XV. CACERÍA DE ALIADOS.

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    ERAN pasadas de las 10:00 am y el sol brillaba sobre la ciudad. Para Charo no fue difícil llegar a la estación Tequilera, él sabía conducirse por las calles de la urbe sin perderse.
    Le preocupaba llevar una camioneta llamativa por una zona un tanto marginada; no por el hecho de perder el lujoso vehículo, sino por la pasajera que llevaba a un lado. Temía estar poniendo en riesgo a Elizabeth, y más aún no poder protegerla.
    Ella, por su parte, conversaba muy contenta, riéndose por el aspecto de Charo. Sin Jeux que escondiera su apariencia, tuvo que hacer uso de lentes, peluca y un poco de maquillaje; ahora lucía como un intento de rockero desnutrido y mal pagado.
    —Perdona, te ves muy gracioso —se disculpó Elizabeth, desternillándose de risa en su asiento.
    —Prefiero que me llamen gracioso, generalmente me dicen feo —sonrió Charo.
    La camioneta negra se detuvo en la calle indicada, una de tantas en la capital. Edificios de seis a cinco pisos distribuidos entre tiendas y negocios varios, como restaurantes, heladerías y recauderías, tapados por uno que otro árbol ornamental. Gente normal yendo y viniendo, miraban con asombro a su paso, la Hummer negra aparcada; no era común ver un vehículo así, ni siquiera en las zonas acaudaladas.
    »Creo que tengo que cambiar de auto, detesto esa mirada que me lanzan; es tan "admirable" que no estoy acostumbrado.
    »Casi siempre me tienen miedo.
    —No tienes que hacer eso, está muy bonita tu camioneta; y no eres feo, te pareces un poco a Michael Jackson cuando yacía en su ataúd —se burló ella.
    Al esqueleto no le molestaba en lo más mínimo; le gustaba sentirse aceptado, y ser tratado como se trata a cualquier amigo cercano. Sólo a los verdaderos amigos se les insulta.
    —¿Tienes hambre? Zaem no preparó desayuno más que para él —invitó Charo, a quien no le importaba gastar el dinero, y menos ahora que su acompañante era ella.
    —No lo juzgues, no sabía que David nos reuniría temprano. Por cierto ¿cómo les estará yendo? —inquirió Elizabeth.
    —Supongo que bien, siendo sincero me preocupa más el buki y Venin. Tal vez hubiera sido mejor que los cuatro nos mantuvieramos juntos; que más da tardarnos un día extra —comentó el charro, un tanto preocupado. Venin, aunque con súper velocidad, fuerza, y fluidos venenosos, no dejaba de ser una mujer; y Jeux era un niño. ¿Cómo podrían defenderse contra un grupo de pandilleros, en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad?
    —Si lo que dice Venin es cierto, no podemos permitirle más tiempo a E.L.I.T.E. para que manipule su sangre. Hay que actuar lo más rápido posible.
    »Descuida, sé que estarán bien. Lo que es más, para que no pienses en eso aceptó tu invitación a comer.
    Charo asintió contento y rápidamente bajó del vehículo, lo rodeó por la parte de enfrente y abrió la puerta del copiloto para la joven. Ella no estaba acostumbrada a convivir con hombres, por su dedicación a la gimnasia carecía de tiempo para vida social, no tenía idea de como reaccionar ante la caballerosidad; de modo que sólo sonrió y se dejó consentir. Aunque no llevará ese elegante traje rojo que acostumbraba, y en su lugar usará una sudadera negra y una peluca desaliñada, seguía siendo un galante caballero.
    Justo enfrente de la camioneta había un pequeño local que vendía comida. Ninguno tuvo inconveniente en entrar y tomar asiento en la mesa más cercana; el lugar estaba medio vacío así que Charo pasaría inadvertido, o casi.
    De inmediato un muchachito se acercó y les ofreció el menú, iba con un mandil y una diminuta coleta en la cabeza. Mientras Charo y Elizabeth leían la carta, el mesero no perdió el tiempo en elogiar la camioneta frente a la acera.
    —¿No lo he visto antes? —preguntó el joven, pensando—. ¡Claro, ¿como no? es un rockero famoso: Alex Lora! Sabe, no sabía que fuera tan alto.

 ¡Claro, ¿como no? es un rockero famoso: Alex Lora! Sabe, no sabía que fuera tan alto

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RIÑA CALLEJERA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora