Fury tiene bajo su ala a una chica bastante peculiar, en el pasado, una niña de cinco años llegó a la base sin poder hablar, traía una carta consigo, diciendo que era parte de una maldición. Parece ser que el arte del combate va en sus venas aunque...
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—¿Qué palabras podemos usar para explicarle señor...?
—Ja ja, que buen chiste Coulson.
La chica de cabello alborotado tenía tres cuerpos a sus pies mientras jugaba con un cigarrillo entre sus dedos. Uno de sus hábitos era fumar, y el otro, era asesinar cuando tenía la oportunidad.
O mejor dicho, cuando alguien quería pasarse de listo con ella.
—Bien, díganme qué pasó, y saquen esos cuerpos de ahí.
—¿N-Nosotros?
—Si Dale, ustedes.
Fury dejó salir un suspiro de la frustración y se acercó a Natalie, quien puso el cigarrillo entre sus labios, él sacó un encendedor de su bolsillo y le ofreció fuego.
—Debes dejar de hacer eso —ella solo levantó las cejas— Dejar de matar a mis guardias.
Su boca se movió como si dijera Ahh, y se acercó al tocador para peinar su melena.
—También deja de ignorarme —lo miró por el reflejo del espejo mientras una sonrisa salía de sus labios—. Ya sé que yo tengo la culpa por no enseñarles a tratar a una dama —su sonrisa se hizo más grande mientras asentía.
La compañía de Natalie era de hecho muy acogedora. Sin mencionar el silencio. Fury y ella pasaban la mayoría de sus días juntos cuando él no tenía cosas que hacer y eso era casi nunca.
Pero eso estaba bien porque Natalie jamás fue una persona de muchas palabras, si saben a lo que me refiero. Además de que la gente que sabía sobre ella la llamaba un lobo solitario.
Cosa en la que no se equivocaban.
Sus manos se movieron formando las palabras ¿Cuando vendrán tus amigos?
—Ellos no son mis amigos. Son mis empleados.
—Si claro.
—De verdad, él único que me cae bien es Steve, y Natasha, pero ella lleva años aquí. Ya sabes.
—Yo amo a Natasha.
—Lo sé.
El olor a lejía se hacia más presente en la habitación, así que ambos se levantaron y salieron de su habitación, en S.H.I.E.L.D. tenían toda un ala equipada para Natalie, quien jamás la abandonaba, por dos cosas, una, tenía guardias las veinte y cuatro horas del día a los siete días de la semana vigilándola. Y dos, se suponía que todo esto era un secreto, así que se lo tomaban muy enserio. En especial ella, que su papel era el principal y más importante.
Sus tacones se hicieron resonar por toda el ala gracias a el ensordecedor silencio, Fury le abrió la puerta de la habitación y ella entró.
—Nos vemos después, tengo trabajo que hacer.
—Háblale a Sebastian.
—¿De nuevo él?
—¿Qué te puedo decir?, él si sabe como tratar a una dama.
—Ay no que asco, ni siquiera puedo pensar en eso —Fury dejó salir una carcajada mientras Natalie reía sin sonido— Nos vemos —Le dió un beso en la mejilla y comenzó a caminar hacia la salida del ala— ¡Sebastian, tu turno!
Fury pudo ver al hombre pasar enseguida de él unos segundos después y se obligó a si mismo a no pensar en que harían los dos en su habitación esta noche. Porque eso solo le producía una gran incomodidad. Aunque él no supiera que solo jugaban al ajedrez.
Después de que el olor de la lejía se eliminara de su habitación principal decidió volver, pero Fury se la encontró sentada en la sala leyendo un libro.
—¿Qué lees?
—Algo sobre vampiros y hombres lobo.
—¿Vampiros y hombres lobo? Que estúpidez es esa.
—Si claro, tú conoces a dos dioses pero los vampiros y hombres lobo son estúpidos.
—¿Tú como sabes de eso? —Natalie le dió una sonrisa burlona e hizo el libro a un lado.
—Por favor Nicholas, ¿Olvidas con quién hablas?
—Cierto, a veces sigo pensando que sigues siendo esa niña pequeña que encontramos.
—Esa niña murió cuando pisó este desalmado lugar —Natalie dijo esto burlándose y después poniendo una mano en su pecho, dejándose caer dramáticamente por uno de los reposabrazos del sofá a lo que Nick soltó una risa —¿También vendrá ese de cabello largo?
—¿James?
—Si, el que intentó matarte.
—Bueno, en su defensa estaba bajo control mental pero si, todos vendrán.
—¿Cuándo?
—¿Para que quieres saberlo?, sabes perfectamente que no puedes abandonar el ala.
Natalie dejó salir un bufido y continuó su lectura ignorando a Fury.
—Es solo una tonta fiesta Natalie —ella sólo hizo un ademán restándole importancia.
En toda su vida no había salido del ala, a menos que fuera para algunas misiones que le encargaban donde se necesitaba máxima discreción y alguien que estuviera dispuesto a entregarlo todo hasta el punto que su cuerpo se lo permitiera. ¿Podría pronto salir de ahí?, porque la soledad es el infierno, y es muy difícil escapar de él. No quería pasar el resto de su vida en ese lugar, suficiente tenía con esos catorce años, ya eran demasiados.
—¿Quieres ver una película? —primero miró a Fury pero después terminó asintiendo.
Él hombre se sentó en el sofá con los pies de Natalie en su regazo y puso una película cualquiera.
—Sabes que a mí me gustaría mucho dejarte salir. Pero no es seguro.
—¿Por qué no?
—¿Y si te sucede algo? Como podrías pedirme ayuda si jamás has hablado.
—Quizá algún día hable.
—Tal vez. Cuando se rompa la maldición.
—No se romperá conmigo encerrada aquí. Quizá el amor de mi vida está sentado en el escritorio de afuera.
—O quizá no.
—O quizá no...—Natalie decidió no decir nada más y se acurrucó en el sillón para ver la película. Nick le hizo cariños en la parte baja de las piernas sabiendo que era un tema difícil para ella. Ella ansiaba salir, lo quería de verdad, pero probablemente jamás saldría de ese lugar, y no le guardaba rencor a Fury por eso, por que él sólo quería protegerla, pero desearía ser como las demás chicas; salir de paseo, ir de compras, tener novios y novias, ser feliz.
—Debes entender que estás aquí por tu seguridad, Natalie.
Ella no se molesto en mirarlo, haciendo que el hombre soltara un suspiro. Si el destino así lo quería, el día de la fiesta habría un nuevo idiota tratando de pasarse de listo con ella y ahí haría su jugada. Lo que no sabía era que el destino en realidad estaba jugando de su lado en la partida.