— ¿Alguna vez le escribiste una canción a Sakura? — inquierí, temerosa por la respuesta, porque la fierecilla no solo era terca, también era sensible.
Se quedo serio por un segundo, con un semblante duro e inexpresivo. La fierecilla se removió curiosa inquieta e impaciente.
— Me da pena admitirlo — bajo la mirada —. Pero no.
— ¿Por qué no? — mi ceño se frunció pero la fierecilla sonreía alegremente.
— Es que . . . — elevó unas de sus manos hasta su cabeza y la rascó despeinando su corto cabello — lo intenté, de verás, pero las palabras que salían y las frases que se formaban . . . simplemente no me gustaban. No eran buenas.
— Pero al menos lo intentaste, y ya sabes lo que dicen "La intención es lo que cuenta" — le sonreí, aliviada y feliz.
— Supongo — asintió riendo —. Siguiente pregunta.
— Esta bien, veamos . . . ¿Qué pensaste de mi la primera vez que me viste?
Sonrió, dejándome ver todas sus hermosas y perlados dientes.
— Que eras Hinata, la amiga de Sakura. — dijo.
— No eso, eso ya lo sabías. Me refiero a la primera impresión.
— Oh, bueno. Recuerdo que me reí porque peleabas con la puerta. — sonrió — Y pensé que eras divertida; luego me seguiste la plática, entonces supe que eras sociable, pero realmente tímida, considerando que te veías bien avergonzada. Para después deducir que eras agradable, porque era fácil reír contigo.
— Interesante . . . Gracias. — musité, ligeramente ruborizada.
— Siguiente pregunta.
— ¿Qué extrañas más de Japón?
— Diría que mi familia, pero ellos viven aquí asi que . . . — pensó — Tal vez mi antigua universidad: me gistaba las fiestas — rió —. Siguiente pregunta y última pregunta.
— ¿Me las estás contando?
— ¡Claro! El juego se llama "diez" preguntas, ¿no?
— Esta bien, esta bien. — manoteé.
Pensé muy bien mi última pregunta, y sólo se me vino a la mente la que había estado pensando desde el inicio del juego, incluso mucho antes. Pero no sabía si hacerla era buena idea, sin embargo la fierecilla insistió hasta que las palabras salieron de mi boca con sumo cuidado.
— ¿Por qué te fuiste de Japón? — pregunté, tímida y con la voz apenas audible.
Él se quedó en silencio de nuevo y luego bajó la mirada. ¡Tonta, tonta, tonta! Me decía una voz interna; si no se lo contó a Sakura, no sé por qué tenía la esperanza de me lo contaría a mi.
— Es que no quería estar más en ese lugar — comenzó, con un tono de voz que se fue haciendo agrio conforme hablaba.
Iba a conformarme con aquella respuesta, creyendo que él ya no seguiría hablando; pero su boca se abrió de nuevo . . . ¿Estaba dispuesto a contarme a mi todo?
— La razón fue una chica, Sasuk. (JAJAJA, que original yo, en fin, nada mejor que esta descripción ante la realidad) — su mirada estaba gacha, puesta atenta en el verde cojín del sillón — Ella fue mi novia durante un año; estábamos bien, o eso creía yo, hasta que un día llegué a casa y mamá me dijo que Sasuk se había ido y me había dejado una nota, una especia de carta o algo así . . . — se quedó en silencio y respiró de forma notable varias veces, mientras que yo sólo observaba cómo su perfecto abdomen se inflaba y desinflaba bajo la camisa azul que vestía; luego continuó —. Subí a mi habitación y me senté a leer la nota; decía que se iba, que no la buscara y que era el fin de nuestra relación. Que lamentaba que eso tomara tanto tiempo y que se iba simplemente porque se merecía algo mejor que yo . . . — su semblante de ángel ahora parecía como aí estuviese tallado en piedra, con una expresión hostil y entristecida a la vez — Terminé el año que me faltaba para graduarme y salí corriendo de ese lugar tan pronto pude; lo primero que se me ocurrió fue ir hasta Australia, pero llegué primero a Italia, aquí, me gustó y descubrí que era lo suficientemente lejos de ese lugar, así que decidí quedarme. Mi familia se mudó al año siguiente, cerca de mi apartamento. Mientras me iba esforzando en no recordar aquello ni nada de ese lugar. No te voy a negar, que si me dolió. Yo la quería bastante y para ella simplemente no fue suficiente. — su voz se perdió y luego el silencio apareció de nuevo, y supe que ya no hablaría.
— Que estúpida — farfullé, incrédula y él me miró
— ¿Disculpa?
— Sasuk, es una estúpida. — dije — Me disculparás, pero ¿qué no eres suficiente? ¿Qué se merecía algo más? ¿Acaso existe algo más qué tú? — ¡Cállate! me gritó la voz y capté la última pregunta que había salido de mi boca, el rubor corrió traicionero y sentí vergüenza: pero Naruto me miraba enternecido, y mi corazón se conmovió dentro de mi, así que seguí hablando pero ahora consciente de lo que decía — Que tonta fue — comenté — porque no vio que eres un chico increíble, talentoso, atento, divertido, además, bien apuesto.
Él esbozó una sonrisa de medio lado.
— Estoy segura que jamás encontró ese "algo mejor" porque simplemente no lo hay — continué —. Que lástima que te haya dejado ir, porque no supo que lo que dejó escapar fue como un tesoro, que ya no recuperará; por eso digo que Sakura es muy afortunada. — en lo último de mi frase, la voz se me estristeció, pero él sonrió y aquella sonrisa le dio motivo a mi corazón para palpitar fuertemente.
— Que linda eres. — musitó y el corazón comenzó a latirme más y más rápido, expandiéndose por todo mi pecho — Gracias.
Sonreí apenas pude, porque aun estaba un poco atolondrada intentando calmar mi bombeardor de sangre.
— ¿Sabes? — me dijo — Eres a la primera perso a a la que se lo digo.
Cuando creí que el corazón había vuelto a su ramaño normal, volvió a inflarse completamente conmovido.
— Gracias por tenerme la confianza. — murmuré.
— Gracias por escucharme.
Le sonreí de nuevo, sin comprender como es que aquella chica lo había dejado ir.
— Pero basta de mi, te toca — la sonrisa alegre apareció de nuevuo en su rostro y esperé a que dijera la primera pregunta — ¿Qué te inspiró a ser fotógrafa?
— Mi papá. Le gustaba mucho tomarnos fotos, a mi mamá y me gustaba cuando me sentaba en sus piernas y me las mostraba una por una, decía "Mis chicas" y luego me daba un abrazo. Me hacía sentir protegida. — el recuerdo llegó hasta la garganta, quebrándome la voz.
— Seguro tu padre está muy orgulloso de ti, donde sea que él esté. — me acarició la rodilla con cariño y me sonrió.
— Gracias.
— Dime, ¿qué hay con el chico de Japón? — inquirió y me reí por el cambio de tema tan abrupto.
— ¿Cuál chico? — dije, un poco confundida.
— Del que hablaste a Kiba hoy, sobre tu amiga . . .
— ¡Oh! Eso, aahmn . . . — recordé mi pequeña mentira y rebusqué algunas palabras para formar la respuesta que él me pedía — Bueno, como tú dijiste, ya no importa. Ya se quedó allá. — me pregunataba sí había notado mi nerviosismo.
— ¿Te has enamorado alguna vez? — su mirada azulada se clavaba en mi rostro con intensidad, haciendo que mi corazón se trabara en sus latidos.
— Existió un chico, Shino. — expliqué — Pero, no funcionó. — me escogí de hombros.
— ¿Por qué no funcionó?
— Bueno, éramos muy distintos. Yo amaba la fotografía y el cierto arte bien extraño que hoy en día no me acuerdo. Y él no era muy trabajador que digamos. — me reí — Pero era un buen chico.
— ¿Entonces buscas a alguien con quién pueds congeniar?
— No lo busco, Naruto. Tengo algo así como una creencia de que él solo llegará.
— El destino.
— Quizas. — me encogí de hombros.
— Dime, Kiba es . . . — parecía como si luchara con las palabras para encontrar las adecuadas — Aaahmn . . . bueno, se nota que te lleves muy . . . bien, con él. ¿Te gusta? — sin embargo, parecía también apenado por su propia pregunta.
La fierecilla se emocionó al oír la pregunta que esperaba. "Dile que sí, dile que sí" me decía, pero la ignoré mandándola al rincón de donde había salido.

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𝙈𝙖𝙣𝙪𝙖𝙡𝙚 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝙧𝙤𝙞𝙗𝙞𝙩𝙤 → 𝙽𝚊𝚛𝚞𝙷𝚒𝚗𝚊
Roman d'amour¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como sí esa cosa estuviera en la lista de "No toques, no codicies" pero que cada momento te incita más a...tenerlo. Decían que eran la pareja perfecta y yo situada en medio, todo saldría mal. #12 [Número de...