Capítulo: 17.

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A la mañana siguiente, el día había amanecido perfecto para ver una película, o al menos, a mi se me había antojado hacerlo. Fui a un video club cercano, y rente una película de terror cuyo título no entendí pero la portada si que era macabra.

Desayuné afuera y en la tarde me cociné un par de huevos fritos. Cuando el reloj marcó las seis en mi lista, decidí ver la película me había rentado. La coloqué en el DVD de Sakura y puse los subtítulos en el español. Apague las luces y me acrruque en el sofá pequeño tapandome con una manta violeta que estaba allí, dejando que el departamento fuese iluminado solo por la luz exterior. Le puse play a la película y comencé a ver cada una de las escenas que el televisor proyectaba.

Había pasado casi la hora y yo me aferraba a la manta retorciendola entre mis manos, terriblemente aterrada y con el corazón a mil por hora; jamás me había espantado tanto viendo una película como ahora. El televisor reflejaba sobre mi aquellas imágenes del perro protagonista que dejaba salir de su hocico la rabia como un virus que al desafortunado que se cruzaba con los filosos y ensagrentados dientes del can, convirtiéndolos en reflejos del horroroso animal que los mordía. Estaba completamente aterrada.

Unos golpes en la puerta me hicieron dar un tremendo brinco en el sofá y un alarido de espanto de mis labios. Comprendí luego que solo era alguien que llamaba a la puerta. Le puse pausa a la película y salté del sofá casi adivinando quien estaría del otro lado.

— ¡Naruto! — grite, noventa y nueve por ciento aliviada.

— ¿Te ocurre algo? —  preguntó, preocupado.

— ¡Estoy viendo una película de terror horrible! —  expliqué y lo introduje tomándolo de la mano.

— ¿Qué película?

— No se, una de un perro rabioso que infecta un virus. —  dije atropellando las palabras, y señalé al televisor.

—  Estás viendo infectados. No da tanto miedo. —  rió.

Fruncí el ceño.

— ¿Estás loco o no eres humano? —  farfullé — ¡Claro que da miedo!

Sonrió.

—  ¿Entonces por qué la ves? —  inquirió, divertido.

— Pues . . . porque . . . porque . . . no lo sé, es horrible.

— Sí, pero aun quieres terminar de verla, ¿cierto?

—  ¡Claro! No voy a quedarme a la mitad de la trama, ¿quieres ver lo que queda conmigo?

— Por supuesto, y luego quién va a protegerte. —  sonrió con autosuficiencia.

— Gracioso. —  lo fulmine con la mirada.

Me acomodé de nuevo en el sofá y después Naruto se sentó en uno de los brazos de éste, pasando su brazo sobre el respaldo; ambos estábamos muy juntos y mi corazón comenzó acelerarse. Di "play" a la película de nuevo, y la escena que había quedado pausada continuó moviéndose; ahora ya estaba todo más oscuro y solo podía ver tenuamente el reflejo de la luz del televisor sobre nuestra piel.

Una escena me obligó a cerrar los ojos con fuerza y a desviar mi rostro hacía el respaldo del sofá; pero con lo que mi rostro se topó no fue con el terciopelo del mueble, sino con un abdomen duro revestido de franela blanca y un suave y varonil perfume tan cerca de mi nariz.

Caí en la cuenta entonces de que estaba ocultando el rostro en el abdomen de Naruto, me iba a retirar, completamente sonrojada y por supuesto iba a pedir disculpas; pero entonces, unos fuertes y pesados brazos se ataron en mi alrededor haciendo que el corazón se me cayera hasta el piso. Aquello era una cárcel meramente hermosa y yo su indigna prisionera.

𝙈𝙖𝙣𝙪𝙖𝙡𝙚 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝙧𝙤𝙞𝙗𝙞𝙩𝙤 → 𝙽𝚊𝚛𝚞𝙷𝚒𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora