16 Solo tu, solo yo

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El beso duró hasta que el aire fue necesario para ambos. Sus miradas se cruzaron y ninguno de los dos dudó en volver a besarse.
Uno, dos, diez, miles de besos comenzaron a surgir entre ambos y no había forma de que pudieran despegarse, ninguno quería hacerlo, ninguno iba a hacerlo.
De un momento a otro la posición había cambiado, ahora Jimin tenía su espalda sobre la gran alfombra y Yoongi estaba acomodado entre sus piernas. Los besos seguían quitándoles el aire, las manos de ambos no habían cesado su viaje por todo el cuerpo contrario.

-Yo... no puedo parar, no ahora- jadeó Yoongi sobre los labios rojizos del más joven.

-N-no lo ha-gas, n-o pa-res- balbuceo Jimin perdido entre las caricias y los besos que estaba recibiendo.

Y todo rastro de cordura se fue junto con la ropa de ambos
Desnudos, deseosos, cargados de lujuria y con todo el amor que siempre habían sentido uno por el otro, así se encontraban en ese momento.
El alcohol había desaparecido de sus sistemas pero algo aún más embriagador se había apoderado de ellos... amor, lisa y llanamente amor, el que siempre habían sentido, el que jamás se había ido y nunca se agotaría.

Poco a poco fue entrando en Jimin, sintiendo como su miembro era apresado por el cuerpo del otro.
Nada podía compararse con su pequeño y ese intenso momento íntimo que solo junto a él podía vivir, podía sentir.
Ni miles de hombres o mujeres podían hacerle sentir lo que Jimin lograba en él y aunque nunca había sabido como decirlo siempre supo como demostrarlo y eso estaba haciendo en ese momento, estaba demostrándole a Jimin que no era solo sexo, que no solo lo había extrañado, le estaba demostrando que jamás había dejado de amarlo y que nunca podría haber nadie en el lugar que Jimin ocupaba en su vida y en su corazón.
Quería en esa noche, en ese cuarto de hotel, dejar de una vez por todas de sufrir por el amor de la única persona que siempre había amado aunque no hubiese entendido cómo hacerlo, aunque se hubiese equivocado en todo, aunque no hubiese aprendido a ser el novio que debía ser.
Todo era real y todo había sido su culpa, de eso estaba seguro, pero también estaba seguro de que como amaba a Jimin, nadie jamás podría amarlo.

Jimin estaba perdido, sabía que se había perdido desde el momento en que Yoongi lo abrazó esa misma tarde cuando llegaron, sabía que aunque se negara a verlo de nuevo después de tanto tiempo había colapsado su sistema y lo supo cuando una terrible electricidad recorrió todo su cuerpo con tan solo un abrazo. ¿Pero qué podía hacer? Si jamás pudo resistirse a Yoongi y sus caricias, sus besos dulces y los lujuriosos, sus sonrisas de encías, sus ojitos brillantes cuando estaban juntos.
Jamás pudo detener a su desbocado corazón cuando latía con intensidad al tener la atención del hombre que siempre había amado.
Y en ese momento entendió que nunca había dejado de amarlo, que nunca había podido reemplazarlo, que aunque vivían a miles de kilómetros y un inmenso océano los separaba, su corazón se había quedado en Corea junto a Yoongi para siempre, y él solo se había acostumbrado a vivir el día a día sin sentir más que cariño por quienes lo rodeaban, pero el amor, el amor se había quedado con su hyung favorito.

Las embestidas se habían convertido en penetraciones alocadas llevándolos a ambos a un placer incalculable. No podían y no iban a parar hasta demostrarse uno al otro que su amor jamás se había terminado y que jamás podrían sentir con alguien más lo que sentían al estar juntos.

Jimin enredo sus piernas a la cadera del otro, haciendo que el choque de sus pieles fuera más intensa, más profunda. Sus cuerpos clamaban por explotar y los dos estaban perdidos en un éxtasis de pasión y locura desenfrenada.
El cambio de posición fue inmediata, y sin dejar de ser penetrado Jimin ya estaba encima de Yoongi, montandolo como un desquiciado, como un adicto a quien le habían quitado su droga y ahora se la habían puesto frente a él dejándolo que saciara toda su necesidad.
Sin dudas eran la droga del otro y nada podía evitar que sus cuerpos ardieran desesperados ante el contacto de ambos.
Habían sido creados para estar juntos, para amarse hasta el cansancio y en ese lugar, en ese reencuentro lo estaban asimilando.

Al fin el orgasmo explotó cuando Jimin en un intenso salto sintió el pene de Yoongi llegar a lo más profundo de su ser, haciendo que su cuerpo colapsara sin vergüenza, lanzando un gemido ronco desde lo más profundo de si mismo, sintiendo la esencia de su hyung favorito llenarlo por completo, y manchando ambos abdomenes con su propio elixir.

Se dejó caer sobre el pecho del otro, sin importar la suciedad ni el sudor.

Las caricias de Yoongi sobre su espalda se sentian como el más suave de los mantras y Jimin no pudo evitar lanzar un suspiro atontado y una sonrisa embobada.

Salió de él lentamente y se acomodó a su lado, cada uno se puso de costado mirando sin pausa el rostro ajeno.
Los labios rojos e hinchados, las mejillas enrojecidas, la frente sudorosa y la nariz en una pequeña arruga, todo Jimin era una obra de arte ante los ojos del mayor.

Su piel no tan pálida debido a la actividad anteriormente realizada, sus ojos brillosos, sus labios hinchados y su sonrisa de encías hacían de Yoongi la visión más perfecta que el menor habría podido ver nunca.
Ambos estaban perdidos ante la imagen que el otro les regalaba y cada uno pudo entender que no había fuerzas, distancia ni nadie que pudiera matar el amor inmenso que se tenían, ambos pudieron sentir en esas miradas que aunque intentaran alejarse o seguir adelante con sus vidas no había forma de que dejaran de amarse como aquella primera vez en la casa de los padres de Jimin, o como todas aquellas veces que le siguieron después.

Jimin mordió su labio inferior, y de golpe una pequeña lágrima rodó por su rostro.

-¿Qué pasa amor? ¿Por qué lloras?- preguntó Yoongi desesperado y acercando su cuerpo más al otro.

-No es nada, es... , creo que es la emoción de este reencuentro- respondió en un hilo de voz.

-¿Estás arrepentido?- preguntó con tristeza en sus palabras.

-Nunca voy a estar arrepentido de amarte hyung, es solo que...

-Tienes miedo, lo sé, también lo tengo, pero estoy dispuesto a todo Jimin, ya no somos aquellos torpes niños que no sabían lo que era amar aunque siempre lo hayan sentido. Estoy seguro de que te amo más que a nada en este mundo y el tiempo y la distancia me enseñó que ya sufrí todo lo que tenía que sufrir, que ya entendí que hice todo mal y que no tenerte cerca fue el peor de los castigos.

Las lágrimas de Jimin ahora eran más profundas, no podía dejar de llorar y morder su labio inferior aún con más fuerzas.
-Yoongi yo...

-Shhh tranquilo amor, no tienes que decir nada ahora, debemos tomar esto con calma, estoy dispuesto a esperar lo que sea necesario. Arreglé todo en Corea y no tenía pensado volver, no sin ti-

-No lo hagas Yoon, por favor, no digas eso, no digas lo que siempre soñé, no lo hagas o yo no podré soportarlo-

-Estoy dispuesto a todo Jimin, voy a quedarme aquí contigo, viviremos juntos, seguiré mi carrera como productor musical y tu seguirás llenando estadios, iré contigo a cada gira, iré contigo al fin del mundo, no dejaré que te vuelvas invisible nunca más, te daré todo lo que siempre mereciste y me costó tanto entender, me costó perderte y tener que vivir sin ti, una vida vacía y llena de dolor. Ya no Jimin, ya no puedo seguir lejos de ti, quiero todo contigo, quiero ser feliz y solo contigo puedo serlo- soltó cada palabra mientras acariciaba el rostro lleno de lágrimas de su pequeño.

-Voy a casarme...-

Por cada latido de mi corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora