Capítulo veinte y tres.

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—Ellos son

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—Ellos son..., Thomas y Andrew —dijo señalando primero al más grande y después al más pequeño.

—Hola —dijo el más pequeño. La sonrisa de Natalie se ensanchó y le saludó con las manos.

—Ella es Natalie, es... nuestra hermana.

—¿De verdad?, mami no nos dijo que teníamos una hermana.

—¿Por qué no habla? —preguntó de nuevo el chico.

—Ella no puede hablar. Toma —le entregó el pizarrón a Natalie y ella comenzó a escribir.

—Es un gusto conocerlos.

¿Tu sabes dónde está mamá? —preguntó Thomas.

—No, la busco desde hace mucho tiempo —contestó.

—Extraño a mami —dijo el pequeño, y los más grandes sonrieron tristemente—. ¿Podemos ir a jugar?

—Si claro, vayan —respondió Finn. Los niños se echaron a correr escaleras arriba y pronto se escucharon las risas.

—Nos dijeron que Thomas cuida de Andrew —comenzó Fury—, ¿tú no estás en casa?

—Bueno, mamá no tiene un empleo estable ya que suele desaparecer algunas veces, pero yo si. Soy jefe de cirugía general en el hospital del centro de la ciudad, así que mi trabajo me consume mucho tiempo, pero aún así siempre estoy pendiente de mis hermanos.

Natalie hizo un Wow con la boca, ser jefe de cirugía era algo importante.

—¿Y nunca has podido hablar, o tuviste un accidente? —preguntó Finn mientras se servía un vaso de agua.

—Soy parte de una maldición —escribió rápidamente—, quizá por eso mamá me abandonó —suspiró y dejó el pizarrón en la mesa de la sala.

—No podría contestar eso por ella..., pero a decir verdad, me resultas familiar... —Natalie entrecerró los ojos teniendo el mismo sentimiento.

—¿Qué día naciste? —preguntó Coulson.

—El diez y siete de abril. Fue hace poco.

Natalie frunció el ceño, ese mismo día era su cumpleaños.

—¿De qué año? —preguntó Fury intrigado.

—Dos mil uno —Natalie abrió la boca, debía ser una mala jugada de su mente o quizá no había escuchado bien.

—Entonces tu..., ¿eres el gemelo de Natalie? —preguntó Bucky confundido.

—¿Gemelo? —preguntó él también confundido—, ¿qué les hace pensar eso?

—Nacieron el mismo día, y son idénticos, en todo caso de no ser así serían mellizos.

—¿Nacimos el mismo día? —preguntó ahora hacia Natalie, quien asintió ante su duda—. O sea..., que tengo una gemela de la que yo jamás había tenido ni idea.

—No eres el único —dijo Bucky señalando a Natalie, quien tenía la mirada perdida—. Nos enteramos de ti hace unas horas, aproximadamente.

Natalie miraba sus uñas color beige, así que ahora no sólo tenía tres hermanos, sino que uno de ellos era su gemelo. Y su madre la había abandonado solo a ella, ¿qué había hecho ella para merecer la maldición que cargaba en sus hombros desde el día en que había nacido?, ¿y por qué ese maldito hombre Loki de cabellos oscuros se seguía apareciendo en su mente cada vez que pensaba en el tema?. Estaba comenzando a molestarse de no conseguir más respuestas sino sólo más dudas, que parecía que nadie salvo su madre podría contestar, quien estaba desaparecida para su gran suerte.

—Mierda —dijo Finn con un suspiro cuando su teléfono comenzó a sonar—. Es una llamada del hospital..., tengo que irme.

Comenzó a recoger sus cosas pero se detuvo cuando pensó que quizá había sonado muy descortés.

Natalie tomó el pizarrón y comenzó a escribir en él—. ¿Qué te parece si yo cuido a los niños?, podemos quedarnos aquí si te sientes más seguro.

—¿En verdad? —preguntó aliviado, no le gustaba que Thomas se ocupara de Andrew.

—Si, te paso mi número de teléfono si quieres —el asintió y ambos intercambiaron números rápidamente. Le estaba haciendo un gran favor.

—Gracias Nat..., ¿te puedo decir Nat? —ella asintió y él sonrió—. Te debo una grande, escríbeme si ocurre algo. Nos vemos, un gusto conocerlos —dijo refiriéndose a los demás.

Natalie se despidió con las manos y el hombre salió por la puerta. Eso había salido mucho mejor de lo que había esperado, y no se sentía para nada insegura sobre la situación. Solo quedaba encontrar a su madre.

Los niños bajaron rápidamente cuando escucharon la puerta cerrarse y sonrieron al ver a Natalie en la sala, ella les sonrió de vuelta.

—¿Finn se fue al hospital?

—Así es..., Nat y yo nos quedaremos aquí para cuidarlos —contestó Bucky. Ambos niños sonrieron y se acercaron a abrazarlo. Él se sorprendió pero finalmente sonrió.

—¿Tú eres el tío?

—No exactamente —susurró Coulson.

—Bueno, es hora de irnos —dijo Fury mientras se levantaba de su lugar con un suspiro.

—¿Él quien es? —preguntó Andrew curioso.

—Él es..., el papá de Nat, y él es..., el tío Coulson —les explicó James.

—¿Tu eres el papi de Nat? —preguntó de nuevo el pequeño.

—No exactamente —contestó Fury con una sonrisa—. Yo la acogí.

—¿Eres como..., su hada madrina? —preguntó ahora Thomas, confundido.

—Algo así —dijo Coulson entre risas, imaginándose a Fury con un traje de hada.

—Oh cállate. Ya vámonos Coulson, adiós niños.

—¡Adiós señor Fury! —contestaron ambos. Coulson y él se despidieron de Natalie y James para después salir por la puerta.

Natalie se acercó a ellos con el pizarrón donde decía:—. ¿Quieren algo de helado?

—¡Si! —respondieron ambos entusiasmados.

—¡Yo de fresa!

—¡Yo de limón!

Ella asintió con una sonrisa. Bucky notó el leve sonrojo en sus mejillas y como su hermosa sonrisa se extendía hasta sus ojos. Estaba feliz de haber conocido a sus hermanos y aún mejor que se lo hubiesen tomado tan bien.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Bucky—, ¿qué tal si vamos todos?

No, estaré bien. Es mejor no sacarlos fuera, está haciendo frío —le dijo entre señas. Él asintió no muy convencido. Natalie le sonrió y tomó su bolso, Coulson había dejado las llaves de un auto así que ella las tomó para después salir por la puerta.

La ventisca le voló el cabello, tuvo que tomar los extremos de su abrigo y pegarlos a su cuerpo para protegerse un poco, el frío se había soltado muy rápido desde que habían ido a la comisaría. Suspiró y subió al auto, planeando comprar los helados que le habían pedido sus hermanos.

The sound of silence | Bucky Barnes      CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora