—ÉSTA ciudad se ve diferente durante el día; es extraña —declaró Venin, al tiempo que su vestido ondeaba con la brisa del mediodía; haciéndola lucir como una modelo de un comercial de cosméticos parisinos.
—¿Es que no te has visto? ¿Qué clase de ropa es esa? —cuestionó Jeux, mirándola.
—Esto es lo que se usaba en el París de los sesenta; eso sí era moda, no como ahora. Mira como se visten, es lo más horrible que he visto —señaló ella, continuando con su elegante andar.
—Pero sigo pensando que debiste usar algo diferente; todos se nos quedan viendo. Llamamos mucho la atención —dijo el niño.
En efecto, hombres y mujeres observaban a la dama pasar. Las miradas casi nunca incomodan, suben la confianza y el autoestima de quien es observado; no obstante en un barrio tan peligroso era muy arriesgado llamar la atención.—No te asustes, soy un p.demos clase 4; estaremos bien —declaró Venin, prestando atención al revoloteo de las aves jugar bajo el sol.
»He pasado tanto tiempo bajo tierra que me había olvidado lo bello de la naturaleza.
—¿Y porqué te escondes? Si eres un clase 4, puedes usar tu poder de "ilusión" en tí misma e ir a donde quieras ¿no? —interrogó Jeux, que era muy curioso y preguntón.
—No todos tienen los mismos poderes, aunque pertenezcan a la categoría; yo no leo la mente ni la altero, sin embargo mi "Monarchie aragnée" me permite ordenar lo que quiera a quien esté bajo mi poder, y obedecerán sin chistar.
»Algo parecido a la hipnosis.
—¿Cómo un ejército de zombis? ¡Eso es chévere! —exclamó Jeux.
—Oui, c'est magnifique! —rió ella.
Fue inevitable para Venin remontarse por un momento al tiempo en el que era Valery Egreen Noivan, en que la moda revolucionaba el mundo; París 1962.
Era como volver a escuchar la música jazz resonar a las orillas del Sena, mientras los pequeños buques se desplazaban por la corriente; bajo las luces perennes que brillaban como estrellas en la noche. Los cafés y restaurantes abiertos a lo largo de la calle parecían gritar: Bonsoir, mangez-ici!
Y todos vestidos al último grito de la vanguardia.
Esas noches que ya no existían más en la época moderna; cuando Valery comenzaba a surgir como una de las promesas nacientes de la moda. Trabajo le había costado llegar a oídos de los críticos y estaba lista para hacerse notar y brillar bajo los reflectores.
Claro que todo se fue al diablo cuando Ulises Montgomery apareció en su vida; aquel caballero inglés arruinó su existencia en todos sentidos en los que puede ser posible. De un modo figurado y literal, envenenó su alma, su corazón y su cuerpo; convirtiendo lo que quedaba de Valery en Venin, una criatura llena de odio y venganza.
En ese momento inició una cacería entre ella y E.L.I.T.E, un conflicto que terminó hasta que fue encarcelada y llevada a América a finales de los 80's. Justo cuando E.L.I.T.E. comenzaba a crecer en occidente, bajo el nombre de GEEVIN.
Mucho le costó volver a huir, sin embargo en ésta ocasión se aseguraría de que Sloan, el presidente de la división americana de GEEVIN, no le pusiera las manos encima.
En México, durante el terremoto del 85, un suceso que aún no salía de la memoria de los habitantes, una de tantas avenidas se resquebrajó, dejando una grieta altamente visible; que conducía a las profundidades. Todos estaban conmocionados, ayudando a retirar escombros, que nadie notó cuando ella ingresó en el socavón para no volver a salir.
Su visión se adaptó a la oscuridad con rapidez, y su anatomía amorfa le permitió moverse por la corteza terrestre sin dificultad. Casi de inmediato encontró la gruta donde estableció su guarida; misma donde se resguardó del mundo y de Sloan. Poco a poco su humanidad se fue olvidando, y cada pequeño aspecto de ésta, tal es como la empatía, el repelús y usar cubiertos. Tuvo suerte de conservar el idioma, no obstante negar que se había convertido en una especie de animal era faltar a la verdad; un animal solitario que aguardaba el momento para salir y cobrar revancha contra William Sloan.
Por desgracia la comida no llegaba a las profundidades, así que periódicamente tenía que salir para buscar comida; comer animales vivos dejó de importarle, tanto hasta volverse una costumbre. Era la única fuente de alimento con la que contaba para sobrevivir al tiempo.
Venin nunca pensó en que el día de la venganza llegaría, hasta que ese grupo de cuatro arribaron a sus dominios, dispuestos a terminar con E.L.I.T.E; todos ellos p.demos.
Ahora, en tanto caminaba por la acera; se daba cuenta de cuánto extrañaba el sol, el aire, la naturaleza, la comida cocinada, su humanidad y la compañía. Era bueno volver a vivir.
—¡Allí está, ese es el lugar que David señaló! —exclamó Jeux, a un establecimiento en la próxima esquina, al otro lado de la calle.
Era un edificio de un piso, pintado de azúl con líneas blancas y un letrero de luz, apagado, con la leyenda: "GYM Fitness". No lucía muy lujoso, ni siquiera limpio; sin embargo, a lo largo de su vida, Venin había visto cosas mucho peores.
Alisando su cabello, tomó la mano del niño y cruzó la avenida.
Jeux se resistió en vano, esos eran la clase de mimos que disfrutaban los bebés; pero él no lo era, él era un hombre en crecimiento. Un hombre que haría berrinche si no lo dejaban cruzar solo la calle. Mas Venin lo ignoró.
Al llegar, vieron que el gimnasio estaba lleno; deportistas, en su mayoría hombres, hacían uso de las escasos sacos de boxeo y perillas que pendían del techo. Otros rodaban enormes neumáticos de tractor de un extremo del lugar al otro; y unos cuantos más practicaban encima de un patético ring, gastado, que dejaba ver parte de la tarima que lo sostenía entre la lona roída.
Uno de los asistentes la miró con extrañeza; no era común ver mujeres en ese lugar, y menos una tan fina, con vestido, bolso, boina, zapatos de tacón y un niño cogido de la mano. Llenó de curiosidad, el sujeto detuvo sus ejercicios y se acercó a ella.
—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó.
—Estamos buscando a alguien —dijo Jeux, que al ver la facha del sitio y de los asistentes, apretó la mano de Venin.
—Pues no encontrarán algo aquí que valga la pena, pero déjenme ver que puedo hacer.
El hombre se giró y gritó al resto.
»¡¿Quién de ustedes es el novio de ésta preciosura y el padre del niño?!
Entre risas y silbidos, obviamente nadie respondió.
—Estamos buscando a Zorn —declaró Venin, seria.
—¿Zorn? Me sorprende que ese animal haya dejado algo vivo; que valor de meterte con él. Te felicito —comentó el deportista.
—No es ese el asunto que quiero tratar, puede llevarnos con él —. Venin comenzaba a perder la paciencia. En los 60's ningún hombre se atrevía a mencionar comentarios tan desagradables frente a una dama; claro que ya no había nada de ese pudor y decencia de los años de antaño.
En los dos meses que había convivido de cerca con la generación del "despiertar social", concluía que era lo peor que había visto; el respeto y la decencia, como las plataformas, habían pasado de moda.
—No sé cómo decirlo; mejor espere aquí, ya vuelvo.
El hombre se limpió el sudor con su playera y se encaminó a una pequeña oficina, a la derecha del gimnasio.
Luego de un momento, el sujeto regresó; acompañado de un hombre bajito y robusto, parecido a un bullterrier.
—Buena tarde, soy el entrenador y encargado del lugar; llámeme Lupe —se presentó el hombrecito.
»Me dicen que está buscando a Zorn, me puede decir ¿pa' qué?
—No, es un asunto confidencial; haga el favor guiarme con él —contestó Venin.
—Verá señora, Zorn no es el tipo de persona que le gusta ser interrumpido cuando entrena.
»Si usted pretende hablar con él, tendrá que esperar a las 3:00, cuando comience la función —dijo Lupe.
—Bien, dispongo de tiempo —contestó ella, ajustándose los lentes.
—¿Enserio? Puede ser un espectáculo muy violento para una mujer y un niño —declaró el entrenador, mirando a Jeux.
—¡No soy un niño, soy un hombre en crecimiento! —reclamó éste.
—Bien, entonces síganme; y algo más, no se permiten cámaras —advirtió Lupe.
—Descuide, a mí tampoco me gustan —declaró Venin.
Ambos siguieron al pequeño entrenador a través del gimnasio. En cuanto más se adentraban al lugar, se percibía un fuerte aroma a sudor que apestaba el ambiente.
Jeux arrugó los ojos y apretó su nariz; por el contrario, Venin, aunque tenía el olfato más desarrollado, no se incomodó con el olor. Había olido cosas peores.
—Es necesario que les diga que aquí nos gustan las peleas en jaula, y apostar en ellas; es algo ilegal, pero muy divertido —dijo Lupe, entrando por un pasillo; hasta una puerta marcada como salida de emergencia.
»Me incómoda, pero debo cobrarle admisión, son 200 pesos; descuide, por ser usted, el niño entra grátis.
Venin miró su bolso y tomó el dinero. Gentilmente Charo le había dado 1000 pesos para cualquier inconveniente que se pudiera presentar; era bueno tener un amigo rico y desprendido.
Lupe tomó el dinero feliz y abrió la puerta.
Al otro lado había un patio, formado por la parte trasera de una refaccionaria, de un bar y un almacén. Los cuatro edificios formaban un espacio al aire libre, oculto a la vista, donde un montón de sillas rodeaban un hexágono de metal en diez filas concéntricas; esperando a los espectadores que habrían de reclamarlas a ver la pelea.
Había varios puestos de comida rápida, frituras y bebidas se distribuían por la parte sur del patio, a unos metros de los sanitarios ubicados dentro del terreno del bar, a la derecha. Era un muy insalubre, con decir que el aroma borraba cualquier apetito por más feroz que fuera.
»Tomen asiento, la función emperazá a las 3:00 pm; si gusta hacer apuestas búsquenme.
Lupe se marchó, en tanto Venin y Jeux tomaban asiento; había algunos lugares vacíos, que pronto se llenarían, según el entrenador.
—¿Segura que éste es el Zorn que buscamos? —preguntó Jeux—. No me parece un lugar que David frecuentaría.
—Tiene que ser o ¿cuántos gimnasios llamados "Gym fitness", con un Zorn, crees que haya en ésta calle? —contestó Venin, esperando tranquila.
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RIÑA CALLEJERA.
AksiUna centésima parte de la población mundial ha desarrollado súper poderes por motivos desconocidos. En todas las ciudades se puede ver gente surcar los cielos, encender su cuerpo en llamas, leer las mentes y otras más habilidades sorprendentes. ...