V.III

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Suyen le mando un mensaje corto a Mingyu, quería verlo antes de clases en el aula. Aunque WonWoo decidió no opinar si salió con Mingyu a la misma hora para ir a clases, pudo irse después y darle espacio, incluso la madre de Mingyu se desánimo un poco porque ninguno iba a comer el desayuno que ella preparó, pero WonWoo no se sentía cómodo cuando se trataba de Suyen. Ella había dejado de ser inofensiva.

Así que solo salieron hacía la escuela, con el celular de WonWoo vibrando con los mil y un mensajes de su madre que aunque respondió ella seguía regañandolo por no regresar a casa. Ella dijo algo sobre un castigo, pero se perdió en los mil mensajes que hablaban de como los vecinos iban a comenzar a hablar de que su hijo era un malcriado. Daba igual, cumpliría con su castigo y se olvidaría del tema.

—Ella está adentro. —Le murmuró Mingyu cuando estuvieron en el pasillo. —Espérame aquí... Saldré en un momento.

WonWoo asintió. Debía respetar un poco y darles su privacidad, aunque Suyen estuviera comportándose extraña desde hacía tiempo... Ah, en cuanto Mingyu entró al aula WonWoo comenzó a buscar una manera para espiarlos, él no debería, pero era parte de su trabajo como mal-novio cuidar a su buen-novio.

—¿Qué hacemos? —La voz de Rumi casi lo hizo gritar del susto, ella había murmurado cerca de su oído. —¿A quién vigilamos?

—¿No es algo grosero espiar? —Preguntó un chico, uno de los amigos de Mingyu que siempre estaba en el pequeño grupo, solo que WonWoo no sabía su nombre... ¿No era algo así como el taburete de Rumi? Ella siempre usaba a los chicos de esa forma.

—No estaba espiando. —Mintió.

—Oh, es Suyen y Mingyu ¿Qué está pasando? —Murmuró Rumi tomando a WonWoo del brazo y arrastrándolo hacía una pequeña abertura en la puerta que los dejaba ver al interior. —No puedo escucharlos...

WonWoo tampoco podía escucharlos, ellos solo estaban parados uno frente al otro, Mingyu mantenido su distancia y Suyen intentando acercarse, ella por fin había comenzado a moverse como una persona, apenas meciéndose y entrelazando sus manos. WonWoo la observó definiendo su figura y los detalles de su piel. Algo estaba aún más raro en ella. No era normal.

Abrió los ojos de par a par  cuando notó un pequeño bulto en la chica, estaba en su pecho, cerca de la clavícula, y poco a poco avanzaba. Mingyu no podía verlo porque él mantenía sus ojos firmemente sobre los de ella. Y cuando WonWoo se enfocó en él solo pudo entender un par de palabras del movimiento de sus labios.

"Lo siento" dijo Mingyu rechazandola.

El alivio que sintió no duró lo suficiente.

El bulto sobre el cuello de la chica se movió demasiado rápido y ella se acercó a Mingyu de un momento a otro extendiendo sus brazos y empujando su torso hacía adelante.  Ella quería besarlo, y WonWoo jodidamente reaccióno tan rápido que no se dió cuenta de lo que hizo hasta que impacto contra Suyen. La había empujando con tanta fuerza que la chica salió disparada al suelo, y el sonido que hizo al caer no era normal, como si fuera una bolsa aguada o acuosa.

—¡WonWoo! —Gritó Rumi.

—¡Hey! —El grito molesto de aquel chico de antes lo aturdió un poco, lo suficiente como para no verlo venír.

Fue empujado de golpe, no por el tipo que se acercaba, si no por Mingyu quien recibió el puño de su supuesto amigo en el rostro. Su novio cayó tan fuerte en el suelo y se golpeó contra la pared de tal manera que esta tembló, y la ventana que siempre estaba abierta porque estaba rota se cerró de golpe.  Cayó escarcha sobre Mingyu.

WonWoo corrió hacia Mingyu y tomó las pequeñas virutas con las manos, eran como diminutas esferas vacías, transparentes. Miró a Mingyu aún sintiendose preocupada por él y este solo se talló el ojo dolorosamente.

—¿Estás bien? —Consiguió preguntar.

—¡Aléjate! —Escuchó el grito de Rumi y ambos giraron, incluso el chico que golpeó a Mingyu. —¡Tú no eres Suyen! ¡Suyen jamás haría algo así! ¡No me importa quien carajos seas pero no eres Suyen!

—Rumi... —Habló el chico mientras intentaba detener a Rumi quien se abalanzaba contra Suyen para darle manotazos.

—¡Suyen siempre fue conciderada y linda! —Gritó Rumi con lágrimas en los ojos. —¡Ella nunca cambiaría de parecer! ¡Ella no se comportaría de esta manera! ¡Tú no eres ella!

Rumi tenía razón.

PARÁSITO -Meanie-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora