6 Eres todo lo que está bien

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Las ropas quedaron desparramadas por todo el lugar, los besos y las caricias inundaron la habitación.
Yoongi estaba encima de Jimin apoyado sobre sus propios codos para no aplastarlo. No podía dejar de besarlo, de morder su cuerpo, Jimin era una obra magnífica que Yoongi adoraba tener entre sus brazos. Era el momento de demostrarle que dabajo de su coraza existía un chico tierno y totalmente perdido por él.
Acarició lentamente el cuerpo desnudo de su pequeño, dejando besos a su paso, llegó hasta su abdomen el cual beso y lamió con pasión, entregándole bajos gruñidos llenos de placer. Se maravillaba con los sonidos que Jimin lanzaba, quería grabar en su memoria cada uno de ellos. Beso cada parte de su piel y el rastro de su lengua húmeda le enseñaba a Jimin lo que Yoongi quería darle. Amor, a su tosca y demandante manera, pero era amor, Yoongi jamás se había sentido así con alguien y Jimin sacaba de él toda esa hostilidad y frialdad y la reemplazaba con ternura, una que ni él mismo sabía que poseía, pero cuando estaba con su pequeño él se dejaba llevar por la burbuja que ambos construían a sus alrededor.
Lamió dulcemente la erección del otro, jugando y mordisqueando, haciendo que Jimin se retorciera de placer. Sus dedos resbalosos por el lubricante comenzaron a buscar sin premura la entrada del chico que tanto le gustaba. Primero fue un dedo, Jimin sintió algo de incomodidad pero poco a poco se fue relajando con los besos hambrientos que Yoongi le daba, entró el segundo y sintió como el otro lo recibía gustoso, cuando el tercer dedo entró Jimin jadeo desesperado.

-Te necesito hyung- gimió en sus labios.

Se arrodilló y se puso el condón mientras Jimin miraba excitado cada movimiento. Se volvió a acomodar sobre él poniendo una de sus manos al costado del otro mientras que con la otra guiaba su pene hasta el lugar que necesitaba. Quería perderse en ese paraíso llamado Park Jimin y poco a poco fue entrando, enloquecido de placer al escuchar los jadeos de su pequeño, se quedó quieto un minuto esperando a que Jimin se acostumbrara y cuando este lo miró con ojos brillantes entendió que era el momento de avanzar de nivel. Empezó lento sintiendo como el otro lo apresaba, lo recibía tan bien que Yoongi pensaba que no aguantaría demasiado, pero siguió el ritmo, quizás porque quería que ese momento fuera eterno y sobre todo inolvidable. El ritmo se fue acelerando a medida que Jimin pedía más y más, dejándose llevar por las sensaciones que sentía en todo su ser por sentir el cuerpo del otro.
Las embestidas ahora eran rápidas, lujuriosas, hambrientas, cargadas de un deseo y una necesidad que solo Jimin podía mitigar.
Cuando Yoongi sintió el cuerpo del pequeño tensarse entendió que este estaba al límite, que pronto explotaría dejando salir su elixir cargado de emoción y Yoongi lo siguió con un sonido gutural que lanzó desde el fondo de su garganta. Era inevitable para él sentir que ya no podía separarse de su pequeño.

-Eres todo lo que está bien, Jiminie- dijo en su oído con una gran sonrisa.

Y Jimin sintió que nada podía ser malo si sentía tanto amor por su adorado hyung.

Los cinco días junto a la familia Park pasaron más rápido de lo que Jimin hubiera deseado, y él no se hubiera ido de su casa si no fuera porque Yoongi se lo había pedido y no podía negarle nada a su hyung favorito.
Viajaron por la noche a Daegu, llegando por la mañana temprano, un joven mayor que su hyung los esperaba y Jimin supo que era el hermano de su adorado porque sus rasgos eran casi iguales.

-¿Así que tue eres el gran Jimin?, debo decir que eres mi favorito dentro del grupo- comentó con una sonrisa idéntica a la de Yoongi.

-Gracias- respondió sonriente.

-Soy Yoonsoo y soy el hermano mayor de este cascarrabias- bromeó mientras despeinaba el cabello de su hermano.

-Ya hyung, deja de hacer eso- la voz grave de Yoongi lo hizo sonreír.

Llegaron a la casa de los Min, la familia los esperaba feliz de que fueran a pasar unos días con ellos. Recibieron a Jimin con alegría y los acomodaron en la habitación de Yoongi, donde claro que había dos camas.

Min sonrió y miró a su pequeño.
-Igual dormiré contigo- jadeó en el oído de Jimin haciéndolo tensar de inmediato.
Su sonrisa pícara le dejó ver al más pequeño que le encantaba hacerlo sonrojar diciéndole cosas como esas.

Durante los siguientes cinco días parecían una pareja de enamorados, claro que no se hacían ver frente a los demás, mucho menos frente a la familia de Yoongi ya que Jimin moriría de vergüenza si ellos los vieran a los besos o haciéndose arrumacos. Pero en las noches, en esas noches maravillosas ambos se entregaban a la pasión que sentían uno por el otro.

El tiempo de volver al trabajo y a las responsabilidades había vuelto, así que aunque no hubiesen querido hacerlo, la última noche tomaron un avión con destino a Seul.
La burbuja del romance y el amor parecía estar a punto de estallar y Jimin sentía un malestar de solo imaginar cómo seguiría la relación de ambos estando en casa y con sus amigos y compañeros de grupo.
Intentó dejar de lado esos pensamientos. Se acurrucó sobre el brazo de Yoongi y se dejó llevar por el sueño.

-Park, Park, despierta mocoso, ya llegamos- la voz grave del mayor lo hizo espabilarse

Se puso de pie, tomó su pequeño bolso y siguió a su hyung a la salida. Durante el camino hasta buscar sus valijas estuvieron en silencio.
Llegaron a la salida principal del aeropuerto y entonces Yoongi habló.
-Sube en ese taxi- apuntó al primer auto de la fila.

Jimin asintió y subió su valija dejando espacio para que Yoongi pusiera la suya, este ni siquiera lo miró y comenzó a caminar arrastrando su maleta hasta otro auto.

-¿Qué haces- preguntó Jimin confundido.

-Me voy en otro taxi, claramente no vamos a llegar juntos a la casa- informó y acomodó su equipaje.

-No entiendo, ¿por qué no iremos juntos a la casa?- su confusión era cada vez más grande.

-¿En serio estás preguntando Jimin?, no podemos llegar juntos, nadie debe saber que pasamos estos diez días juntos.

Y Jimin sintió como todo su mundo se derrumbaba, Yoongi se había subido al auto y sin voltear a verlo siquiera una vez se fue, sin decirle nada más, sin un beso, sin una caricia, nada. No podía creer que estaba volviendo a vivir otra vez la misma pesadilla. La pesadilla en la que Yoongi volvía a ser el ser frío y distante que a veces ni siquiera notaba su presencia.
Sus ojos se inundaron, pero no se permitió llorar, debía ser fuerte, debía dejar de creer en cuentos de hadas, debía dejar de pensar que Yoongi le demostraría su amor y sería el novio que él había soñado. Debía dejar de intentar ser feliz con él.

Al llegar a la casa donde todos vivían se alegró de encontrarse con su querido Tae, había sido el primero en volver, al cabo de unos minutos Hoseok atravesó la puerta los saludo con besos y arrumacos y le dio los regalos que les había llevado. Por la tarde llegaron Jungkook y Seokjin, pero Yoongi nunca llegó. Por la noche Namjoon llegó contando lo bien que la había pasado durante las cortas vacaciones. Todos contaron acerca de sus días alejados y de lo mucho que deseaban repetir pronto las visitas a sus familias.

Yoongi no llegó esa noche y Jimin sintió su corazón romperse un poco más, siempre se rompía un poco más cuando el otro no lo tomaba en cuenta.
Llamó a su celular y dejó varios mensajes pero solo recibió el silencio de parte de su hyung favorito.
Taehyung lo miró con algo de pena, se recostó junto a él y dejó que llorara sobre su hombro, mientras le decía palabras de amor e intentaba consolarlo.

Entonces Jimin pensó que no podía seguir así, que no se merecía vivir de esa manera.

Por cada latido de mi corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora