Capítulo: 8.

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— En mi auto. — dijo, como sí fuera obvio y luego apunto hacia el el vehículo que tenía a un lado.

Era un Chevrolet Tahoe Hybried en color negro. 

— En tu auto . . . — musité — claro, debí imaginarlo. — reí, sintiéndome tonta.

Él me sonrío y luego abrió la puerta del copiloto.

  — Sube.  — me indicó.

Me acerqué y me ayudo a subir, tomando mi mano para servir como un apoyo. Algo en mi estómago se movió y estaba segura de que no era la fierecilla; porque ahora permanecía muy quieta. 

— Gracias. — murmure ruborizada.

Ya hasta estaba pensando que lo hacía a propósito. Puse el estuche de la cámara sobre mis piernas. Él subió a su asiento y encendió el motor de la camioneta para ponerla en marcha.

— Bonito vehículo.— dije.

— Gracias, pero me gusta más el de mi primo. — rio con franqueza — ¡Oh! Ahora que recuerdo, dice que le encantaría salir para conocerte.

— ¿Qué?

— La idea de Sakura. — aclaró, mirándome de reojo. 

— Oh, claro, pues . . . en ese caso, genial. 

— Te va a agradar, es muy buena persona. — me comento, mientras maniobraba con el volante del auto para dar vuelta en una calle.

— ¿Tratas de hacer lo mismo qué Sakura? — inquirí, entrecerrando los ojos y mirándole.

— ¿Qué? — la nota de confusión en su voz no me pareció falsa. 

— Buscarme pareja. — dije.

Él rio y se quito las gafas de sol, dándole paso libre a la vista de sus bellos ojos. 

— ¿Sakura hace eso? 

— Lo esta haciendo, estoy segura. — dije afirmando y luego me crucé de brazos, acomodándome en el asiento. 

Él volvió a reír.

— Pues juro que no lo hago con esa intención. — sonrió y se detuvo en una luz roja.

— ¿Y cómo puedo creerte? — pregunte enarcando una ceja.

Río de nuevo, divertido por mi juicio.

— ¿No basta con qué lo haya jurado? — pregunto, escandalizado y divertido.

— No tanto. — negué con la cabeza.

Seguimos avanzando cuando la luz se puso en verde.

— Bueno, creí que a lo mejor ya tenías pareja. 

— ¿Y qué te hizo pensar eso? 

— Eres muy atractiva. — se encogió de hombros — No veo porque no.

Me quedé helada y me fue imposible formular algún pensamiento en ese instante. Yo le parecía atractiva a él. El rubor corrió de nuevo por mis mejillas, pintándolas de rojo.

— Gracias . . . 

— ¿Ya me crees? — sonrió.

— Quizás.

Su risa estalló de nuevo y puso los ojos en blanco.

— Sí que eres terca, ¿no?

— No, sólo un poquito dura de convencer.

— Está bien, esta bien. Esa es una cosa por la que no se me ocurrió empareje con mi primo, otra es que Lee está enamorado de una chica misteriosa.

— ¿Una chica misteriosa? 

Se encogió de hombros.

— Lo conozco muy bien como para saber que está enamorado, el problema es que no me quiere decir de quién.

— Bueno, todos tenemos derecho a la privacidad. — me encogí de hombros y él me miro — Una amiga me lo dijo una vez. 

— Bueno, creo que tienes razón. — sonrió resignado — Aunque me gustaría saber.

— Eres curioso. — adivine.

— Mucho. — admitió.

Dio la vuelta a una calle y siguió derecho. Miré por la ventana polarizada, maravillándome con el encanto de Venencia, sus edificios, sus calles, todo me parecía fantástico. 

— Que bonito. — susurré.

— ¿Qué es bonito? — preguntó y mi atención volvió a él.

— La ciudad, la gente, todo . . .

Él volvió a reír. 

— Sí, la primera vez que visitas Venecia sueles enamorarte del lugar.

— ¿Cuánto tiempo llevar viviendo aquí? 

— Casi dos años. 

— ¿Dos años? — abrí los ojos como platos.

— Casi, bueno, a decir verdad . . . año y medio.

— Wow, ¿por qué? — me quede a la mitad de mi interrogante, recordando las palabras de Sakura: "Me conto que era de Australia, que allí había nacido y que había venido a Venecia por lo mismo que yo; olvidar amores del pasado, sin embargo hasta la fecha no me ha dicho que fue lo que le paso." 

— Por que, ¿qué?

— ¿Así que viene de Australia? — dije, tratando de evadir mi pregunta anterior, borrarla de la conversación o algo por el estilo.

— Sí, casa grande, allí nací. — respondió — Pero, por qué, ¿qué? — volvió a insistir. 

— Nada, solo me equivoque de palabras, es todo. — reí, nerviosa.

Me miro con los ojos entrecerrados, no del todo convencido y luego poso su atención en el objeto que tenía sobre mis piernas.

— ¿Qué es eso?

— Oh, mi cámara.

— ¿Eres fotógrafa? — se asombro.

— Sí, adoro serlo.

— Te gusta el arte entonces. — concluyó.

— Por supuesto.

— ¿Sabes? A mi gusta la música.

— ¿Tocas algún instrumentos?

— Sí, la guitarra, el pandero, el teclado y la batería, un poco. 

— ¡Wow! Eres talentoso entonces.

Él sonrió, halagado por mi comentario.

— Gracias.

Siguió conduciendo y cada movimiento que él hacia me provocaba una sensación rara de encanto, en ese momento la respuesta de la pregunta que Sakura me había hecho se escuchó en mi cabeza; sí, él era perfecto.

Luego de unos minutos más, su voz interrumpió el silencio.

— Llegamos. — avisó, entusiasmado.

Miré hacia el frente, a la izquierda y me maravillé con lo que vi.

Baje del auto al igual que él y sentí cuando el frío me rozó los brazos. Los cabellos que se salían de la boina se movieron.

— Ven, vamos. Tenemos que ir a una de las góndolas. — hizo un movimiento de cabeza indicándome que la siguiera.

Nos acercamos más y pude ver el agua de canal y otras tres personas que querían subir al negro transporte de madera, me paré justo antes de subir, Naruto me miro.

— ¿Qué pasa?

— He oído que las aguas de los canales de Venecia son profundas. — dije, con temor.

Él rio.

— ¿Tienes miedo?

𝙈𝙖𝙣𝙪𝙖𝙡𝙚 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝙧𝙤𝙞𝙗𝙞𝙩𝙤 → 𝙽𝚊𝚛𝚞𝙷𝚒𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora