XXV. UN CÁLIDO ENCUENTRO.

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    —¿ESTÁS listo? —preguntó Venin. No era muy aficionada a entablar conversación con las personas, sin embargo aún faltaban cinco minutos para iniciar el ataque; había que hacer algo para pasar el rato.
    —Siempre, no es la primera vez que hago una operación como está.
    »Me preocupan más tus amigos; ¿crees que podrán seguir dos sencillas instrucciones? —. Boy Soldier era un hombre acostumbrado a seguir órdenes sin cuestionar, a sostener un arma y enfrentarse con mutantes, sin el temor de perder la vida o no; siempre estaba listo.
    No obstante, lo poco que había convivido con los llamados "Five Force", daba pie a una preocupación real. La responsabilidad le caía con fuerza sobre los hombros, quizás como nunca antes.
    Ninguno de los elementos parecía contar con una madurez necesaria para atacar Whitehead; desde el niño, Jeux, por ser niño, hasta el mayor, Charo, por ser el mayor. Sin mencionar a Amper, sarcástico y pretencioso.
    Francamente, temía por ellos.
    —Yo los he visto pelear contra los Stars, sé que son capaces de responder a cualquier desafío —contestó Venin.
    »Estarán bien.
    —Ojalá, un fallo y todo se desmorona como calesa china —dijo Boy Soldier, comprobando su escopeta.
    Venin volvió a guardar silencio. Por lo visto el rubio no era muy conversador tampoco; además no tenía ningún interés en hacer amistad con él.
    Si lo había elegido como compañero era para mantenerlo cerca y vigilado; aún no confiaba del todo en él, y si se atrevía a intentar algo ella sería la primera en acabarlo.
    Francamente prefería enfrentarse a esta misión sola y no preocuparse por un compañero; como dicen por ahí: "Mieux seul que mal accompagné".
    Empero no tenía más opción.
    Cuando la alama sonó, anunciando la llegada de las 11:00, Boy Soldier dió la orden y salió corriendo rumbo a Whitehead. Venin asintió y se desplazó por la nieve usando sus manos.
    Para cualquier humano, moverse igual que un cuádrupedo resultaría difícil y complicado, mas para Venin, que contaba con un par de brazos extra, le era más sencillo, y provechoso, avanzar así. En poco más de tres minutos, logró llegar al muro de contención.
    Boy Soldier se había quedado atrás, era de esperarse siendo el único humano del grupo; pero ya tenía contemplado eso. Mientras él llegaba, Venin haría uso de su "Crachat Acide" para debilitar la estructura y abrir un acceso a través del muro; o ese era el plan.
    Aún desconocía la eficacia de su poder, mas si Sloan la buscaba con desesperación era por algo; más allá de ser la clave de la mutación.
    No quedaba más que confiar en que todo iría bien.

    —Todos los guardias están en posición, señor —confirmó Fred Vallejo, usando el radio; luego de comprobar la ubicación de los tres escuadrones

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    —Todos los guardias están en posición, señor —confirmó Fred Vallejo, usando el radio; luego de comprobar la ubicación de los tres escuadrones.
    —Perfecto, y ¿cúal es su estatus? —preguntó Sloan, sintonizado los monitores en la sala de control, desde el área de contención.
    —6 guardias van a la cocina, 12 se dirigen al almacén; y 6 esperan el muro este, cubriendo la entrada; nosotros vamos a las calderas.
    »Hemos sellado el acceso al generador como ordenó; enfrentamos problemas técnicos, pero todo está solucionado.
    —Entiendo, según Pete Sanders hay fallas técnicas en todos los sistemas; fue una suerte que se activara el protocolo de seguridad —contestó William, que no conseguía ver la imagen del almacén.
    Dieu y Meteoro se habían transportado ahí desde el inicio y quería ver su desempeño; le hubiera gustado que se enfrentara a Amper, pero Dieu insistió en ir al almacén primero.
    Según su habilidad telepática, el mutante más poderoso de los invasores llegaría por el norte; Amper era una insignificancia en comparación, de los 9 mutantes que buscaban entrar, él ocupaba la posición 7.
    ¡Qué lástima que alguien tan débil fuera capaz de derrotar a los Stars!
    Inútilmente, Sloan trató de configurar la imagen, mas algo obstruía la señal; el monitor sólo mostraba estática. Prefirió no insistir más y se enfocó en el resto de las cámaras, al final ya tendría oportunidad de verlo; Dieu y los ALFA darían caza a cada mutante que estuviera fuera de su celda, Stars incluidos.
    A penas podía esperar; con ALFA, Sloan veía su futuro al frente de E.L.I.T.E. asegurado de por vida.
    «William Sloan, presidente vitalicio de E.L.I.T.E, suena muy bien», pensó; al tiempo que una sonrisa se dibujaba en su rostro.
    —Entiendo señor, establecemos contacto en breve, después de que saquemos la basura —respondió Fred, cortando la comunicación.
    Durante los seis años a cargo de los Rhyno, por extraño que sonara, Vallejo siempre había querido participar en un combate igual a éste; con mutantes que no temieran, sino que se defendieran, dispuestos a morir por un ideal, por más absurdo que fuera.
    Enfrentarse con mercenarios mutantes era emocionante.
    Cada que sentía un arma entre las manos, la adrenalina de saberse en peligro, era poseído por una energía que lo ponía en un estado de éxtasis; dicho de otra forma, le hacia sentirse más un súper héroe.
    Matar a un humano igual a él era despreciable, sin embargo un mutante era más hábil y fuerte que el promedio, sin mencionar los extraordinarios poderes que algunos poseían; era el reto perfecto para medir las agallas de cualquier hombre.
    Hasta la fecha, ningún mutante había logrado escapar de su escuadrón, tenían una hoja de servicios impecable; mas con la aparición de los Stars, sus labores se disminuyeron de forma considerable hacia cuatro años, limitando su trabajo a custodiar a Sloan y encargarse de la seguridad en Whitehead.
    Estaban un poco fuera de forma, además el equipo Rhyno se debilitó desde la muerte de Michael Martínez, y ahora más que Thomas Batres había desaparecido; ¡y esto lo volvía más emocionante!
    Sólo había cuatro de ellos, en contra de un mutante con suficientes alpargatas para atreverse a asaltar una prisión de máxima seguridad; no podía tratarse de ningún débilucho.
    La supervivencia era incierta y esto lo extasiaba.
    Fred esperó a que el ascensor de servicio se detuviera, había que bajar dos niveles para arribar al cuarto de calderas; entonces cruzaron el pasillo hasta la gran puerta metálica al otro lado.
    La temperatura se incrementó de golpe, el silbar de las calderas y el fuerte crepitar de las brasas, hacían más difícil escuchar las voces de sus compañeros.
    Sin duda era un obstáculo para la comunicación; pero mientras más dificultades tuvieran, más interesante sería el enfrentamiento.
    —Recuerden, mantengan formación de cuatro puntos; esperen lo peor, quizás sea el mutante más el fuerte al que hayamos enfrentado —declaró Vallejo.
    —Entendido, señor —respondieron los Rhyno, entrando en el cuarto de calderas.

RIÑA CALLEJERA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora