Una centésima parte de la población mundial ha desarrollado súper poderes por motivos desconocidos. En todas las ciudades se puede ver gente surcar los cielos, encender su cuerpo en llamas, leer las mentes y otras más habilidades sorprendentes.
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—¿Cómo qué..? —. Amper no tuvo tiempo de concluir su pregunta; fue tan rápido que no alcanzó a mirar con presión lo que ocurrió. Venin se abalanzó sobre él y soltó un gancho a la quijada del muchacho, que lo sacó volando.
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Luego, la extraña criatura pegó un salto al techo e igual a una araña, se movió entre las estalactitas; perdiéndose en la oscuridad. —¡Greñudo! —gritó Charo, corriendo hacia él—. ¿Estás bien? —Si, no es el golpe más fuerte que he recibido. Jeux, ¿cómo sabes que dijo? ¿Hablas francés? —No, pero sentí que atacaría; ví sus intenciones; lo intenté, pero no puedo controlar su mente. »¡No me deja entrar! —declaró el niño, asustado. Desde el tiempo que supo usar sus poderes, jamás le habían fallado; no existía persona que se resistiera a su control mental. Con excepción de Sloan. Ahora, se sentía vulnerable y débil; se percibía tal y como era, un niño. —¡Buki, chula, salgan de aquí; esperen afuera. Es más seguro! — ordenó Charo, ayudando a Amper. —No, estamos más seguros juntos; no se separen —respondió éste. —El golpe te volvió loco, greñudo. ¡No pienso arriesgar a una mujer y a un niño..! —¡Cuidado! —gritó Girlnastic, lanzándose contra Charo; salvándolo de un proyectil verdoso que cayó de arriba. Amper volteó y lanzó un orbe eléctrico en la misma dirección. Un estruendo se escuchó, antes de que un pedazo del techo se desprendiera. Entonces llegó el turno de Jeux, que estiró sus manos y detuvo la caída de las rocas; para después dejarlas con suavidad sobre el suelo. Los cuatro hicieron una especie de círculo, dándose la espalda mutuamente; procurando vigilar cada rincón del sombrío recinto que les rodeaba. —¿Qué es esa cosa? Dudo que sea humana —comentó la chica. —Sloan dijo que era una p.demos, pero no se parece a nada que haya visto —declaró Amper, mirando hacia arriba; buscando señales del extraño ser. —Sabia que las mutaciones físicas eran poco comunes, mas nunca pensé que algo así fuera posible. »Se parece a una araña —dijo Charo. —¿Qué hacemos ahora? —cuestionó Jeux. —El plan no cambia, conseguimos la sangre y salimos de aquí. No entendemos lo que dice, ni ella a nosotros; tenemos una ventaja. »Charo, tú la distraeras; usa tu velocidad. Yo atacaré, Jeux intenta detenerla con tu telequinesis. »Cuando éste controlada, Girlnastic, estirarás tu brazo y extraerás la sangre con ésta jeringa. Luego escaparemos como pobres diablos. »¿Están de acuerdo? Era un plan simple y, lo más importante, seguro; en teoría podría funcionar. Otra opción sería un enfrentamiento a lo loco y arriesgarse a ser sepultados por la caverna; lo mismo que pasó con el "Clash Way". Todos aceptaron y Charo fue el primero en romper la formación. —¡Hey, sea lo que seas, déjate ver! ¡Ajuaaa! —exclamó, tratando de llamar su atención. El silencio reinó por un instante. Aunque no se veía, se sentía la presencia acechadora de Venin; observándolos, esperando el momento oportuno para atacar. Desde las alturas, la extraña criatura observó dos figuras en el suelo; dos que llamaban su atención, siendo el rojo el color más identificable para ella. Una era grande, pero la otra era pequeña. Por su tamaño dedujo que era un niño, las presas más vulnerables. Había visto como ese pequeño, detuvo un derrumbe con su poder; era una amenaza, aún más que el eléctrico. Con suavidad, Venin se dejó caer con sigilo; y maniobró entre las estalagmitas hasta mirar con mayor precisión al pequeño castaño. Apenas éste volteó, se encontró con la feroz mujer saltándole a la cara. Jeux gritó y pusó sus manos frente a él; su telepatía evitó que fuera víctima de una brutal embestida, deteniéndola en el aire. Por un segundo, el niño se sintió contento; frente a él tenía la criatura capturada. —¡Chicos, la atrapé! —gritó con emoción. Venin gruñó y de pronto abrió la boca para escupir un espeso líquido verde, que cayó en el rostro del pequeño. Éste gritó, perdiendo la concentración y soltando a la criatura.
