Capítulo: 37.

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— ¡¿Por qué?! — volvió a repetir.

Estaba consiente de que Sakura tenía que saberlo, pero de pronto, me volví cobarde y las piernas debajo de mi pantalón deportivo temblaron.

— Solo . . . va . . . Es que ya no tengo nada que hacer aquí, tengo que volver a Asía. — murmuré.

— ¿Cómo qué no tienes nada que hacer aquí? ¿Yo estoy pintada? ¡Claro que tienes mucho que hacer! Se supone que viniste a pasar navidad conmigo, a estar juntas en año nuevo, ¿y dices qué no tienes nada qué hacer aquí? — explotó, con todas esas lágrimas corriendo por su rostro.

— Sakura, discúlpame. — supliqué — pero entiéndeme, tengo que irme.

— ¡Es que no te entiendo! No logro comprenderte, ¿por qué?

Verla así, derramando lágrimas por mi era devastador, pero aun cuando estuviera enojada y no encontrara explicación a mi huida, era preferible que verla con el corazón roto, sin novio ni mejor amiga.

Pero ella tenía derecho a saber. Las lágrimas se me atoraron en la garganta y la voz no salió del nudo de ella, sólo abrí la boca, pero no hubo sonido alguno.

Llamaron a la puerta y ninguna de las dos nos movimos, sólo mis ojos se dirigieron a la armazón de manera. Los golpes insistieron, Sakura se giró y fue a abrir dejándome colapsada por la persona que estaba del otro lado.

— Sakura, ¿por qué lloras? — Naruto la miró preocupado, el rostro de Sakura estaba enrojecido y sus ojos no paraban de llorar.

Ella se dio la vuelta sin contestarle y caminó de nuevo hasta mi, cuando Naruto me vio, llorando también, abrió sus ojos como platos y pensó lo peor.

— Sakura . . .

— ¡Dime por qué maldita sea te vas! — el grito de ella lo interrumpió y allí Naruto pareció caer en la cuenta de la situación.

— ¿Te vas? — me preguntó y a su rostro asomó una expresión de dolor que lo desencajó por completo.

Ya no podía más, no lo soportaba. Sentía que me derrumbaría allí mismo tras la mirada de dolor de ambos, de dos personas que amaba bastante.

— Sí. — obligué a mi garganta a abrirse de nuevo, sólo para contestarle a Naruto.

— ¿Por qué? — inquirió, desconcertado y cínico.

Gemí, incrédula, ¿él me preguntaba por qué? Moví la cabeza negativamente, lo odiaba.

— Mi vuelo sale a las once. Perdóname, Sakura. — tomé mi bolso y salí corriendo de allí, simplemente ya no podía soportarlo.

Corrí escaleras abajo y salí al exterior, no tenía dinero y la gente me regalaba miradas raras porque mi rostro estaba bañado en lágrimas. Había una persona que un no había visto, una persona que debía enterarse de que me iba y las razones de por qué me iba. Faltaba despedirme de mi mejor amigo, Lee.

Lo llamé y le pedí que me recogiera, ya que yo no sabía dónde vivía y a los pocos minutos apareció en el parque en el que yo estaba sentada.

Me llevó hasta su casa, porque le pedí que lo hiciera, no quería hablar en plena calle sabiendo que me soltaría a llorar más de lo que ya lo hacía.

Ni siquiera me molesté en apreciar la casa o que había en ella, todo lo que hice fue seguir a Lee hasta su dormitorio, luego de saludar a su madre.

— Ahora dime, ¿qué paso? — me hizo sentar en su cama y él se sentí en la silla de un escritorio que tenía a lado.

𝐌𝐚𝐧𝐮𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 → 𝙽𝚊𝚛𝚞𝙷𝚒𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora