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Era una tarde de abril, que siendo lo opuesto a las predicciones del clima llovía terriblemente, en un bar a las afueras de la ciudad, el barman y dueño del lugar abría sus puertas siendo las 6 de la tarde, miraba todos los negocios aledaños, todos comenzaban a verse más concurridos, sonrió, no cabía duda, que a punto de caer la noche, la zona comercial, comenzaba a vivir, suspiró, movia su cuerpo de un lado a otro, le esperaba una noche larga, sabía que como cada año sus alfas amigos llegarían para celebrar la vida, como lo habían acordado en aquella promesa de adolescentes, una tarde tambien lluviosa donde juraron ser los mejores amigos, camaradas o secuaces posibles.

Tras 15 años ininterrumpidos de amistad, Emil Nekola un alfa rubio, ojos azules y barba de candado, limpiaba las mesas, mientras su play list iniciaba, aquella que tenía música variada desde clásicos de los 80's hasta las básicas del pop de los 90's, era una noche especial así que lo valia.

Tenía mucho que por azares del destino, no sabían nada concreto, sobre la vida de los demás.

En aquel chat grupal todos confirmaban su asistencia, la campana de la puerta sonó, el primero en llegar puntual como siempre fue Otabek Altin, un alfa de piel apiñonada, cabello castaño oscuro y ojos caoba, quien no dudo en estrechar la mano, en señal de camareria con Emil - Amigo mio!!!, Bienvenido, pasa, ponte cómodo, la noche es larga - decía el mayor, con una grande sonrisa.

- Mas te vale que esta vez des unos buenos tragos, los necesito - decía en respuesta.

- Cuándo les he quedado mal?.

- Nunca mi estimado.

- Cómo van las cosas recién casado? - era verdad Otabek se habia casado el año pasado, con un joven omega unos años menor que el, un rubio, delicado, ojos de jade, un omega que lo trajo loco desde que lo conoció.

Altin trabajaba en una compañia de bienes raíces, mientras que su pareja daba clases de baile de salon en su propia academia, a punto de cumplir su primer año de casados, el rostro sombrío del menor, junto con su aura oscura, no daba un buen augurio, no se equivocaba.

- Emil, creo que la he cagado monumentalmente, creo que terminaré siendo parte de las estadísticas, en el rubro de divorcios desesperados por causas irreconciliables, sin duda, me convertí en todo lo que juré destruir.

- El primer año es el mas difícil, no deberias acomplejarte por ello.

- Si lo dice quien lleva varios años de casado con su omega supongo debo creerlo - este ríe nervioso, con 5 años de matrimonio, y con una pequeña niña llamada Violeta diciéndole papá todos los dias, se sentia victorioso, pero aun mas, se sentia afortunado, la relación con su esposo y omega Michele no parecia enfriarse en lo mas minimo.

- No me quejo, ha sido un camino difícil, pero no todo es imposible, con tiempo, esmero, dedicacion y amor.

- No, otra vez por favor!!! - gritaba un alfa alto, rubio, un abogado de ojos verdes y sonrisa que desbordaba seguridad, un divorciado desde hace mas de un año, un soltero ahora empedernido, que gozaba de la compañía de cuántos omegas pudiera tener, después de todo, el calor corporal sin compromisos de por medio, se había tranformado en su nueva forma de vida - otra vez presumiendo su matrimonio?, no dejes que te endulce el oido Otabek, lo peor que pudiste hacer fue casarte!! - se acercaba saludando emocionado a sus compañeros, era sin duda un fiel partidario de la solteria, después de haberse divorciado de Phichit Chulanont, un omega de tez morena, agradable y dulce, que lo había conquistado en sus mejores años de universidad, y del cual lastimosamente se habia divorciado, sin dar las causas, ahora disfrutaba su vida al máximo asi era ese alfa Christophe Giacometti.

- Bienvenido mi buen amigo - decia Emil.

- Cuándo dejaras de marearnos con tus palabrerias?, ya sabemos que sigues enamorado, no es necesario seguir siendo cursi.

- Giacometti yo no tengo la culpa que tu matrimonio no funcionara, quizás la tuviste tu.

- Oye!!, eso dolió, pero lo explicaré de nuevo, no teniamos nada en comun, nos apresuramos a casarnos.

- Seguramente tu falta de compromiso y seriedad no tuvo que ver?.

- Claro que no... los omegas son gente codiciosa, dales la mano y se toman el pie, asi que no hay nada mejor que solo tener encuentros casuales.

- Otra vez está tratando de autoconvencerse que no tuvo la culpa? - una voz ajena los sorprendió, había llegado el último de los amigos Víktor Nikiforov, un alfa platinado, ojos celestes y facciones delicadas, considerado como uno de los más guapos de la universidad, ahora estaba frente a ellos con una cara llena de ojeras, la barba desalineada, y un aroma amargo acompañandolo.

- Viktor qué te paso? - preguntaba Giacometti, todos estaban asustados, se veia claramente con varios kilos menos, ese alfa que manejaba un Ferrari, un corredor de bolsa exitoso, estaba frente a ellos hecho un arapo.

- No ha pasado nada, solo acabo de levantarme, den gracias que llegué.

- Podras engañar a los demás pero no a nosotros, te conocemos - añadía Nekola.

- No estoy engañando a nadie, solo hice un par de inversiones toda la noche, no dormí bien - todos negaban algo no estaba bien - por qué no mejor comenzamos a brindar a eso venimos, no?.

Todos asintieron, la música habia empezado, la primera botella abierta un buen vino iniciando la noche, Emil habia puesto el letrero de cerrado en la puerta, suspiraba mirando a sus tres amigos en la barra, el primero Altin un alfa que se veía desanimado, Giacometti otro idiota que sonreía y gritaba demasiado, por qué no podía creerle que de verdad fuera feliz?, parecía estar en un estado de negación, en un estado donde era mas que obvio, trataba de esconder algo, y como cereza de pastel el último en llegar Nikiforov, un claro alfa en estado de desolación y desespero, lleno de tristeza, hecho un desastre, sabia que necesitaría un buen vino, y un par de botellas mas para que aquellos tres por fin se sinceraran, lo lograria?.

Una Noche Para Los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora