Capítulo nueve.

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—Mierda —dijo la pelirroja alargando la e—, no me molestaría verlos besarse otra vez

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—Mierda —dijo la pelirroja alargando la e—, no me molestaría verlos besarse otra vez.

Natalie comprendió lo que había hecho y se hizo hacia atrás rápidamente, topándose con la mesita de café de la sala y cayendo sobre ella.

—Mierda Natalie —Bucky se acercó a levantarla y ella corrió a esconderse en la habitación de Natasha—. Mierda.

—Mierda —repitió la pelirroja.

—Creo que deberías ir a dormir —le aconsejo el soldado—, estás muy... —le señaló el cuerpo con las manos y Natasha se fue ofendida a su habitación—. Mierda.

Mierda, mierda, mierda, mierda —repetía la chica mientras se cubría la cara. La había cagado en grande, y para colmo, aún seguía borracha.

—¡Eso chica! —le gritó Natasha—. Diste el primer paso, eso es..., wow.

Mierda —. Se dejó caer en la cama con las manos en la cara, estaba tan apenada que podía sentir el calor que desprendía su cara, los párpados y el cuerpo le pesaban y al poco tiempo se quedó dormida con profundidad.







Natalie despertó con un gran dolor de cabeza, finalmente el alcohol había abandonado su organismo y eso le había costado una gran jaqueca. Se sentó en la cama y se talló los ojos, el cuarto estaba vacío pero fuera de escuchaban voces.

Se levantó con tropiezos y salió de la habitación, encontrándose con una escena algo..., extraña. Había un niño y un hombre de cabello platinado en la sala que hablaba muy animadamente con Wanda, quien parecía estar en el mismo estado de desorientación que Natalie.

—Nat, al fin despiertas, pensé que habías muerto —le dijo Bucky y ella se sonrojó—, ¿ya estás mejor?.

Ella asintió, se sentía muy apenada de estar cerca del super soldado y no tenía ni la más mínima idea del porqué.

—Ven, quiero que conozcas a alguien —le dijo Steve y se la llevo hacia el centro de la sala, donde estaban Wanda y el hombre—, Natalie, él es Pietro, es el hermano de Wanda.

—Un gusto —le dijo el hombre y le extendió la mano, el acento le llamó la atención a la chica. Ella le correspondió el saludo y se sonrojó cuando sintió la mirada de Bucky sobre ella—, ¿llevas mucho tiempo aquí?

Natalie negó, llevaba sólo un día en las instalaciones y ya estaba cansada de intentar hablar con personas que entendiesen su idioma.

—Natalie es parte de una maldición que no le permite hablar. No te sientas mal si es un poco..., callada —le dijo Natasha, quien tenía el cabello desordenado y ojeras grandes.

—Oh, entiendo.

—¿Cuánto dormí? —le preguntó a Steve.

—Un día y medio. Realmente pensamos que estabas muerta, o que te había dado una congestión alcohólica.

Natalie abrió los ojos con sorpresa ante su respuesta, un día y medio había sido mucho tiempo para dormir gracias a una borrachera, y lo peor del caso era que no recordaba nada de lo que había pasado.

—¿Hice algo? —preguntó Natalie.

—Ay cariño. Hiciste tantas cosas —le dijo Natasha y se tocó los labios con el dedo índice y después miró a Bucky.

Natalie pareció entender al instante y se sonrojó hasta la coronilla.

—¡Mierda! —se cubrió la boca con las manos y miró a Bucky, quien le miraba confundido—. Ay mierda.

Si señorita, mierda—. Natalie miró rápidamente en dirección a Fury, quien le veía con una ceja levantada y los brazos cruzados—. Tu y yo vamos a tener una conversación.

Steve le sonrió con tristeza a Natalie y ella se limitó a seguir a Fury. Entraron a un despacho que parecía ser de él gracias a la placa que ponía Director Fury. Él se recargó en el escritorio y Natalie agachó la cabeza. Sabía que lo que había hecho estaba mal.

—Es precisamente por esto por lo que no quería dejarte salir.

—Pero...—

—No conoces los límites, Natalie, jamás has tenido contacto con el exterior y el que no conozcas el punto donde se dice "ya no más" es mi culpa. Jamás debí haberte dejado salir del ala.

Natalie sintió como sus ojos comenzaban a arder y llenarse de lágrimas, no podía estar hablando en serio. ¿O sí?

—Nos iremos mañana a primera hora. Volverás al ala de las instalaciones de Shield.

—¿Qué? —preguntó. No era nada raro que las palabras no saliesen de su boca pero esa vez era diferente. Sentía un nudo alojarse en su garganta que no le permitía respirar.

—Ya me has oído.

—No puedes hacerme esto.

—Claro que puedo. Soy tu tutor legal y lo que has hecho estuvo mal.

—¡Soy mayor de edad!, ¡no necesito tu permiso para emborracharme o salir del ala! —le gritó. Fury la miraba con cara seria, no estaba dispuesto a negociar.

—Natalie, ¿qué no me has entendido lo que te he dicho? —él se acomodó y la miró de nuevo—. Algo pudo haberte pasado en ese lugar, ¿cómo pedirías ayuda si no sabes hablar?

—¡Entonces enséñame!

—¡No puedo enseñarte a hablar!, ¡sabes que esa no es mi responsabilidad!

—¡Pero si es tu responsabilidad el que yo me encuentre bien!

—Y exactamente por eso volveremos al ala.

—Tú..., tú dijiste que yo era como tú hija. ¿Realmente me harás esto?, ¿me obligarás a hacerlo?

—Te meteré en un búnker si hace falta para mantenerte a salvo.

Natalie lo miró enojada y salió dando un portazo del despacho. Comenzó a correr pero no sabía hacia dónde. Finalmente había obtenido su libertad, finalmente había salido del ala, había conocido una cafetería, un castillo y a más personas. ¡Tenía amigos!.

Le parecía repugnante el hecho de que el hombre le quisiese quitar todo eso de un segundo para otro. Era ridículo, y ella no estaba dispuesta a ceder con lo que siempre había soñado.

The sound of silence | Bucky Barnes      CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora