Ivy Dean siempre ha sido una princesa con todas las letras y todo el significado de la palabra. Sin embargo tras la llegada de Isabella Swan al recíproco pueblito de Forks, la brillante reina de la secundaria parece ser la única que nota que suceden...
A IVY NUNCA LE GUSTÓ CONDUCIR, Y AUNQUE LE COSTARA ADMITIRLO sabía que era terrible haciéndolo. La única razón por la que tenía licencia era porque su padre era buen amigo del hombre que le tomó la prueba, pero nada más. Suponía que se debía a que siempre le tuvo algo de miedo a los autos después del accidente que acabó con la vida de su madre y que casi la deja paralizada para toda la vida.
Era un milagro que estuviera viva y sana.
A la escuela prefería llegar caminando, o generalmente alguno de sus amigos pasaba a buscarla. Lo más gracioso es que tenía un bonito auto blanco, uno de los tantos regalos de su padre. Sus amigos también le decían que era un auto muy bueno y moderno, pero ella no tenía ni idea de autos, y tampoco quería saberlo. Luego de lo que había presenciado con Bella y Tyler, le aterrorizó la idea de subirse a cualquier auto mientras la carretera estaba cubierta de hielo. Así que caminó.
Llegó algo emocionada y contenta por la excursión, intentando enmascarar la pequeña conmoción que sentía por los eventos del día anterior, y sacó su permiso firmado de su bolsillo lista para entregárselo al profesor. Pero antes, observó a Mike hablar con su nueva amiga, y sabiendo que de aquello no podía salir nada bueno, se acercó.
—¿Todo en orden? —preguntó la rubia, apoyando su mano en su hombro. Bella le dedicó una pequeña sonrisa, al igual que Mike.
—Sí, yo ya me iba. Nos vemos en el autobús —chistó el muchacho de ojos claros, y se perdió entre la marea de gente. La muchacha la miró extrañada.
—Me invitó al baile —confesó la chica Swan, y Ivy abrió sus ojos como platos—. Le dije que no. Sé que a Jessica le gusta, y ellos hacen una linda pareja. Además, no voy a ir.
—Vamos, siéntate conmigo en el autobús. ¿Cómo es eso de que no vas a ir al baile? Bella, no puedes fallarme de esta forma —dramatizó la ojiverde, entrelazando su brazo con el de ella, quién rió disimuladamente mientras negaba con la cabeza—. Conozco a muchos chicos que te invitarían, pero si no quieres ir con ninguno, puedes venir conmigo como amigas. Es muy probable que vaya sola este año.
—¿Vas a ir sola al baile? ¿Tú? —se sorprendió Bella—. Es decir, eres tan... Tú entiendes.
—Dean, al otro autobús —el señor Molina interrumpió la conversación de las muchachas cuando le entregaron el permiso y se encaminaron al vehículo, ella lo miró extrañada—. Irás con la otra profesora.
—¿Por qué? Todos mis amigos están en este autobús —le respondió, dudosa.
—Porque los organizamos por orden alfabético. Además, usted siempre interrumpe mi clase con sus acotaciones. Así que es un poco personal, después de todo —bromeó el profesor Molina.
