Ivy Dean siempre ha sido una princesa con todas las letras y todo el significado de la palabra. Sin embargo tras la llegada de Isabella Swan al recíproco pueblito de Forks, la brillante reina de la secundaria parece ser la única que nota que suceden...
SE DESLIZÓ CON CAUTELA EN EL ASIENTO DE COPILOTO DEL AUTO QUE reconoció como el Mercedes de Carlisle. Y allí estaba Jasper, aguardando por ella con paciencia y la mandíbula apretada. Ivy se dedicó a hacerse pequeña en el asiento y a quedarse en silencio; hubieron varias ocasiones en las que quiso comentar o decir algo, pero la voz casi ni le salía de la incomodidad y el miedo que sentía en ese instante.
El camino fue completamente silencioso, pues ninguno sabía exactamente cómo acercarse al otro, lo que generó un clima terrible. Casi se aliviaron al mismo tiempo cuando vieron las puertas del hotel. Condujo al estacionamiento subterráneo el cuál estaba poco transitado; pese a que Ivy llevaba una gran campera que tapaba su uniforme sucio, sus rodillas vendadas y los zapatos completamente sucios llamarían la atención de cualquiera quién la viera. Y en aquel momento, era mejor no llamar la atención.
Cuando se bajaron del auto, en pleno estacionamiento, Jasper le dirigió la palabra por primera vez.
—Carlisle habló con la entrenadora Vause y le han entregado tus maletas a Alice. Regresarás a Forks mañana a la noche. También habló con tu papá —le avisó, sin siquiera preguntarle si eso era lo que quería hacer. A estas alturas, ella ni siquiera quiso protestar, así que asintió y arrastró sus pies hacia el elevador, deseando que nadie la mirara más de la cuenta pues parecía que había salido de una película de terror.
Para su suerte, no parecía haber nadie por los caminos que Jasper la hizo tomar. Casi como si estuviera perfectamente orquestado.
—¿No volveré a mi habitación?
—No. Carlisle rentó una suite para mis hermanos y para ti —respondió el rubio con simpleza, todavía sin mirarla. El viaje en el ascensor demoró unos cuántos segundos que se sintieron como años hasta que la puerta se abrió y Jasper la guió hacia el cuarto poniendo una mano en su hombro con suma delicadeza—. A la derecha está tu cuarto. Alice se quedará esta noche en el hospital con Bella para mantenernos informados. Emmett ha vuelto a Forks.
—¿Alice no va a venir? —cuestionó ella, un poco alterada ante la idea de estar sola con él. Si bien la habitación era demasiado grande y perfectamente podía encerrarse y no verle la cara, se sentía un poco incómoda.
Y al instante, ya no se sentía incómoda. Ladeó la cabeza ante ese repentino cambio.
Había algo en Jasper que la obligaba a estar tranquila y no la dejaba ponerse a llorar del terror pese a que se notaba a leguas que el muchacho estaba increíblemente molesto con ella. Sea lo que fuese, por un lado se lo agradecía, por el otro, le inquietaba que tuviera tanto poder sobre ella. Miró su reloj; eran las tres de la mañana y había estado despierta desde las cinco del día anterior, solamente había comido una fruta y estaba segura que ni siquiera podría llorar sin desmayarse de lo deshidratada que se encontraba.
