Capítulo: 42.

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Por la tarde charlé con Ino y le conté las buenas noticias, evitando por supuesto, el plan debajo de ellas. Además, ella me lo ponía bastante fácil, ya que procuraba no hablar de Naruto tampoco. Me contó sobre lo bien que iba su relación con Kiba y que él me mandaba saludos, luego algunas cosas triviales que ocuparon el lugar de la conversación.

Yo debía de mantener la farsa, hacerle creer a las personas a mi alrededor que esto no era para mí más que el placer del trabajo bien recompensado y no una esperanza a mi locura.

El martes, llegó con prontitud, a pesar de mi desvarío por el tiempo. Veía cómo acomodaban las fotografías en la pared, tratando de encontrar la manera de que se vieran elegantes y perfectas. Pero para mi ya lo eran. Me mordí el labio inferior con nerviosismo y luego divisé a Shino hablando con Blade en la otra esquina, mientras le mostraba unos papeles y el viejo asentía.

Faltaba menos de un par de horas para que las puertas se abrieran y la gente pasara. Puse mi atención hacía el lado izquierdo de donde me encontraba parada y miré a los meseros acomodar los aperitivos en distintas bandejas para poder servirlos. A pesar de que todo era una situación distinta a otra, mi mente no dejaba de volar en torno a una sola cosa con nombre propio.

No es que tuviera precisamente la esperanza de que él apareciera, justo aquí. Pero al menos que me buscara luego, que supiera que estaba cerca de aquí, que supiera que lo necesitaba. Vi a Shino acercarse a mí y le sonreí nerviosa. 

— En un momento empezará todo, ¿estás lista? — me preguntó y sin dejarme contestar añadió; — Hay mucha gente que desea entrar.

— Estoy nerviosa, es la cosa que más quería cuando comencé a trabajar en esto y ahora ya estoy aquí, cumpliéndolo.

— Exacto, ya que, los sueños se cumplen. — por un momento, nos miramos con complicidad, como sí pudiese leer entre líneas y reconocer mis más oscuros deseos. — ¿O lo dudas?

— Te lo contesto luego. ¿Qué te dijo Blade? — pregunté, cuando lo vi salir por la puerta giratoria, además de querer cambiar de tema.

— Oh, tiene que irse. Pero me dijo que le pasara un reporte de cómo había resultado todo. Él también esta emocionado y ansioso. Oh, y que quiere que pruebes los bocadillos.

— ¿Blade quiere eso? — pregunté, adquiriendo una tonalidad de duda en mi voz.

— No, en realidad el que quiere eso soy yo, relájate, Hinata. Vamos. — Me tomo del brazo y me llevó hasta donde los mozos acomodaban las charolas.

Mordisqueé con ansiedad un par de apetitivos que rápido hicieron aparición en mi garganta al pasar por ella. Pronto llegó la hora, el reloj marcó las diez de la mañana del martes treinta y uno de Enero, las puertas se abrieron y gente comenzó a entrar, girando sus cabezas hacia cuanta foto veían y dirigiéndose a ellas. Me di la media vuelta y cerré los ojos, yéndome a sentar a otro lugar porque no quería ver la cara de las personas al mirar aquellos retratos, no deseaba saber que pensaban, qué se les ocurría. En ese momento me arrepentí de haber dicho sí.

Así pasaron cuarenta minutos  de las dos horas que se habían predestinado para la exposición. Cuarenta largos y tormentosos minutos que ver —aunque no haya querido y haya hecho casi todo por evitarlo— el rostro de las personas que sonreían y movían sus cabezas en forma de asentimiento y fascinación el contemplar las fotografías que habían sido tomadas por mi. "Manuale del proibito." Estaba siendo un éxito que a la gente le gustaba por encontrar inspiración en aquellas imagines a blanco y negro.

Alguien me tocó el hombro y el corazón se me paró por un segundo. Me giré sobre mis talones y una chica de ojos grises me sonrió. El corazón volvió a su ritmo, decepcionado.

𝙈𝙖𝙣𝙪𝙖𝙡𝙚 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝙧𝙤𝙞𝙗𝙞𝙩𝙤 → 𝙽𝚊𝚛𝚞𝙷𝚒𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora