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Katrina.

Me detuve en el porche para mirar hacia atrás, fueron segundos lo que tarde para caer en cuenta del escándalo que había hecho allá dentro.

Pero me harté de decir que la Katrina de antes no hubiera actuado así, esa frase ya no tiene valor, pues la Katrina de antes ciertamente no hubiera actuada de esa manera tan impulsiva y violenta, sin embargo, la Katrina de ahora, la que en realidad soy, si sería capaz de tener esa clase de comportamientos.

Si una cosa me ha enseñado todo esto es que tengo que aprender a aceptar a esta nueva persona que soy, exigía a todos que me trataran con normalidad, que dejaran de recordar a la Katrina del pasado cuando era yo quien no la quería dejar ir, cuando era yo la que se empeñaba en recordar a esa chica de la cual todos estaban orgullosos, de la que yo estaba orgullosa.

La razón era bastante simple, miedo. Tenía miedo de lo que me estaba convirtiendo, tenía miedo de lo que era capaz de hacer, tenía miedo de mi forma de pensar, de hablar, de actuar, tenía miedo de mí.

Pero estoy tan cansada de querer pretender ser esa persona, ya no quiero hacerlo más. Katrina Miller, la hija perfecta, buena trabajadora, chica organizada, responsable y paciente murió en ese accidente automovilístico. Y debo empezar a dejarla ir para poder comenzar de nuevo, siendo esta nueva yo, debo descubrirme y no criticar todo lo que pienso o hago.

El sonido de pasos acercándose y la voz de mis padres llamándome fue lo que me hizo reaccionar y estar de vuelta a la realidad, y la realidad era que si no me iba de una buena vez un extenso y alargado interrogatorio me alcanzaría acompañado de la sugerencia o más bien orden de que visite nuevamente al sicólogo de manera indefinida.

Agradecí mentalmente que esta noche hayamos venido en mi coche y sin importarme nada subí a él con total rapidez para acelerar y dejar la mansión del terror atrás.

Esto está mal, muy mal. No tengo pastillas, ninguna otra droga me satisface y no hago más que perder el control delante de todos. Esta es la noche decisiva, hoy debo decidir qué voy a hacer, no puedo seguir huyendo.

Tengo que dejar de buscarle el lado bueno a todo, porque déjame decirte algo, no lo hay.

Tengo que ser realista y lograr ver que sin pastillas estoy jodida pero si las quiero tener debo seguir traicionado a mi padre y tengo que tener claro que llegará un punto en el que no quedara nada más que hacer porque será demasiado tarde y cuando menos me lo espere habré contribuido en la venganza de Danilo junto a su sicópata hijo Fabián, habré sido participe de la destrucción de César Miller y llegara un momento en el que no habrá más pastillas pues ya no me necesitaran, será bueno consumir por un tiempo pero también puedo sufrir una sobredosis.

Y esta, señoras y señores es la realidad, la cruda y pura realidad, la vida de Katrina Miller, una mierda ¿cierto?

Con rabia golpeo el volante mientras permito que varias lágrimas salgan de mis ojos. Las caras de mis padres, de Karol, de mi Kiam y de mi novio vienen a mi mente, estaban sorprendidos por mi actitud, yo también lo estaría, después de todo he estado tratando de venderles una Katrina que no existe, que es ficticia.

Si con esa pequeña demostración de quien soy en realidad quedaron espantados no quiero ni imaginar cómo reaccionarían si supieran que consumo drogas y que cuando no las tengo soy muy violenta y descontrolada.

Estaba tan metida en mis pensamientos que no noté que las luces estaban en rojo, tuve que frenar de repente para no atropellar a nadie, sería lo único que me faltaba. Luego de esperar las luces se pusieron verdes, respiré profundo y volví a moverme.

Dulce Deseo [DT#2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora