Capítulo: 30.

126 15 2
                                    

Le ordené severamente a mi corazón que se callara; anhelada besarlo y al mismo tiempo abofetearlo: deseaba salir corriendo tan lejos como me fuera posible. ¿Cómo podía él haciendo esto a Sakura? Pero aun, ¿Cómo podía yo estarle haciendo esto a Sakura?

— Esta preciosa, Naruto, pero . . . — murmuré. 

— ¿Pero? — busco mi mirada, que repentinamente se encontraba gacha. 

Me atreví a levantarla, solo para poder verle el rostro y decidirme si lo que quería era abofetearlo o besarlo. Eliminé ambas ideas de mi cabeza al instante y miré el reloj, ¿solo habían pasado quince minutos?

— Pero olvidé fotos con Ino y debo ir por ellas. — farfullé, nerviosa. Optando por la opción que menos parecía una locura. Escapar y esperar a que se creyera mi mentira.

— ¿Ino? ¡Oh, claro! — sonrió y siento que algo más agregaría — Te acompaño y así me la presentas por fin. — me dijo, con sincera alegría. 

— No. — la corta palabra salió veloz, tajante. 

Naruto se hizo para atrás, confundido. 

— Es que . . . — tartamudeé — voy a tardarme, mucho. — hice un énfasis innecesario para la última palabra — llegaré tarde y no es apropiado que haga esperar a Sakura otra vez, así que tú quédate aquí. Espérala. Estás en tu casa.

Tomé precipitadamente el sobre del pretil y lo apreté bajo a mi brazo, las llaves las tomé con la otra mano. 

 — Pero . . . 

— ¡Oh! Por cierto . . . — interrumpí por unos segundos — felicidades por escribir una canción tan . . . bonita. — dije y salí por la puerta, huyendo como una niña asustada. 

Baje las escaleras a toda prisa, mis zapatos golpeaban rítmicamente en las escalones que pasaban debajo de ellos y salí al aire exterior llenando mis pulmones de éste. Estaba asustada, no sabía que pensar o qué pensamientos en mi cabeza obedecer.

Necesitaba huir al menos por un rato, sacar a Naruto de mi cabeza al menos por una fracción de segundo. Saque mi móvil y tecleé el número de Lee.

— ¿Aló?

— Lee, soy yo, Hinata. ¿Podrías hacerme un favor? — pregunté, con la voz que me salía temblorosa de mi garganta.

— Claro, dime. 

— ¿Podrías ir por Sakura a su trabajo? 

— Pero . . . ¿ya salió, no?

— Si, pero encuéntrala en el camino, antes de que tome un taxi o algo parecido. Y ofrécete a traerla a casa todos los días, por favor. — farfullé, mientras caminaba calle abajo.

— Puedo preguntar, ¿por qué?

— Solo tráela a casa, ¿puedes? Luego te explico. 

— Esta bien. 

— Date prisa.

— Hasta pronto. 

— Gracias. — murmuré.

— No, gracias a ti. — y colgó. 

Devolví el celular a mi bolsillo. Me abrace debido al frío y seguí caminando sin dirección. Mi plan era que Sakura estuviera más pronto en casa de lo que suele llegar. Todos y cada uno de los días me restaran aquí. Así, no ignoraría a Naruto de forma tan obvia, pero sería menos tiempo entando con él y eso ayudaría bastante a que de una vez por todas controlaran mis sentimientos. Decidí para a mitad de una calle, no sabía a donde me dirigía y si seguía sin rumbo, seguro me perdería. No podía ir donde Ino debido a que allí no había nadie, ella seguro estaría en su cita con Kiba. La gente me esquivaba y pasaba a mi lado, totalmente indiferente, mientras yo me quedé inmóvil allí. Había caminando apenas dos calles lejos del edificio y sabía que si caminaba más terminaría perdiéndome. 

Recordé un pequeño parque a unas cuantas cuadras más, un fácil camino para seguir, así que fui hasta allá, a desperdiciar el tiempo y que se hiciera tarde solamente para no verle el rostro a él. 

Cuando llegue, me apoderé de una de las bandas de mental negro, que adornaban el camino del parque y me senté a observar como el cielo oscurecía totalmente. No pude evitar en Naruto, lo amaba, ni siquiera sabía cómo y con tanta rapidez. Me era absurdo, ilógico. Era casi ridículo cómo quería escapar de esos sentimientos que no debían de estar en mi corazón. Ridículo, sí. Porque en realidad estar a su lado lo único que en este momento quería hacer. 

Apreté el sobre en mis manos, haciéndolo crujir. El viento me movió los cabellos y me despejó un poco la mente, haciéndome pensar en algo que hasta el momento le faltaba atención de mi parte. 

Algún día tendría que irme. 

¿Y qué pasaría? ¿Qué me llevaría? La agobiante presión en el pecho apreció apretujando mi corazón y sacudiéndolo de forma violenta. El solo hecho de pensar en eso, me dolía. Me iría y tendría que dejar aquí mi corazón, pero sabía que era la mejor opción que podía hacer. Me burlé de mi misma, yo no era tan distinta a Sakura, huir también era mi opción fácil. Pero al pensar en Sakura, el corazón se me encogió aun más. adolorido. La historia podría repetirse de nuevo y ella, ¿a dónde huiría esta vez? Su antiguo novio, Sasuke. La había lastimado tanto con aquella actitud que había tomado, la había cambiado de un día a otro y el frágil corazón de Sakura no pudo resistir aquello. la dejó destruida por que ella lo amaba; al punto de que decidió mejor mudarse de país, de continente, 

Ahora, yo no quería ser la bruja malvada que le arrebataría de nuevo algo que ella ama, prefería morir atropellada por un autobús, eso sería más digno. 

Suspiré y me llevé las manos a la cabeza, dejando el sobre amarillo sobre mis piernas. Cerré los ojos por un minuto, anhelando que el viento susurrara la respuesta a mi oído de mi gran dilema. 

Por allí oí decir que el amor ensuciaba, yo parecía estar manchada de todos lados. Pero huir era mi mejor opción hasta el momento, solo que no sabia cuando. 

Mi plan había funcionado.





Sakura había llegado a las siete treinta jueves y viernes, gracias a Lee; por lo tanto, los minutos se me reducían a la mitad para estar con Naruto. Algo que aunque no me gustaba mucho hacía menos difícil la resistencia. Sin embargo, no dejaba de ser dura. 

Miré la hora cuando el timbre sonó, solo dos minutos tarde había llegado Ino. Apagué el televisor y me encaminé hasta la puerta. 

— Lindo departamento. — comentó paseando su mirada por todo alrededor. — Aunque el edificio es . . . un poco melancólico. 

Sonreí. 

— Gracias por venir. — le dije. 

— Para mi es un honor que me hayas invitado a tu casa, bueno, departamento. 

— Gracias, eres la única con la que puedo hablar de esto. — fui hasta mi habitación e hice que me siguiera. 

— Sabes que siempre podrás contar conmigo, Hinata. — Me sonrió demostrándome confianza. 

— Soy un caso perdido. — me puse en cuclillas y rebusqué entre los cajones de mi buró, del inferior saqué mi gran tesoro. Un sobre amarillo en tamaño carta y de un grosor considerable que aventé luego sobre la cama, haciéndolo rebotar sólo un par de veces. 

Le hice una seña a Ino para que abriera aquel sobre y al instante que comprendió, se acercó y lo tomó entre sus manos. 

— Vaya, si que pesa. — bromeó, alzando las delicadas cejas. 

Deshizo el paquete hijo rojo y abrió el sobre. Sacó el montón de fotografías que estuvieran apunto de caérsele. 

— ¡Wow! — dijo. sorprendida cuando notó cuántas fotos eran y sobre todo, de quién eran. — Este tipo podría trabajar de modelo — musitó y aunque aquello era para hacerme reír, no pudo hacerlo. — Esto es como un libro — referencia al grosor — o como una exposición de algún museo. 

— O un manual de lo prohibido. 

𝙈𝙖𝙣𝙪𝙖𝙡𝙚 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝙧𝙤𝙞𝙗𝙞𝙩𝙤 → 𝙽𝚊𝚛𝚞𝙷𝚒𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora