18| the prom.

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EL BAILE

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               IVY SE MIRÓ AL ESPEJO POR ÚLTIMA VEZ. El vestido color verde esmeralda oscuro de satín resaltaba su piel blanquecina. Se ajustaba por sus hombros a través de unos ínfimos tirantes y lucía su pecho en un bonito escote recto. Le quedaba ajustado al cuerpo, pero no demasiado, y le llegaba un poco más abajo de las rodillas, luciendo sus pantorrillas en su máximo esplendor gracias a unas delicadas sandalias de tacón alto y fino. La espalda era casi descubierta, y con unas tiritas cruzadas. Por último se encargó de adornar sus brazos con unos guantes algo aterciopelados del exacto mismo color del vestido, que llegaban hasta encima de sus codos.

Suspiró, si bien se sentía brillar, le hubiese gustado tener a alguien que pudiera apreciar sin maldades lo hermosa que se veía. El cabello rubio le caía armado de bucles. Se había maquillado bastante apagado, solamente lo básico con un pequeño toque rojizo en sus labios y un sutil delineado que resaltó sus verdes ojos. Se había asegurado de recortar su cerquillo un poco para que no le molestara a los ojos, y sus pestañas estaban vestidas con un rímel negro a prueba de agua que le dieron volumen.

—Te ves preciosa —comentó Marissa, observándola desde el marco de la puerta. Ella le sonrió, sabiendo que podría ver su semblante dado a que estaba parada en el reflejo.

Aunque hubiese deseado que su madre estuviera allí con ella, sabía que eso era imposible. Pero, de alguna forma u otra, estaba tranquila de tener a Marissa en su vida.

—Tus amigos ya llegaron —anunció su padre, parándose detrás de su esposa. Michael Dean observó a su primogénita con cuidado, casi le salió el lado sobreprotector y deseó poder tener el derecho de decirle que se cambiara y se bajara de aquellos tacones, pero no lo hizo. La dejó disfrutar de su juventud, tal y cómo él lo había hecho—. Te ves... Eres igual a tu madre.

Sabía que eso era mucho. Era lo que le salía decirle, y que era la forma que su padre tenía de decirle que era la más bella de todas sin decirlo. No podía. Le costaba demostrarle amor, y le costaría demostrarle amor siempre. Pero no lo culpaba, había aprendido a perdonarlo a él y a todos sus errores. Asintió con la cabeza, agarrando el pequeño bolso que había comprado para la ocasión.

—Gracias, papá —le dijo, acariciándole el brazo tan pronto pasó por su lado. Siguió su camino escaleras abajo, con cuidado de no caerse, y cuando llegó a la puerta miró hacia atrás—. No me esperen despiertos, ¡adiós!

Se apresuró a salir antes de que su padre le dijera algo. Él intentó hacerlo, pero Marissa lo agarró del brazo para impedírselo y negó con la cabeza, ganándose una mala mirada por parte del señor Dean.

miss americana ⚘ jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora