Capítulo once.

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Natalie salió de la ducha y miró su teléfono en la mesita de noche, donde la pantalla resplandecía con el nombre de Fury en ella

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Natalie salió de la ducha y miró su teléfono en la mesita de noche, donde la pantalla resplandecía con el nombre de Fury en ella. No había dejado de llamarla.

Afortunadamente había sido lista y había puesto en su teléfono un programa para impedir que él o cualquiera rastrease su posición. Ahora podría ir a donde quisiera y hacer lo que quisiese sin tener que preocuparse por el hombre con parche que la esperaba en casa para darle un regaño sobre como no conocía los límites y los peligros de la vida. Claro que conocía los peligros, no era estupida, pero se sentía más segura en el exterior que dentro del ala, donde cada semana llegaba un tipo nuevo que trataba de sobrepasarse con ella. No podía entender como era que Fury quería que volviera a ese lugar si la última vez que estuvo ahí casi muere gracias a un estúpido que no conocía sobre sus propios límites. ¿Cuáles eran los límites que ella no conocía?, ¿beber alcohol con sus amigas en la madruga en un lugar con los agentes más capacitados del planeta?.

Bloqueo el teléfono y se puso su pijama, miró la habitación a su alrededor, los tonos de la casa eran oscuros y tenían un contraste con los claros, si lo pensaba bien se sentía muy bien estar en otro lugar que no fuesen las instalaciones de Shield. Apenas había pasado un día en la habitación de Natasha y se había sentido más en casa que en su casa, pero el sentimiento en ese lugar le había llegado instantáneo, como si ella perteneciese a ese lugar.

Los pequeños golpes se escucharon en la puerta y unos segundos después Bucky asomó la cabeza—. Nat, ¿quieres algo de cenar?

Ella asintió con una sonrisa y mejillas sonrojadas, cada vez que veía al hombre ese sentimiento de..., ansiedad, volvía a su cuerpo. Las manos le sudaban y sentía una leve presión en el pecho, estaba consciente de que sus mejillas podían llevar a sonrojarse hasta la coronilla cuando estaba con él y en cierto modo eso le parecía exasperante, pero le parecía tierno al súper soldado.

Siguió a James hasta la cocina y se sentó en la mesa, estaba iluminada por los pequeños faroles que habían en las paredes de tonos blanquecinos. Bucky puso un plato frente a ella y una copa de vino, recordó cómo se había emborrachado y sin darse cuenta se quedó mirando la copa fijamente.

—No te preocupes —dijo riendo—, el vino solo te tumba si tomas demasiado. Pruébalo—. Ella asintió y tomó la copa tímidamente, dando un sorbo pequeño—. ¿Te gusta? —asintió de nuevo. Tenía un sabor dulce pero no empalagoso. Perfecto para comer con cualquier cosa.

Miró el filete que había en su plato acompañado de puré de papas y comenzó a cortarlo en trocitos mientras Bucky se sentaba frente a ella. James se recargó en sus manos y observó como la chica llevaba un trozo hacia su boca, lo degustaba y después lo pasaba por su garganta. Los ojos le brillaron y una sonrisa apareció en su cara y él la acompañó.

—¿Está bueno? —ella asintió y metió otro pedazo a su boca—, sabes, estoy tomando clases —dijo comenzando a comer—, me parece muy interesante tu idioma y me gustaría entender lo que me quieres decir.

—¿Tomas clases? —le dijo con los labios a lo qué el asintió. Natalie no pudo evitar sonrojarse —de nuevo— ante el pensamiento y la confirmación por parte de él que quería saber como comunicarse con ella. Como tener una charla más amena y poder conocerla más a fondo.

Bueno, quizá él no fuese su alma gemela pero, no le importaría quedarse con él.

—Dime algo, apenas llevo tres días pero..., creo que estoy aprendiendo.

Natalie sonrió y movió sus manos.

—Sólo entendí James —Natalie rió y siguió comiendo—, ¿qué me significa? —se encogió de hombros y rió de nuevo cuando James hizo un puchero.

Significa: me gusta pasar tiempo contigo, James.

Bucky sonrió tiernamente y continuó comiendo. El resto de la cena fue llevando por un silencio cómodo que después fue remplazado por una película que ambos vieron en el sofá. Cuando James sintió la cabeza de la chica en su hombro volteó hacia abajo y notó que se había quedado dormida. La tomó cuidadosamente entre brazos y la llevó hasta su habitación, la acomodó entre las sábanas, acomodó sus mechones de cabello y dejó un beso en su frente —por el que se sorprendió él mismo—, cuando apagó la luz de la mesita de noche caminó hacia la salida de la habitación, pero cayó en la cama cuando Natalie lo jaló y lo abrazó como si fuese un gran oso de peluche.

Bucky se sonrojó fuertemente y se quedó estático mientras la chica se acomodaba de nuevo. Dejó salir un suspiro que estaba reteniendo cuando ella se quedó quieta.

—Bueno, supongo que dormiré aquí —susurró.

Se acomodó ligeramente y el peso del sueño lo cubrió rápidamente cuando encontró una buena posición para dormir.

The sound of silence | Bucky Barnes      CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora