Cap. 24: Pequeña Borracha

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Después de esa inesperada y agradable visita, la castaña no lograba conciliar el sueño. Tenía la voz ronca y seductora de su peliblanco grabada con fuego en la cabeza. La manera en que él la aprisionaba con su gran cuerpo, sus besos y sus caricias la dejaron con una sensación de cosquilleo y calor que parecía no desvanecerse, se sentía humedecer de sólo recordarlo y se vio obligada a satisfacer sus propios deseos esa noche.

Al día siguiente, luego de su largo día de trabajo en el restaurante, volvió caminando hasta su casa, donde su amiga la recibió como siempre.

- ¡Hola Rin! ¿Cómo te fue? 

- ¡Hola! Bien, pero sabes que es aburrido sin ti, Kagome... - Le dijo riendo.

- Lo sé, alegro tus días. 

- Jajaja no te creas... ¿Y tú, cómo lo pasaste hoy? 

- Bien, salí a comer con Inuyasha... Por cierto, vendrá Sango a cenar, debe estar por llegar. 

- ¿Si? ¡Que bueno! La extraño, no la veo hace tiempo. - Le dijo mientras caminaba a su habitación. - ¿Necesitas que te ayude con algo?

- No, sólo mantente alejada de la cocina. - Le dijo riendo.

- Jaja. Muy graciosa.

Se cambió su uniforme por ropa más cómoda y se recostó un momento en su cama mientras Kagome cocinaba la cena. Se levantó al sentir el timbre sonar, fue a abrir la puerta y saludó cariñosamente a su amiga con un abrazo.

- ¡Rin! ¿Cómo estás? ¡Te extrañaba!

- ¡Yo también!, justo le decía eso a Kagome.

- Mmmh, qué rico huele eso. - Dijo Sango acercándose a Kagome a darle un beso en la mejilla de saludo. - Traje un vino, para hacer más entretenida la cena. - Le guiñó un ojo. 

- Por eso me caes tan bien... - Respondió riendo. 

Se sentaron las tres a comer, mientras conversaban y reían recordando algunas anécdotas y hablando de sus vidas. 

- Rin, cuéntame por favor, cómo es trabajar con el mismísimo Taisho Sesshomaru, Kohaku me dice que es bastante aterrador...

- Apropósito, Rin, ¿Están peleados o algo? Te noté algo decaída estos días y anoche pensé que se quedaría a dormir, pero me pareció escuchar que se fue... - Hablaba Kagome y de pronto calló al sentir a Sango atragantarse con el vino. Levantó su mirada para encontrarse con Rin terriblemente sonrojada y sus ojos abiertos como platos. La castaña le movía su cabeza en negación y le hizo un gesto para que guardara silencio.

Kagome se llevó sus manos a su boca y cerró sus ojos...

"Mierda, parece que hablé de más."

- ¡¿Qué?! - Dijo Sango en un grito. - ¿Rin... de qué está hablando Kagome?

- ¡Lo siento, Rin! Lo olvidé por completo, ¡Es culpa del vino! - Se excusaba. 

La castaña no pudo evitar soltar una carcajada al ver la expresión de miedo y arrepentimiento de su amiga y al escuchar sus palabras. Suspiró rendida antes de hablar.

- Está bien... no importa. Sango, por favor prométeme que no le dirás a nadie... ¡Ni siquiera a Kohaku!

- Lo prometo, lo prometo, ¡Ahora habla!

- Sesshomaru y yo estamos saliendo...

- ¿¿¿QUÉ??? - Rin y Kagome estallaron en risas al ver la cara de su invitada. - No puedo creerlo, ¡Dios, que suerte tienes! Quiero saberlo todo, ¿Cómo fue? Pensé que no te agradaba, ¿Cómo es él? ¿Siempre es así de serio? ¡Ahg, te envidio! Es que es guapísimo.

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