40. close your eyes, abby.

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| cierra los ojos, abby.

MELISSA MCCALL a veces sentía que no reconocía a su propio hijo

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MELISSA MCCALL a veces sentía que no reconocía a su propio hijo. Scott había estado portándose extraño últimamente, faltando a clases y luciendo sospechoso, pero ni en el más loco de sus sueños imaginó que llegaría hasta el punto de ser denunciado por la chica con la que salía por secuestro y esta le impondría una orden de restricción.

—No se acercarán a Abigael Whittemore a menos de quince metros, no le hablarán, no la abordarán, no la atacarán ni la acosarán física ni psicológicamente —dijo el alguacil con la mirada puesta en la demanda de la orden de alejamiento.

— ¿Y la escuela? —preguntó su hijo.

—Pueden ir a clases, pero mantendrán una distancia de 15 metros —repitió su papá.

Abby estaba llorando cuando Melissa llegó a la estación de policías luego de que fuera llamada a asistir a la lectura de la demanda, rompiéndole el corazón al pensar en qué demonios le había hecho su hijo como para dejarla así. Scott lucía miserable, encogido en su lugar en completo silencio, sin levantar la mirada de sus manos temblorosas por un segundo, y temblaba ligeramente.

—Jackson, ve afuera con tu hermana —ordenó el abogado David Whittemore, una de sus manos sobre el hombro de su hijo. Jackson asintió en silencio, levantándose de su asiento y saliendo de la sala de interrogatorios para dirigirse a la recepción con Abby y su madre—. Abby no quiere levantar cargos, así que esto es todo —finalizó.

—Chicos, afuera —espetó el alguacil duramente.

Ambos demandados asintieron en silencio, levantándose de sus asientos y saliendo de la sala para dejar al oficial hablar con el abogado. Melissa se apresuró a llevar a Scott a un lugar lejos de los demás, mirándolo como si no lo reconociera.

—No es solamente esto. Aunque una orden de restricción es una nueva bajeza a la que no pensé que llegarías tan pronto, especialmente con Abby, es solo el comienzo. El tan raro comportamiento, las llegadas tarde a casa en la noche, tener que rogarle al señor Harris que hiciera el examen de química al que faltaste —enumeró.

— ¿Falté a un examen de química?

— ¿En serio, Scott? Tengo que castigarte. Quedas castigado.

— ¿Y el trabajo?

—Bien. Fuera del trabajo. Y nada de televisión.

—Mi televisor está roto.

—Entonces nada de computadora.

—La necesito para la escuela.

—Entonces... nada de Stiles.

—Espere, ¿nada de Stiles? —preguntó el aludido.

— ¡Nada de Stiles! —repitió duramente. Stiles saltó en su lugar, retrocediendo lo poco que se acercó a ellos—. Y no más privilegios con el auto. Dame tus llaves. ¡Qué me las des! —exigió cuando él solo la miró. Scott sacó las llaves y se las pasó, viéndola luchar por sacarlas del llavero—. Por el amor de Dios.

hopeless | #1 | teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora