Deseaba que algo de la capacidad de mover mis pies aun estuviese en funcionamiento; pero me tambaleé igual que la primera vez; mis músculos seguían igual de torpes.
Apoyándome en la pared, logré salir de nuevo hacía el exterior donde la gente aun me mareaba. Pero luego, entre todas esas siluetas borrosas, había una que reconocería así estuviera debajo del agua o en una atmósfera llena de niebla. ¿Qué hacía Naruto allí?
Lo fulminé con la mirada, frunciéndole el ceño; pero al parecer, él buscaba a alguien, sus ojos iban de aquí para allá examinando cada rostro y su cabeza se levantaba por encima de los demás queriendo encontrar a ese alguien. ¿A quién estaría buscando? ¿Justo aquí? ¿En el mismo lugar en él que yo estaba?
Me tambaleé de nuevo hasta la barra, en donde había dejado mi morral y traté de ignorar a todos los perturbantes sentimientos que me embargaron al ver a Naruto allí.
— ¡Hey! ¡Tú! — llamé a Shikamaru y rebusqué entre mi bolso mi cartera para pagar la cuenta; el joven se acercó — ¿Cuánto es? — la voz que salía de mi boca me era desconocida.
— Eemn . . . — murmuró mientras que buscaba con la mirada alguien más.
— ¿Me los vas a regalar? — pregunté y luego me reí.
— ¡Hinata! ¿¡Qué demonios . . . !? — la melodiosa voz de Naruto llegó hasta mis oídos por encima de todo el ruido. Se acercó y me miró con los ojos abiertos de par en par.
— ¿Tú? — le miré — ¿Tú qué haces aquí? — hice ademán de levantarme de la silla con un solo movimiento sobrio, pero fracasé de inmediato y tuve que sostenerme de la barra.
Naruto me sujetó de la espalda, temeroso de que me cayera.
— Usted señor, no tiene por que tocarme. — retiró su mano de mi espalda y le fruncí el ceño en un gesto mal hecho.
— Será mejor que nos vayamos, Hinata. — Naruto sacó su billetera y luego de ella, un par de billetes que aventó sobre la barra — Quédate con el cambio, gracias por llamarme.
— ¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio el permiso? — le miré, aun ceñuda y con voz torpe.
— Vámonos, Hinata.
— Pues yo no me quiero ir. — rezongué y luego me crucé de brazos.
— No seas ridícula, Hinata. Vámonos. — me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo. — Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré. — me advirtió y me miro serio.
Nos quedamos mirándonos por un buen rato, retándonos el uno al otro, pero fracasé por completo luego de perderme en esos bellos ojos color azules, protagonista de mis sueños.
— De acuerdo. — farfullé — Tú ganas. Siempre ganas. — hice un mohín y luego me dí la media vuelta para dirigirme a la salida; algo que hizo que me mareara.
Pude sentir una firme y fuerte mano sujetándome por la cintura, y al reconocer aquella dulzura en el tacto, la piel se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago. Maravilloso, incluso ebria y torpe, Naruto provocaba esas reacciones en mí. Fruncí el ceño mentalmente.
Cuando llegamos afuera, después de esquinar a toda la gente y que, el aire me movió los cabellos, quité de un tirón su mano en mi cintura y le miré ceñuda.
— ¿Qué pretendes, Uzumaki? — mi voz me parecía incluso más torpe.
— Sacarte de aquí sana y salva, vámonos. — me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.

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𝙈𝙖𝙣𝙪𝙖𝙡𝙚 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝙧𝙤𝙞𝙗𝙞𝙩𝙤 → 𝙽𝚊𝚛𝚞𝙷𝚒𝚗𝚊
Romans¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como sí esa cosa estuviera en la lista de "No toques, no codicies" pero que cada momento te incita más a...tenerlo. Decían que eran la pareja perfecta y yo situada en medio, todo saldría mal. #12 [Número de...