Capítulo seis.

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Natalie se miró en el espejo de la habitación de Wanda, apreciando el conjunto que llevaba encima, después de haber salido de la tienda de ropa —donde tardaron horas—, Bucky la invitó a ella y a los demás a comer unas hamburguesas

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Natalie se miró en el espejo de la habitación de Wanda, apreciando el conjunto que llevaba encima, después de haber salido de la tienda de ropa —donde tardaron horas—, Bucky la invitó a ella y a los demás a comer unas hamburguesas. La castaña descubrió que aunque las hamburguesas fueran de la misma franquicia todas tenían un sabor diferente, y definitivamente volvería para degustar los demás sabores que podían florecer en su boca.

—Te ves hermosa Nat —le dijo Natasha, ella sonrió mientras acariciaba una fruta de su collar con el dedo índice y pulgar.

Natalie llevaba puesta una falda larga color negra con lunares blancos que le llegaba tres dedos por debajo de la rodilla y tenía una apertura del lado derecho que dejaba ver su pierna, llevaba un top ceñido al cuerpo color negro con tirantes delgados, su collar que había sido un regalo de su mejor amigo, Steve, y llevaba unos tacones transparentes. Decoró con accesorios como pulseras y arracadas, su cabello iba suelto y ondulado y sus labios iban pintados de un color café claro.

Wanda traía un vestido rosa de satén que le llegaba por encima de las rodillas, el vestido tenía una abertura en la pierna opuesta que iba decorada con cadenas de oro que se entrelazaban entre ellas, llevaba unos tacones dorados y un pintalabios rosa palo. Natasha llevaba puesto un pantalón acampanado color beige, con un top ceñido al cuerpo de tirantes delgados color blanco con franjas negras verticales y unos tacones blancos.

—¿Están listas chicas? —preguntó Steve desde la puerta, él llevaba puesto unos pantalones de vestir negros, una playera negra que le quedaba ceñida al cuerpo y encima una camisa hawaiana abierta negra con diseños de rosas rojas carmín.

Natalie asintió emocionada y se acercó a él dando pequeños saltitos, le dió un abrazo por el que Steve rió. La chica vió detrás del hombre al castaño, que la veía con una sonrisa tierna. Sus mejillas se enrojecieron y las manos comenzaron a sudarle, decidió enfocar su atención en otra cosa, como por ejemplo: en su conjunto. Bucky llevaba puesto un pantalón negro de vestir con una camisa hawaiana negra con diseños de flores hawaianas rojas, llevaba una cadena conectada al bolsillo del pantalón y unos zapatos de vestir negros.

—Andando —dijo Wanda acomodándose el cabello.

Natalie se separó de Steve y al pasar a un lado de Bucky le dió una pequeña sonrisa, ella misma se sorprendió pues no sabía de dónde había salido. Pero no se arrepentía.

Natasha tomó su mano y el séquito de personas salió del establecimiento de los vengadores, donde subieron a una muy amable limosina que había llamado el señor Stark.

—Hola Happy —saludó Natasha cuando el hombre regordete y de traje les abrió la puerta.

—Buenas noches señoritas —le guiñó el ojo a Natalie, ganándose un sonrojo por su parte.

Ella se sentó en una esquina mientras Wanda y la súper espía se sentaban a su lado—. ¿Qué es todo esto del club? —preguntó entre señas. Tenía una vaga idea de lo que era, pero como era más que obvio, jamás había visitado uno, siquiera se le había cruzado la idea por la cabeza.

—La gente va allí a bailar y beber Nat, es como..., una súper pista de baile —le explicó Wanda a lo que ella asintió. No sabía porque pero se sentía nerviosa, miraría y escucharía a otras personas que no fueran los guardias de seguridad, Sebastian, Fury o sus muy recientes amigos vengadores.



Natalie admiró el palacio, al parecer era un club de muy alta calidad, dentro había luces de color dorado y rosa pastel, que le daba un hermoso tono a la luz que iluminaba todo el lugar, todas las luces estaban apagadas dejando que solo se viera la luz color oro rosa que salía de los reflectores del alto techo mientras la gente brincaba y reía en sus lugares. Sintiendo la adrenalina de la diversión correr por sus venas y recorrer cada pliegue de sus cuerpos.

—Bienvenida al palacio Cincinnati —le dijo Steve con los brazos extendidos hacia los lados mientras sonreía—, me hice la promesa de que algún día te traería aquí.

Natalie rió en silencio y le sonrió a Nat cuando tomó su mano para que todos se dirigieran a la barra de bebidas.

—¿Qué quieres? —ella lo pensó y terminó decidiéndose por un whisky en las rocas que le fue entregado minutos después.

Después de que cada quien se tomase su trago todos se trasladaron a la pista de baile, donde no dudaron en sacudir sus cuerpos y bailar al ritmo de la música. Natalie movía sus caderas tímidamente al principio, pero cuando le entregaron dos shots de tequila su cuerpo comenzó a relajarse más, permitiéndole divertirse sin tener que preocuparse. Bucky la veía divertido, admirando las pecas que surcaban su nariz y sus mejillas de un fuerte color rojizo, su boca entreabierta buscando el aire que expulsaba por la nariz sus ojos achinados por la gran sonrisa que surcaba su cara. Era como ver una película en cámara lenta, con ella bajo la luz dorada. Se veía bellísima.

—Así que..., Natalie, ¿eh? —le dijo Steve mientras le asentía con la cabeza.

—¿De qué hablas? —preguntó mientras volvía su vista a su amigo a su lado.

—Por favor Bucky, te conozco demasiado bien —Steve rió y tomó de su trago de nuevo mientras veían a las tres chicas bailar en la pista.

—Estás diciendo tonterías.

—No te culpo. Es muy hermosa —lo miró de reojo para mirar su reacción, rió dentro del vaso cuando el cuerpo de su compañero se tensó.

—¿Tú crees eso? —preguntó con el ceño fruncido.

—Pues claro, es una de mis mejores amigas, ella, Natasha y yo somos el trío maravilla.

Bucky rió y tomó de su trago—. Si bueno, lo que tú digas. No estoy en Natalie.

—Por favor Bucky, no estoy ciego. Solo te digo algo, mejor amigo..., si le haces algo a esa pequeña florecita..., nadie encontrará tu cuerpo —. Los ojos de Steve dejaban en claro que hablaba muy en serio—, en fin, sigamos disfrutando —le sonrió y le dió unas palmadas en el hombro a lo que Bucky rió recordando su amenaza de muerte cinco segundos atrás.

The sound of silence | Bucky Barnes      CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora