Capítulo catorce.

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La castaña entró rápidamente a su habitación, con el pulso acelerado y las manos sudándole

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La castaña entró rápidamente a su habitación, con el pulso acelerado y las manos sudándole. Quizá ella había mal interpretado la situación, pero eso se veía como si el hombre quisiese que fuera a su habitación. A hacer quien sabe qué cosa con él.

Sabía perfectamente lo que quería hacer, pero jamás lo había hecho. Ni siquiera con Sebastian, como pensaba Fury. La situación de Bucky quedó rápidamente en el olvido cuando recordó a Fury. Tomó su teléfono decidida y abrió el contacto del hombre.

"Veámonos hoy."

"¿Dónde?, ¿quieres que pase por ti?"

"No. Solo quiero que veas que estoy bien. Tú dime un lugar y yo me las arreglo para ir."

Finalmente eligieron un parque, o más bien Nick lo había escogido. Natalie tomó su último respiro antes de salir de la habitación y cruzar todo el pasillo hasta la de Bucky. Se quedó del otro lado de la puerta, pensando en qué diablos estaba haciendo allí. Se dió la media vuelta lista para irse pero en último momento abrió la perilla y dio un paso adentro. Bucky volteó sobre la silla de escritorio y sonrió cuando vió a Natalie. Se dió media vuelta en la silla y frunció el ceño cuando vio a la chica sonrojada hasta las orejas.

—¿Todo bien? —ella se acercó a él. Se sentó en su regazo y lo abrazó cálidamente. La idea de besarlo había quedado en el olvido cuando lo vio sentado en la silla perfectamente abrazable. ¿A quién intentaba engañar?, había perdido todo el valor que había reunido detrás de la puerta.

Bucky se sorprendió por su entusiasmo pero la acunó como a un bebé y se permitió inhalar el olor que desprendía su cabello perfectamente peinado y ondulado. Natalie cerró los ojos y se acomodó mejor, después los abrió cuando un pensamiento llegó a su mente. Despegó la cabeza de su pecho y miró a Bucky a los ojos, él la miró confundido.

Lamento lo del beso —dijo apenada y Bucky sonrió de lado.

—Creí que no lo recordabas. Estabas muy borracha como para hacerlo —jugó con un mechón de cabello de Natalie y ella suspiró—. Aunque, no me molestó.

Vio de primera mano como sus mejillas se volvían de un color rojizo, no pudo resistir el impulso de acariciar su mejilla llena de pecas. Natalie se sonrojó aún más y Bucky sonrió mientras retiraba su mano.

—¿Puedo? —le preguntó Bucky cortésmente. Ella frunció el ceño sin saber a qué se refería hasta que vio que los ojos del hombre se dirigían a sus labios. Ambos estaban cerca, tan cerca que Natalie podía sentir el aire que Bucky desprendía chocar gentilmente contra su cara, como una suave brisa de verano.

Natalie asintió tímidamente y Bucky tomó de nuevo su mejilla con toda la delicadeza del mundo, la miró a los ojos como si estos le pesasen y se fuesen automáticamente hacia sus labios rojizos. Acercó sus cabezas lentamente y Natalie sintió que se le iba a salir el corazón del pecho cuando sus labios se tocaron finalmente. Jamás se había besado con alguien, jamás. Y le ponía muy contenta el saber que su primer beso era con la persona que le gustaba y era algo tierno, con él abrazándola y sosteniendo su mejilla como si fuese de porcelana.

Natalie se aferró a su camiseta azul mientras sentía como su cuerpo temblaba levemente gracias a los nervios. Quería más. Abrió la boca y le dio paso al soldado, Natalie soltó un jadeo que la sorprendió cuando sus lenguas se tocaron y se separó rápidamente con los ojos como platos.

—Lo siento.

Natalie se había puesto blanca como el marfil y tocaba con una mano su boca.

—Lo lamento, me pasé. Tu—

Natalie lo calló con una mano y Bucky la miró extrañado. Viendo como abría y cerraba la boca.

—¿Tú...?, ¿qué está pasando? —preguntó amortiguado por la mano en su boca.

Natalie quitó sus manos y tomó valor, aun sabiendo que el resultado le podía decepcionar. Trató de hablar y un chillido bajo salió de su garganta, no formulaba ninguna frase ni tenía sentido pero era un sonido. Sonrió enormemente y le estampó un beso a Bucky en los labios, él rió pero se lo correspondió, sin tener aún mucha idea de que era lo que había sucedido.










La castaña salió del auto, había tomado un Uber hasta el parque donde Fury la había citado. Salió del auto y le agradeció al chofer después de pagar, caminó hasta que se adentró en el parque verdoso y lleno de árboles y pasto, donde los niños jugaban en los juegos metálicos. Lo vió sentado en uno de los columpios y avanzó hasta él, Fury no la miró hasta que sus tenis entraron en su campo de visión.

—Natalie —levantó la vista y ella sonrió.

—¿Ves?, estoy bien —le dijo con señas. Se sentó a un lado de él en otro columpio y suspiró viendo como algunas personas no podían evitar mirarlos.

—Solo estoy preocupado por ti, vuelve a casa por favor —ella agachó la cabeza y jugó con sus dedos—. Natalie...

Negó varias veces con la cabeza y Fury suspiró. La chica lo miró con más atención, tenía grandes ojeras bajo los ojos, se le notaba demacrado, pálido e incluso más esbelto de lo normal. Lo miró con pena, le dolía como la veía, como si se le fuese a caer todo el mundo solo porque Natalie no estaba con él, en un lugar donde corría peligro.

—No puedo volver a ese lugar. Se pelear, Nick, pero eso jamás me ha impedido estar en peligro. ¡Casi muero! —sintió como una lágrima caía por su mejilla y la limpió rápidamente. Fury agachó la cabeza.

—Vuelve por favor.

No —dijo firme. No podía volver. No quería ver a Fury de esa forma pero no quería volver a un lugar, donde su vida corría peligro cada vez que un estúpido guardia decidía pisar el ala. Pisar el ala de un lugar donde se suponía que estaría a salvo. Que estaba diseñado para estar seguro —. Tu siempre supiste lo que pasaba allí dentro y jamás hiciste algo. Y tú eres el director de Shield. ¿Qué me espera de alguien más?, ¡yo no puedo hacerlo!, no tengo poder allí dentro. ¿Si tú no lo haces, quién lo va a hacer?

—¡Lo lamento!, vuelve y cambiaré las cosas.

—No. Ya es tarde Nick, jamás volveré a esa ala —se paró del columpio y Nick con ella.

—Natalie...

—Nick. Te amo, eres como un padre para mi. Pero no volveré a ese lugar —le dió un beso en la mejilla y tomó su mano, le sonrió tristemente—. No intentes seguirme por favor. Porque sino tampoco podré verte a ti.

Él agachó la cabeza y Natalie caminó para salir del parque.

The sound of silence | Bucky Barnes      CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora