hopeless | #1 | teen wolf

13. obsessed.

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Quiero que el amor al fin conteste

¿Por qué siempre soy yo la de la mala suerte?

—La de la Mala Suerte by Jesse & Joy.

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| obsesionado.

TAL Y como le prometió a Stiles más temprano, Abby comió la pasta sin reprochar en lo absoluto, enredando los fideos en el tenedor mientras veía una película de comedia en el televisor. Su madre se veía bastante sorprendida por ello, pero decidió no preguntar y dejarla tranquila, manteniéndose ocupada en las cosas que acostumbraba hacer los días que decidía quedarse en casa en vez de ir al despacho con su marido.

Jackson apareció en la estancia un rato después de las tres, cargando su mochila sobre uno de sus hombros y sosteniendo sus llaves, cerrando la puerta sin demasiada fuerza porque su mamá lo odiaba y sabía que ella estaría allí todavía.

—Cielo, ¿tienes hambre? Tu hermana está comiendo en su habitación —comunicó su madre rápidamente, apareciendo de uno de los pasillos a la derecha.

Jackson elevó las cejas al escucharlo, sorprendido de aquello. Abby no tenía problemas alimenticios ni nada que se le pareciera, pero usualmente se mantenía reacia a comer los días siguientes a un suceso tan fuerte como el de la noche anterior a menos que él estuviera con ella.

—Nunca come sin mí —dijo desconfiado, mirándola cuidadosamente.

—Supongo que se siente mejor que lo que pensábamos —supuso, encogiéndose de hombros—. Entonces, ¿comerás también?

—Sí, pero no te preocupes, yo me serviré e iré a comer arriba con ella —respondió y se movió rápidamente hacia las escaleras para ir al segundo piso.

Dejó la mochila en su habitación y luego fue a la cocina para servirse algo de pasta y los complementos, sorprendido de que su madre se hubiese esforzado tanto en hacer algo como eso cuando no acostumbraba a cocinar pues siempre estaba ocupada con el trabajo, pero decidió no darle muchas vueltas al asunto y se las arregló para entrar a la habitación de su hermana aún con las manos llenas.

Abby lo miró en cuanto entró, sonriendo ampliamente, y Jackson sintió como poco a poco la tensión se desprendía de sus músculos, devolviéndole la sonrisa mientras se encaminaba a la cama para unirse a ella.

—Te ves espantosa —le dijo juguetonamente, señalando su cabello desordenado.

—Tú tampoco te ves mucho mejor —regresó el comentario, riéndose—. ¿Cómo te fue en la escuela?

—Bien, no pasó nada interesante —respondió, mordiéndose el interior de la mejilla al recordar el encuentro con el extraño y aterrador sujeto en los vestidores, pero ella no tenía por qué enterarse de eso—. Por cierto, Andrea estaba preocupada por ti y le dije que le enviarías un mensaje más tarde. A Allen también.