Ivy Dean siempre ha sido una princesa con todas las letras y todo el significado de la palabra. Sin embargo tras la llegada de Isabella Swan al recíproco pueblito de Forks, la brillante reina de la secundaria parece ser la única que nota que suceden...
Y eso fue todo. La secundaria había terminado, para siempre, esperaba. No para Bella y el resto de los Cullen, eso era seguro, pero ella no creía que volvería a pisar una escuela de nuevo. Mientras toda su generación festejaba tirando papeles al aire o aplaudiendo por los pasillos, los amigos que le quedaban no parecían encontrarse por ningún lado. Supuso que Bella y Edward habían huido hacía ya un rato, Jasper y Alice ya habían vivido aquello antes y le entristeció que Akeno no estuviera allí para compartirlo con ella.
Terminó de guardar las cosas que tenía en su casillero. Durante la semana ya las había quitado casi todas, pero era extraño dejar aquello después de cuatro años. Cuatro años de risas, llantos, altibajos, buenos momentos y drama. Aunque había algo agridulce en decir adiós... Había cierto alivio con haber terminado.
—Hey —la voz de Jessica llamó su atención cuando ella cerró su casillero. A su lado se encontraba Ángela, mordisqueándose el labio de abajo con algo de nerviosismo. Ivy la miró extrañada, hacía tiempo que no le dirigía la palabra si no era estrictamente necesario—. Lo hicimos, ¿verdad que sí?
Ella medio sonrió.
—Supongo que sí —espetó Ivy—. Pero aún queda la graduación.
—Sí... Sobre eso, hablé con el Director esta mañana. Le dije que tú deberías dar el discurso. Me dejó leer lo que escribiste y creo que es mejor que el mío —le dijo la chica Stanley. Ivy no entendía por qué la repentina amabilidad, pero antes de que pudiera decir algo más, la interrumpió—. No somos amigas, y nunca lo volveremos a ser... Pero lo fuimos, Ivy. Lamento no poder perdonarte, pero ya no quiero pensar en ello. Me voy a la universidad en unas semanas y después de eso no volveremos a vernos. No quiero rencores.
—Sí, Jess tiene razón. Además... Aún tenemos la fiesta en casa de los Cullen —animó Ángela.
—Ah, sí. La fiesta. Casi lo había olvidado. —Con todo lo que había pasado los últimos días era natural que no lo recordara—. Supongo que las veré en la graduación, chicas. Felicidades, a ambas.
Jessica le tomó la mano por un instante. Le dio un breve apretón y luego la abrazó. Ivy supuso que era su manera de despedirse. Y aunque no estaba del todo conmovida por el abrazo, la apretó contra su cuerpo de nuevo. Y luego Ángela se les unió. Ella sabía que había gente que pasaba por la vida de uno tan solo una vez, y sabía que Ángela y Jessica, como tantas de las personas que perdió, la habían hecho más fuerte. Le habían enseñado lo que era la verdadera amistad y como un estúpido error puede costarnos mucho.
