Ivy Dean siempre ha sido una princesa con todas las letras y todo el significado de la palabra. Sin embargo tras la llegada de Isabella Swan al recíproco pueblito de Forks, la brillante reina de la secundaria parece ser la única que nota que suceden...
CONFORME A LAS SEMANAS CONTINUARON PASANDO, Jess se alejó algo de Ivy, confirmando sus sospechas. Esto provocó que todo su grupo de amigos medio se separara, todos alegando que estaban muy ocupados por el período de exámenes que tenían. Se hubiera puesto triste, pero lo único que le salió fue una ira inconsolable. Porque, no, si Jessica sabía, no se había enojado con Mike. Se había enojado solamente con ella.
No había manera de que se estuviera tranquila. Se pasaba apretando los puños y con ganas de golpear una pared. Discutía con su padre, Lilah la irritaba y Marissa intentaba no entrometerse en su camino. Sabía que Ángela estaba realmente ocupada así que prefirió no molestarla con sus cosas, pero el día que Brandon vino de visita, ella se fue. No lo soportaría.
Podría haber usado esa oportunidad para preguntarle si sabía algo de Alice o de su familia, pero Marissa le había comentado en una ocasión, que Alice también había dejado a Brandon y no entró en detalle de qué había sucedido con ellos dos.
Molesta por haber derramado café en su escritorio, bajó a la cocina para buscar un trapo. El día, cosa rara, estaba soleado, pero ya estaba por ser invierno así que estaba helado. Eso significaba una cosa: se acercaba navidad, año nuevo... Y su cumpleaños.
Ladeó la cabeza, no quería ni siquiera pensar en su cumpleaños.
Rebuscó abajo del lavabo por un trapo, y cuando lo encontró se puso de pie dispuesta a subir a su habitación de nuevo. Pero algo la detuvo.
—Muerte —murmuró una voz cuando se giró sobre sus talones. Parada allí frente a ella, había una anciana.
Su parte instintiva y racional la hizo chillar del susto e irse hacia atrás. De no haber sido por el lavabo detrás de ella, se hubiese caído al piso. Dos segundos más tarde, se dio cuenta que la anciana era la abuela de Aki y se quedó más tranquila.
Suspiró, intentando regularizar su respiración. Casi le había dado un infarto allí mismo.
—Señora Clark, soy yo, Ivy, ¿me recuerda? —le preguntó a la mujer, acercándose con cuidado. Se veía confundida y perdida—. Soy la amiga de Akeno, su nieto. Vivo a unas casas de la suya.
—Mi nieto... —la señora intentó seguirle el paso a sus palabras, pero estaba completamente fuera de sí. Ivy asintió con dulzura y la tomó del brazo.
—Sí, Akeno, su nieto. Vamos, la llevaré a de regreso —dijo. Dejó el trapo a un lado y se dio cuenta que la mujer había entrado por la puerta del patio trasero. La cerró, tomó el brazo de la anciana y salieron por la puerta principal—. No puede irse así como así de su casa, ¿entiende? Está frío y podría pasarle algo.
