temprano, Michael mostraría su verdadero rostro y los vendería a E.L.I.T.E; pero ella estaría preparada para ese momento. Tejería una telaraña y la mosca caería en ella.
    Por su parte, el rubio guardó sus armas al ver que ya no había peligro. No obstante, se mantendría alerta; listo para tirar a matar si era necesario.
    —Bien, lo siguiente es planear cómo entraremos a las oficinas de E.L.I.T.E; ubicadas aquí mismo, en la ciudad —dijo David, feliz de que el conflicto no haya pasado a mayores consecuencias.
    —Yo no contaría con eso —corrigió el rubio—. Sloan nunca está ahí.
    »Yo trabajé en su equipo de seguridad más cercano y sé que cuando no está cazando mutantes, se encuentra en Whitehead. Allí tiene una oficina, de dónde no sale jamás.
    —Aunque agradezco la información, te pido que no uses la palabra "mutante"; a algunos aquí pueden ofenderse —pidió amablemente David.
    —Lo siento —se disculpó Michael.
    —Descuida oxigenado, a mí me han dicho más feo —dijo Charo, sonriendo.
    —¿Quieres que entremos a Whitehead? —preguntó Zaem—. ¡Somos los únicos idiotas en todo el mundo que quisieran entrar ahí!
    —Temo que no tienen opción si desean acabar con Sloan —concluyó Michael.
    »El lado bueno es que tan confiado está de su fortaleza, que jamás esperará que lo ataquen allí; es algo que tenemos a nuestro favor.
    —Michael ¿estás seguro de eso? —interrogó David, que desconocía aquella información.
    —Desde luego. Utiliza el avión privado de la compañía GEEVIN para trasladarse; compañía que impulsa y financía E.L.I.T.E. de forma extraoficial —respondió.
    Nadie, con excepción de Venin, se imaginaba que un laboratorio farmacéutico británico, fundado en los 50's, tenía nexos con aquella organización cazadora desalmada de mutantes.
    —No puede ser ¿Qué tiene que ver GEEVIN con Sloan? —preguntó Elizabeth, que había recibido un patrocinio de la farmacéutica en los juegos olímpicos de invierno de hace dos años.
    —No estoy seguro, sin embargo tuve que llevarlo mil veces a un aeropuerto, donde un jet privado, con el logo de GEEVIN en la cola, lo llevaba a Barrow —respondió el rubio.
    »Pero no estamos discutiendo eso. ¿Quieren saber dónde está Sloan con exactitud?, denme un teléfono y lo averiguaré.
    Elizabeth le iba dar el suyo, pero Charo la detuvo; señalando que no era una buena idea, mejor sería comprar un teléfono desechable.
    Todos estuvieron de acuerdo, y  Jeux se ofreció para ir a comprarlo en un local de telefonía celular a unas cuantas calles; Zaem lo acompañó y Charo lo pagó. Eso era trabajo en equipo.
    Y mientras ellos volvían, los mayores aprovecharon para conocerse mejor. Si iban a trabajar juntos, tenían que confiar entre ellos aunque fuera un poco.
    Empezaron por compartir su nombre, y su historia con E.L.I.T.E. si es que la tenían; también incluyeron una lista de sus poderes y habilidades a fin de identificar las más útiles, y usarlas en su beneficio.
    Cuando Jeux y Zaem regresaron, entregaron el teléfono a Michael; quien tomó el pequeño aparato y marcó un número que mantuvo en secreto.
    Ésto le pareció sospechoso a Zaem, mas no quiso ser quien iniciara las asperezas ahora que parecían haber desaparecido.
    Durante dos minutos, tal vez un poco menos, Michael estuvo hablando; reuniendo información o eso dijo, ya que sólo hizo una pregunta: ¿dónde está Sloan?
    Al terminar, cortó la llamada y su semblante cambió; igual que quien piensa en cómo sacar más provecho de una situación.
    —Hable con un contacto —dijo al fin—. Me ha dicho que, en efecto, Sloan está en Alaska.
    »Y no sólo eso. También que hay una tormenta de nieve que mantendrá aislado Whitehead por dos semanas; está atrapado.
    —¡Perfecto! Si atacamos Whitehead, él no podrá escapar y nadie irá en su rescate —declaró Eva.
    —«Y ¿cómo llegaremos si no hay paso?» —preguntó Zorn, con lenguaje de señas.
    —¿Olvidas qué yo me teletransporto? Puedo llevarnos a todos allá sin ningún problema—declaró David.
    —¡Bien, todo acordado! —confirmó Elizabeth, contenta de que la cosa fuera tan simple—. ¿Cuando partimos?
     —¡Vamos ahora! —exclamó Jeux, quien nunca había salido del país. Uno de los sueños del niño era ver y sentir la nieve; y siendo Alaska un lugar frío, habría de tenerla a montones.
    —No es tan fácil —intervino Michael; el único presente que había estado en ese lugar.
    »Whitehead es un edificio ubicado cerca de un farallón, a casi 2 kilómetros del mar de Beaufort; rodeado por detectores de ADN que identificarían nuestra presencia apenas pongamos un pie en el perímetro.
    »El muro que lo rodea es impenetrable, lo pasas por arriba o por abajo; las torres de vigilancia cuentan con cuatro guardias cada una, equipadas con torretas capaces de disparar 250 balas por minuto. La buena noticia es que si burlamos eso, estamos dentro.
    —Aunque suena difícil, francamente no me parece mucha seguridad —declaró Zaem, que podía entrar a través de cualquier cable de corriente.
    —Te aseguro que es todo lo que necesitan —. Lo miró Michael.
    »Y una cosa más. Mi contacto me informó que GEEVIN planea quitar la presidencia de E.L.I.T.E a Sloan; por sus fracasos como el Clash Way y los Stars 2.0.
    »Lo digo porqué la confusión puede ayudarnos a entrar; Sloan tendrá muchas cosas en la cabeza como para preocuparse por la seguridad.
    —¿Qué es eso de los Stars 2.0? ¿Quieres decir que hay más de ellos? —preguntó Elizabeth, que aún sentía miedo de Capitán Steve; no podía olvidar su expresión asesina cuando intentó matar a Zaem durante la "Underworld Cup".
    —Esa era la intención de Sloan, sin embargo desechó el proyecto al no contar con candidatos suficientes. Sólo hubo uno que aceptó, pero luego se arrepintió, renunció y nunca se volvió a saber de él.
    »Se llamaba pronan, proclam... ¡algo así! —dijo el rubio.
    —Bueno, al menos no corremos el riesgo de que un sexto Star aparezca —dijo Zaem, nervioso. Si sólo los cinco eran una amenaza, con seis... No quería pensar en lo que pudieran ocasionar.
    —Después de todo somos diez, que se dejen venir esos tontos; ¡vamos a hacerlos puré! —declaró Jeux, creyéndose invencible.
    —No tan rápido pequeño, Whitehead no es un sitio para niños; lo mejor es que no vayas —dijo Michael.
    —Estoy de acuerdo, yo tengo un hermanito y sé lo peligroso que es involucrar a un niño —concordó Iztacoyotl, pensando en Atl.
    —Les aseguro que Jeux es fuerte, de hecho me atrevo a decir que es uno de los más fuertes de aquí —. David salió en defensa del pequeño castaño.
    »Sin él, tendremos menos oportunidad de vencer.
    —Si tú lo dices está bien, pero hay que planear por dónde entrar; yo creo que dividirnos en parejas será lo mejor y entrar por cinco lugares a la vez.
    »No hay muchos guardias internos, de modo que tendrán que separarse para cubrir todos los flancos —sugirió Michael.
    —Qué sospechoso, pensé que juntos éramos más fuertes; ahora resulta que hay que agruparnos en parejas —insinuó Zaem, quien no se fiaba del rubio.
    —Saben, me estoy cansando de éste juego, no sé si es porque pertenecía a E.L.I.T.E. o porque soy humano; pero hablen de una vez, ¿me quedo o me voy? —declaró el rubio, molesto; poniéndose de pie.
    —No es necesario, es normal que no confíen a la primera; la confianza se gana, y no tengo dudas que te la ganarás, pues sé que eres bueno —respondió David, un espíritu compasivo y sin prejuicios.
    »Todos cometemos errores y antes de señalar a los demás por ellos, piensen en los propios; vean si merecen ser juzgados por ellos —regañó al grupo.
    Zaem no tuvo que pensar mucho, de inmediato recordó el incidente del autobús; vidas se perdieron aquel día, sólo porqué no pudo controlar sus poderes.
    Dios, odiaba que a sus dieciocho años vinieran a regañarlo igual a un niño pequeño; como si el vello corporal fuera de a gratis.
    Nadie dijo nada más en contra de Michael.
    —Decía que tenemos que dividirnos en parejas —continuó el rubio—. Los guardias internos totales son 35 y 5 Stars; 40 personas en total.
    »Enfrentarlos de frente sería una locura; pero al formar cinco parejas sólo quedan 8, por lo que nos tocan de a 4 por persona, y un Star.
    Zaem iba a refutar algo, pero se sintió muy estúpido para hacerlo; poniéndolo así, era lógico disolver al grupo. Un ataque frontal de diez contra cuarenta sería una hecatombe, y más por la capacidad destructiva de los Stars; en especial de su líder, Capitán Steve.
    »En Whitehead hay cuatro puntos por donde entrar. Al norte está la bodega, al este se halla el andén, en el sur se encuentra la caldera y en el oeste, la cocina.
    »Ya lo dije, hay que pasar por encima del muro; ¿alguno de ustedes vuela?
    Sólo Jeux alzó la mano.
    —Formalmente no vuelo, pero puedo usar mi telequinesis para flotar —dijo el pequeño, modesto como una violeta.
    —Eso no ayuda, la única opción es perforar el muro; pero tardarán mucho si no pueden lanzar algún tipo de rayo o proyectil ¿Cuántos tienen esas habilidades? —interrogó el rubio.
    Charo, Eva, David, Iztacoyotl, Venin y Zaem levantaron la mano; cada uno de ellos contaban con un proyectil letal, aunque unos más que otros, siendo Charo, Eva, Venin y Zaem los únicos capaces de perforar el concreto.
    »Entonces ustedes tendrán que elegir a un compañero, sugiero crear un balance, mezclar una clase baja con una fuerte.
    —No quiero que se tome a mal, pero son cuatro parejas; ¿Cómo entrará la que falta? —cuestionó Zaem.
    —El niño tiene telequinesis, puede saltar el muro o destrozarlo desde adentro —contestó Michael, tomando un par de cajas de cereales y galletas de la alacena; buscando recrear Whitehead.
    »Él también elegirá a su compañero.
    —¡Bien, quiero ir con el señor Charo! —exclamó Jeux, feliz.
    —No puedes, sólo son cinco los que pueden entrar en Whitehead; tienes que elegir del resto —le dijo David.
    Jeux hizo pucheros y se cruzó de brazos.
    Luego de una deliberación, tomando en cuenta la sugerencia de Michael, las parejas quedaron de la siguiente forma:

Charo y Elizabeth (1).
Eva e Iztacoyotl (2).
Jeux y Zorn (3).
Venin y Michael (4).
Zaem y David (5).

    —Perdón que no esté a escala, pero no tenemos tiempo; hay que aprovechar la tormenta que se vive en Alaska para atacar.
    »El equipo 1 entrará por el oeste, la cocina es el lugar con menos medidas de seguridad —dijo el rubio, señalando una cajita de oreos.
    »El 2 llegará por el este, los andenes les darán libertad de movimiento y maniobra —. Tocó la caja de Corn Flakes.
    »Al tres le toca el flanco norte, la bodega tiene lugares para ponerse a cubiertos y atacar por sorpresa —declaró, señalando el pan de caja.
    »Nosotros vamos por el sur, la caldera, que es la única ruta de escape que Sloan podría usar —. Llegó el turno del frasco de mermelada.
    —¿Y qué hay de nosotros? ¿Entramos por el retrete o qué? —comentó Zaem, sarcástico.
    —Dado que David puede teletransportarse, ustedes aparecerán en el generador; al centro de Whitehead —prosiguió Michael, tomando un tarro de café al centro del plano.
    »Su trabajo será crear una distracción, mientras el resto entramos al complejo.
    —¿Porqué David no nos aparece a todos juntos dentro del patio? —preguntó Elizabeth, apuntando al perímetro delimitado con popotes desechables.
    —Porqué no tendríamos forma de escapar sino estamos juntos. Al perforar el muro no sólo hacemos cuarto entradas, además tenemos cuatro salidas para huir si algo sale mal —declaró el ex-empleado de E.L.I.T.E, desanimado. En el fondo entendía que el fracaso en un operativo era una posibilidad; creer que un enemigo pequeño no puede hacer grandes daños es pensar que una brasa no puede iniciar un incendio.
    —Entiendo, y ¿qué es eso? —preguntó Jeux, señalando una chockies abandonada sobre la mesa.
    —Una galleta —respondió Michael.
    El niño asintió y la tomó para comérsela.

    —Bien, apenas David consiga mi traje, estaré listo para atacar Whitehead; no es por presumir, pero la electricidad es mi talento —anunció Zaem, buscando llamar un poco la atención

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    —Bien, apenas David consiga mi traje, estaré listo para atacar Whitehead; no es por presumir, pero la electricidad es mi talento —anunció Zaem, buscando llamar un poco la atención.
    —¿Traje, estás demente? Todos debemos se usar un mismo atuendo; somos un equipo —alegó Jeux, con la boca llena.
    —El niño tiene razón, aunque por motivos equivocados. Tenemos que vernos iguales para mantener nuestra identidad en secreto; de lo contrario seríamos fáciles de identificar —habló Michael.
    »También necesitamos intercomunicadores y un nombre clave para cada uno.
    —Bueno, siendo p.demos tenemos arreglado eso; tenemos la costumbre de ponernos nombres heróicos —se mofó Jeux.
    »Sólo faltas tú... —. El niño pensó un momento—. ¡Ya lo tengo, serás Boy Soldier!
    Michael lo miró por casi un minuto entero, estoico a causa de sus lentes oscuros.
    —Me gusta —. Sonrió.
    —Entonces necesitamos dinero, pero no se preocupen; Charo, su tío rico, puede ayudarlos —declaró el mismo.
    —De hecho yo pensaba que en vista de que E.L.I.T.E. es el problema, ellos tienen que pagar para resolverlo; verán, tengo acceso a varias cuentas secretas de Sloan. El tipo le robaba a E.L.I.T.E y a GEEVIN cantidades exorbitantes de dinero.
    »No trabajas en seguridad por tanto tiempo sin aprender unos cuantos trucos sobre armas y computadoras —anunció Michael —. Será mejor que me apure, ¿tienen una computadora por aquí?
    David señaló a la sala, donde un escritorio sostenía una computadora vieja, con un módem de internet a lado.
    El rubio agradeció y se retiró, dejando solamente a los mutantes.
    —Ya veo porqué lo elegiste —le dijo Charo a David.
    »El oxigenado sabe mucho y ánimo no le falta.
    —Además de que su precisión con las armas y agilidad; a veces pienso que tiene algo de p.demos —declaró David.
    —¡Ya lo tengo, nos llamaremos Neo D! —aplaudió Jeux, al cabo de dos minutos de profunda meditación.
    —¿De qué es la D? —preguntó Elizabeth, confundida.
    —De diez, y de p.Demos. Éste cerebrito es una joya —declaró el niño, dándose golpecitos en el craneo.
    »Con él podría escribir cómics.
   

RIÑA CALLEJERA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora