XIV. EL ENTRENAMIENTO.

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    —¡YA no quiero seguir, me duele la cabeza! —reclamó Jeux, dejándose caer en el pasto.
    —De acuerdo, ya hiciste suficiente —declaró David, tranquilo—. Te has esforzado mucho.
    —Gracias, me alegra saberlo; pero no lo hubiera hecho sin tí —dijo el pequeño, acostándose sobre la hierba—. ¿Crees que ya puedo vencer a E.L.I.T.E. yo solito?
    —Nadie solo puede vencerlos; cuentan con agentes armados y aprobación internacional, sin mencionar a los Stars. Ya con nuestros aliados será difícil —respondió el de cabello azabache.
    —¿Y quienes serán nuestros aliados? ¿Flashdash podrá venir con nosotros? —inquirió.
    —No sé que quién es él, pero necesitamos p.demos que tengan entrenamiento, sería arriesgado llevar a "novatos"; detesto la palabra, mas no se me ocurre otra.
    »Vamos a tomar el almuerzo, Zaem no tardará en llegar.
    Ambos caminaron de regreso al edificio, abandonando el bonito jardín al centro. Para Jeux salir al patio era la mejor parte del entrenamiento; le gustaba jugar con los peces Koi del estanque, literalmente hacerlos flotar en una burbuja de agua y verlos nadar en el aire.
    Dos meses habían pasado desde la "Underworld Cup" y los vientos se calmaron por completo; la tempestad había pasado al fin. Sin embargo, nubarrones en el horizonte amenazaban con crear una nueva tormenta; una sin precedentes.
    Cada día, David alistaba a sus nuevos amigos; enseñándoles a conocer y controlar sus poderes. No era diferente a lo que estaba acostumbrado; había aprendido bien de su maestro, o sensei como dicen en Japón.
    Desde que se hacía cargo del Dojo, muchos niños normales venían a clases regulares; y a partir de que publicó en Riña Callejera un anuncio para enseñar a usar superpoderes, aún más p.demos asistían en busca de una ayuda, un apoyo y una orientación. Él se sentía bien ayudando a los demás, y también aprendía mucho al tiempo que enseñaba; los maestros no son muy diferentes de los estudiantes, los extremos se tocaban.
    Y tenía que admitir que desde que los Five Force llegaron, la vida era más facil para él. Ahora ya no necesitaba dormir, Zaem se encargaba de traer, literalmente, la electricidad, él la canalizaba en energía vital y la proveía al resto del grupo; así cada quien podía cumplir con su agenda y el entrenamiento sin sentir cansancio.
    Cada uno de ellos contaba con un horario diferente que cumplir: Charo cantaba por las noches hasta la madrugada, Elizabeth, o Girlnastic, entrenaba su gimnasia de día dejándole la noche libre. Venin no podía salir cuando hubiera sol, su acostumbrada visión a la oscuridad todavía era renuente a tanta luz y Zaem, con el nuevo trabajo que consiguió como instalador de cable, tampoco podía darse el lujo de desvelarse. Jeux era el único que siempre contaba con disponibilidad, de modo que a veces le servía de ayudante con sus alumnos; el niño no quería ir a la escuela y tampoco es que lo necesitara, con su nuevo poder "Aprendizaje" adquiría los conocimientos de cualquiera. Lo que era muy útil ha la hora de hacer exámenes; ¡quién pudiera tener ese poder!
    La zona del centro de la ciudad continuaba cerrada al público; hacía tres semanas, el gobierno local dió por concluida la fase de búsqueda y rescate. El saldo oficial fue de 64 decesos, 16 personas rescatadas y 89 damnificados.
    En los días siguientes se inició la fase de limpieza y remoción de escombros; esperaban poder concluirla dentro de un mes más.
    Sorprendentemente la versión oficial no cambió, se seguía culpando a un micro-sismo; ni el nombre de Amper ni el de E.L.I.T.E. aparecieron en las primeras planas de los diarios.
    —Extraño al señor Charo —comentó Jeux, mientras entraba a la cocina.
    —Lo sé, pero él sólo puede venir al amanecer y tiene que irse en la tarde; todos tenemos obligaciones que cumplir —respondió David, que creía en el valor de la disciplina para regir la vida.
    —Pero ¿vale la pena prepararse para un futuro que, al final es incierto? ¿Y si no podemos vencer a E.L.I.T.E. ni a los Stars? —inquirió el niño.
    —¿Y si sí? ¿Cómo podrían seguir manteniendo el estatus al que cada uno está acostumbrado? Sé que no te gusta sentirte solo, sin embargo es parte de la vida; ya verás que son menos frecuentes los momentos que valen la pena vivir y eso debe enseñarte a apreciarlos, y disfrutarlos tanto como sea posible.
    »Lo malo existe para enseñarnos el valor de lo bueno; recuérdalo.
    El niño lo pensó, en tanto servía un vaso de jugo usando la mente; ¡era sensacional tener telequinesis! David abrió el refrigerador y tomó huevos y tocino; la proteína era ideal para recuperar fuerzas, y para el crecimiento.
    En tanto encendía el fogón, la puerta trasera se abrió; era el chico de cabello negro, vestido con un mono de trabajo de mezclilla azul y una gorra blanca.
    —¡¿Qué hay sensei?! —saludó Zaem, dejándose caer en la silla más próxima.
    —Bienvenido Zaem, pero sensei es un halago que no merezco; si acaso dime senpai —rió David, siendo el único que entendió el chiste—. ¿Cómo te fue?
    —Brutal, es un trabajo muy pesado; bueno, no es cómo que hubiera un empleo fácil.
    »¿Dónde está Venin? —preguntó.
    —No quiere salir de su habitación; la luz le molesta en los ojos, aunque no tanto como la primera vez. Pronto podrá salir a la calle sin problemas.
    —No creo que la fotofobia sea la razón por la que Venin no puede salir a la calle —contestó Zaem, quien aún sentía miedo del aspecto de la dama araña.
    —Ve a cambiarte, termino la comida de Jeux y empezamos con tu entrenamiento —ordenó David.
    —Sobre eso, ya no quiero seguir entrenando; me duele el cuello como si me hubieran hecho una desnucadora —dijo Zaem—. Pienso que ya no puedo estar en mejor forma.
    —Siempre fuiste flojo; y aunque seas quien tiene más habilidades, ninguna de ellas será capaz de vencer a Capitán Steve.
    »Tienes que aprender a usar tu cuerpo como apoyo, aprender a pelear; eso podría ayudarte —sugirió el de cabello azabache.
    —¡No soy flojo, y porqué yo soy el único que tiene que pelear! Jeux no mueve ni los pies, siempre va flotando a todos lados.
    —¡Oye, es más difícil de lo que parece; y deja un terrible dolor de cabeza! —intervino Jeux.
    —Zaem, Jeux no tiene fuerza para pelear aún; de momento sólo cuenta con el poder de su mente, y es quién más a avanzado en su entrenamiento.
    El pequeño adoptó una postura de superioridad ante la declaración de David, burlándose de Zaem.
    —Bueno, el segundo lugar no es tan malo —dijo éste, cruzándose de brazos.
    —No lo es, y ese es el de Elizabeth; ella es muy talentosa, sólo le hacía falta seguridad —agregó David, cocinando en el fogón.
    »Charo es el tercero, que descubrió dos nuevos poderes muy útiles... Y Venin no necesita entrenar; supongo que ya sabes que posición ocupas en la tabla.
    —¡El último! —rió Jeux.
    —No es justo, yo soy el único que trabaja en algo cansado y horrible; claro que estoy en último lugar, no obstante les demostraré que se equivocan.
    »Vamos a entrenar —dijo Zaem, poniéndose de pie. No podía resignarse a ser el más débil del grupo.
    David asintió satisfecho, y continuó haciendo el almuerzo del niño en tanto, Zaem iba a cambiarse.
    Éste regresó a los pocos minutos, vestido con un pantalón corto negro y una camiseta azúl; David terminó de servir el almuerzo en un plato y luego salió con rumbo al Dojo; Zaem le siguió y a él, Jeux, con su plato en una mano y su vaso de jugo en la otra. El niño no quería perder detalle.
    —¡Bien Zaem, recuerda en que tienes que esquivar el ataque! Muchas veces tu desventaja es tu explosividad —declaró David, quitándose la playera, quedando en pantalón.
    —¡No soy explosivo! —reclamó Zaem, al otro lado de la arena.
    David sonrió y se dejó ir contra el contrario; lanzó un golpe que impactó contra el pecho, y conectó con la mano de Zaem; giró sobre sí mismo y lo lanzó al extremo opuesto.

RIÑA CALLEJERA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora